El primer convento que se llena con las risas de los niños sirios

Las religiosas de la Orden Mínima de Antequera (Málaga) ceden su espacio a 38 refugiados

refugiados sirios llegan al convento de las religiosas de la Orden Mínima de Antequera, Málaga junio 2016

el alcalde de Antequera, Manuel Barón, recibe al primer grupo de refugiados.

ENCARNI LLAMAS. Fotos: ANTONIO J. GUERRERO | El pasado mes de febrero, la comunidad de religiosas de la Orden Mínima firmó un convenio por el que cedió el convento de Santa Eufemia, en Antequera (Málaga), para la acogida a refugiados. A través de dicho acuerdo, se pusieron a disposición de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) 38 plazas de acogida. Con este gesto, las religiosas manifestaron su intención de que “los refugiados puedan sentir la acogida y el calor de la Iglesia”. Oficialmente, es el primer convento en España que acoge en sus instalaciones a refugiados.

El jueves 9 de junio llegaron los primeros acogidos. “Eran las 06:45 horas, vinieron en el barco popularmente conocido como el Melillero. Era un grupo de 26 personas; 12 de ellas siguieron su camino hacia el reencuentro con sus familiares y 14 se quedaron con nosotros en Antequera”, explica Lucas Sagredo, responsable del dispositivo de acogida temporal coordinado por las religiosas, CEAR y Cáritas Diocesana de Málaga. Allí comenzaban una nueva etapa de su vida, en un antiguo convento de clausura con orígenes en el siglo XVII. Desde 1601 hasta 2014, ha sido sede de las Mínimas, que vinieron a Antequera para venerar a su patrona, santa Eufemia. En pocos minutos, el convento se llenó con las risas de los niños de tres familias que llegaban con sus madres.

De este primer grupo se han quedado dos hermanos palestinos, de 18 y 23 años, cuya primera sorpresa fue comprobar que, tras salir de Palestina, habían llegado a vivir a la calle Belén, donde se encuentra el convento. “Hablan inglés, lo que nos facilita la comunicación con ellos. Cualquier refugiado que llegue en las semanas próximas estará con nosotros un máximo de seis meses, aunque pueden irse cuando lo deseen y se vean preparados. En este tiempo, lo más importante es la acogida, que sientan que están como en casa y comenzar un proceso de trámites legales para conseguir empadronarse y conseguir la tarjeta sanitaria; si llegan niños en edad escolar, tendrán la matrícula en un centro. Es clave que aprendan español con clases que impartimos en el propio convento con profesores y voluntarios, que puedan homologar sus títulos universitarios… De manera que, a los seis meses, puedan obtener una documentación que acredite que están preparados para buscar un empleo. Además, los acompañamos en el día a día e intentamos que su estancia en Antequera sea reconfortante para ellos y les llene de paz”, concluye Sagredo.

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