Todo a punto para el “cónclave” jesuita

rueda de prensa de los jesuitas para presentar la 36 Congregación General de la Compañía de Jesús octubre 2016

El 10 de octubre podría conocerse el nombre del sucesor de Adolfo Nicolás

rueda de prensa de los jesuitas para presentar la 36 Congregación General de la Compañía de Jesús octubre 2016

Orlando Torres, rector del Colegio Internacional del Gesù, y Patrick Mulemi, director de la Oficina de Comunicación de la Compañía, en rueda de prensa en Roma

ANTONIO PELAYO (ROMA) | La Compañía de Jesús (16.740 miembros) entra en una fase importante de su historia: el 2 de octubre comienza con una eucaristía en la iglesia romana del Gesù su 36ª Congregación General. En ella será elegido el 30º sucesor de san Ignacio de Loyola y se delinearán las prioridades de su misión en la Iglesia a las órdenes del Papa, que, por vez primera, es un jesuita: el argentino Jorge Mario Bergoglio.

La Congregación General, máximo organismo legislativo de la Compañía, fue convocada por el prepósito general, el español Adolfo Nicolás, elegido en enero de 2008 y quien, al cumplir 80 años, ha anunciado su intención de presentar la dimisión. Esta podría teóricamente ser rechazada, pero esta hipótesis parece poco probable. En todo caso, será sometida a votación.

Según sus constituciones, el prepósito general es elegido con carácter vitalicio. San Ignacio no quería que sus frailes perdiesen el tiempo en procesos electorales. Esta norma ha estado vigente durante siglos, pero el primero en presentar la dimisión fue el vasco Pedro Arrupe a causa de una grave enfermedad; su sucesor, el holandés Peter-Hans Kolvenbach, gobernó la Compañía durante un cuarto de siglo y, al llegar a los 80 años de edad, presentó su dimisión.

Para informar sobre la próxima Congregación General, tuvo lugar, el martes 27 de septiembre, una conferencia de prensa en la misma aula donde se reunirán los 215 miembros que la componen. De ellos, 58 son europeos, seguidos por 46 procedentes del sur de Asia, 34 latinoamericanos, 33 de Estados Unidos y Canadá, 23 originarios de países de Asia-Pacífico y 21 africanos. Por vez primera participarán seis hermanos coadjutores, que tendrán derecho al voto, pero no podrán ser elegidos.

Sin campañas

Las modalidades de la elección se atienen a lo prescrito en la Fórmula de la Congregación General. Esta prevé, después del rezo del Veni Creator, la presentación, el 3 de octubre, de una ponencia sobre el estado de la Compañía, preparada por una comisión especial. Una vez discutida, comienzan los cuatro días de “murmuraciones”; estas consisten en un intercambio personal de opiniones entre todos los miembros de la asamblea, durante el cual cada uno tratará de hacerse una idea sobre quién es el más indicado para asumir tan alta responsabilidad. No pueden proponerse nombres concretos ni campañas en favor de candidaturas; de que estas normas se cumplan se ocupa la Comisión Contra la Ambición, que examinará cualquier incumplimiento. Finalizado este período se procederá a la elección del nuevo prepósito general; el 10 de octubre parece la fecha más indicada. El elegido tendrá que obtener la mayoría más uno de los votos emitidos (es decir, 107 de 212).

Después de su elección, el sucesor de Adolfo Nicolás celebrará una primera conferencia de prensa; a partir de ese momento, la Congregación General proseguirá sus trabajos, a los que no se pone fecha final. Durarán lo que tengan que durar, pero es probable que no se alarguen más de un mes.Sobre quién sucederá al padre Nicolás (cuya entrega al cargo y sus competencias son unánimemente reconocidas dentro y fuera de la Compañía) se barajan muchas conjeturas. Se cree que, por vez primera vez en estos cuatro siglos, el elegido no sería europeo, sino que podría proceder de algunos de los países donde los jesuitas están viviendo una más vigorosa experiencia; la India, por ejemplo. Pero son simples conjeturas.

Ni que decir tiene que Francisco seguirá con gran interés los trabajos de sus hermanos jesuitas, a los que recibirá en audiencia una vez elegido el nuevo prepósito general, pero se abstendrá de influir en sus decisiones.

Audiencia con las víctimas de Niza

En otro orden de cosas, el sábado 24 tuvo lugar en el Aula Pablo VI una audiencia especial: desde Niza habían llegado a Roma 600 personas, víctimas o familiares de quienes sufrieron el atentado yihadista del pasado 14 de julio en la Promenade des Anglais, que causó la muerte a 86 personas y dejó heridas a otras 433. Venían acompañados por su obispo, André Marceau; el alcalde, Christian Estrosi; y varios imanes, pues entre las víctimas hubo muchos musulmanes.

En su discurso, Francisco quiso subrayar la necesidad de no responder al odio con el odio: “Establecer un diálogo sincero y relaciones fraternas entre todos, en particular entre los que confiesan un Dios único y misericordioso, es una urgente prioridad que los responsables, sean políticos o religiosos, deben intentar favorecer y que cada uno está llamado a realizar. Cuando la tentación de replegarse sobre uno mismo o de responder al odio con el odio y a la violencia con la violencia es grande, es necesaria una auténtica conversión del corazón. (…) Se puede responder a los asaltos del demonio solo con las obras de Dios, que son perdón, amor y respeto al prójimo, aunque sea diferente”.

Finalizado su discurso, Francisco descendió las gradas que le separaban de la conmovida multitud y comenzó a saludar uno por uno a todos los presentes. Algunos le presentaban fotos de sus familiares muertos o heridos, otros le daban detalles de lo sucedido, varios más se abrazaban a él como si de un padre se tratara y muchos no podían contener las lágrimas. Para todos tuvo una palabra de consuelo, un gesto, una muestra de cercanía. “He apreciado la sencillez del Papa, que ha pasado tanto tiempo con nosotros y ha dirigido a cada uno unas palabras”, declaró a La Croix el musulmán Brahim Hachadi.

Jubileo de los catequistas y audiencia a Kabila

El domingo 25, unos 25.000 catequistas de todo el mundo (algunos provenían de Gabón, Tailandia o Siberia) se congregaron en la Plaza de San Pedro para asistir a la eucaristía presidida por el Santo Padre con motivo de su Jubileo. A ellos dirigió el Papa su palabra, pidiéndoles que venzan “la enfermedad de la indiferencia, del egoísmo, de la mundanidad que anestesia el alma, que es como un agujero negro que se traga el bien, apaga el amor, fagocita todo en el propio yo. Entonces se ven solo las apariencias y no nos damos cuenta de los otros, somos indiferentes a todo. El que sufre esta grave ceguera asume con frecuencia una mirada con estrabismo: mira con reverencia a las personas famosas, de alto rango, admiradas por el mundo, y desvía la mirada de tantos lázaros de hoy, de los pobres, de los que sufren, que son los predilectos del Señor”.

Por último, el lunes 26, el Papa recibió en audiencia al presidente de la República Democrática del Congo, Joseph Kabila. Contrariamente a la costumbre, Francisco no salió a saludar a su huésped y se mostró serio durante la entrevista, que duró media hora, durante la cual “se prestó particular atención a los graves desafíos –dice el comunicado– planteados por la actual situación política”.

La Iglesia congoleña se ha retirado del diálogo nacional para permitir al país salir de la crisis. Los obispos estiman que “el actual presidente no debe ser candidato a la próxima elección presidencial”; posición compartida por el Vaticano y que Kabila no acepta.


Publicado en el número 3.005 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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