Heriberto García: “La misión digital no es una pastoral paralela”

Sacerdote mexicano, influencer

Solo en TikTok suma cerca de dos millones de seguidores. Heriberto García Arias (35 años) es el sacerdote mexicano con más tirón en redes sociales en su país. De ahí que fuera el elegido para dar algunos tips a los participantes en el primer encuentro de influencers organizado por la Archidiócesis de Madrid.



Lo hizo desde Roma, donde estudia Comunicación Institucional en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz. Además, ha publicado ‘Hablando con Heriberto García Arias. Confesiones de un sacerdote digital’ (Publicaciones Claretianas), una charla-coloquio que el presbítero ha mantenido con Gonzalo Fernández Sanz, director de la editorial.

PREGUNTA.- ¿Por qué un libro en papel, cuando lo suyo es lo virtual?

RESPUESTA.- Llegó la oportunidad, no la busqué. Lo vivo como un reto para la gente que no está en redes sociales, para que conozcan que el futuro de la Iglesia está aquí. Los próximos sacerdotes y  obispos, el papa de las próximas décadas son adolescentes que están hoy presentes ya en Instagram, en TikTok…

P.- No tiene mitra ni báculo…

R.- Gracias a Dios.

P.- Pero sí un auditorio que equivale a varias catedrales… ¿Le agobia la responsabilidad?

R.- Es una preocupación y me siento responsable del mensaje que comparto. No puedes perder de vista que no estás ahí para lucirte, sino para ser instrumento en manos de Dios que transforma lo que tú tienes para hacer llegar su mensaje. Lo peor que podría hacer es pensar que a través de las redes estoy creando mi propia parroquia, porque sería tanto como pensar que estoy creando mi propia Iglesia. Se trata de llevar a esas personas a su parroquia. Yo solo lanzo un primer anuncio para enviarles a una comunidad para que se encuentren con Jesús.

P.- ¿Cualquier laico, religiosa o sacerdote está llamado a ser misionero digital?

R.- Todos estamos llamados a ser misioneros desde donde estamos, y podemos evangelizar desde las redes sociales, no solo generando contenido, sino siendo testimonio con la manera de vivir nuestra vocación.

Uso del móvil

P.- ¿Será el móvil la vía para las conversiones del siglo XXI o es más un arma arrojadiza?

R.- Es una herramienta poderosa que debemos aprovechar, como los discípulos utilizaron el boca a boca. Eso sí, tenemos que dejar que el Espíritu Santo actúe. Lo que está mal, está mal dentro y fuera de las redes sociales. Es una herramienta que facilita, tanto lo bueno como lo malo. Por eso, no podemos estigmatizar a quien está llevando la alegría a través de las redes, pero también es verdad que es necesario formarnos, formar a los seminaristas, a las religiosas, al Pueblo de Dios.

P.- El universo digital se ha convertido en un templo con más fieles que cualquier diócesis.  Pero, sin obispo que pastoree a tanto sacerdote ‘influencer’, ¿quién debe velar en este océano para que todo el que habla reme a favor de la comunión y dentro del magisterio?

R.- El Dicasterio para las Comunicaciones Sociales está haciendo un trabajo muy potente para acompañar y aglutinar todas las sensibilidades con diferentes iniciativas, como La Iglesia te escucha, que nos está configurando como una gran familia. Además, el papa Francisco nos está iluminando a través de un magisterio digital inédito hasta ahora en discursos, mensajes para la Jornada de las Comunicaciones Sociales. Ni estamos solos ni tenemos indicaciones. La misión digital no es una pastoral paralela, está enmarcada en el primer anuncio que debe ayudar a las próximas generaciones a acercarse a la Iglesia. El móvil debe ser algo así como el menú que te acerca a la mesa de la comunión, que te lleva al encuentro personal con Cristo y los hermanos. No se trata de generar una diócesis digital, con un obispo digital y unas reglas diferentes. Lo digital tiene que llevar a los jóvenes a lo presencial, a la Iglesia. Nada puede ni debe suplir lo presencial.

P.- ¿Llega tarde la Iglesia a la carrera digital?

R.- ¡Quién está realmente actualizado! Los algoritmos cambian casi cada semana y la Iglesia no puede comportarse como un adolescente a la caza de la primera moda que se encuentre. La Iglesia lleva su ritmo, atenta a los signos de los tiempos, pero sin dejarse llevar por las tendencias del último minuto

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