Tras el toque de clarines, se abre el portón que da paso al albero y las cuadrillas pisan la arena para brindar al tendido, con el humo de los habanos meciendo tanto el sol como la sombra. Impresiona fijar en ellos la vista y observar cómo, antes de envolverse en sus capotes (algunos adornados con imágenes de cristos y vírgenes), muchos toreros se persignan o hacen con el pie la señal de la cruz.
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Pero, antes de que eso suceda, los hay que buscan unos minutos de silencio, recogimiento y oración. Lo hacen en las capillas de las plazas como antes lo han hecho en sus hoteles, al vestirse en silencio el traje de luces, con la mirada queda en las estampitas que les acompañan. Testigos de este ámbito de misterio y soledad, en el que se danza con la muerte para plasmar un arte en movimiento que pide el precio de la vida, muchos sacerdotes ejercen de capellanes para ofrecer a estos artistas un acompañamiento discreto y necesario.
Sin precedentes
De todo esto y mucho más se hablará en un evento histórico: el I Encuentro Internacional de Capellanes y Sacerdotes Taurinos, que Zamora acoge este fin de semana y que contará con la presencia de presbíteros de toda España e incluso de América. De hecho, una de las presencias más destacadas es la del cardenal venezolano Baltazar Porras, arzobispo de Caracas y uno de los grandes impulsores de las reformas del papa Francisco.
El encuentro, cuyo Comité de Honor está presidido por la infanta doña Elena de Borbón, está organizado conjuntamente por la Delegación de Patrimonio de la Diócesis de Zamora y la Asociación Internacional de Tauromaquia, contando además con el apoyo de la Diputación Provincial de Zamora, la Caja Rural de Zamora, la Junta de Castilla y León, Ayuntamiento de Toro y la ganadería de Villalpando.
Ortega Cano y Cristina Sánchez
Se inaugura este viernes 5 de abril, a las 20.00 horas, en el Seminario zamorano, con un coloquio titulado ‘Entre la Fe y la Fiesta’ y en el que, entre otros, ofrecerán su testimonio los maestros José Ortega Cano y Cristina Sánchez, que abrirán su alma ante lo que para ellos ha supuesto tal caudal sin parangón de historia, tradición, recogimiento, fe, pasión y miedo (porque en este arte se muere, se muere de verdad), dejando todo su ser en el poético sueño de bordar su nombre en oro en la historia de la tauromaquia.
Mañana sábado, el Seminario San Atilano, desde las 10.00, albergará una mesa redonda en la que se podrán conocer las vivencias de los capellanes de históricas plazas como las de Santander, Toledo, Jerez, Ciudad Rodrigo, Castellón o Sevilla. A su conclusión, a las 12.30 horas, tendrá lugar una conferencia del cardenal Baltazar Porras. Por la tarde, el purpurado venezolano recibirá un homenaje en la ganadería de Villalpando. Las jornadas se clausurarán el domingo, a las 11.30, con una eucaristía en el coso de Toro.
Un espacio diferente
Para todos aquellos que puedan asistir, incluso no aficionados, será una oportunidad única para conocer lo que hay en la capilla de una plaza de toros. Que es igual a cualquier otra, pero diferente… Y es que en ella se adentra quien va a bailar con la muerte ante miles de personas. Pero, antes de que esto suceda de cara al gran público, está el último instante, el del recogimiento en un absoluto silencio.
Algo que bulle en plena potencia en la Plaza Monumental de Las Ventas del Espíritu Santo… Las Ventas. Madrid. En su capilla, donde las cuadrillas entran a arrodillarse ante el sagrario, pintado de blanco y oro en su día por el sacerdote navarro Cruz Goñi Paternáin, durante décadas capellán de Las Ventas, nos encontramos con una sencilla estancia que, además, está decorada con cristos como el cedido por la familia Bienvenida. Pero sobre todo impresionan las decenas de estampitas que, a lo largo de los años, han ido dejando sobre el mantel blanco de su altar los propios toreros.
Capilla de Las Ventas, toros
Padre Nuestro, que estás en los ruedos…
Como pudo comprobar ‘Vida Nueva’ in situ en un reportaje hace unos años, en la pared derecha hay un minúsculo cuadro que impacta a quien lo lee, con dos textos escritos por Rafael Herrero Mingorance en diciembre de 1982. El primero es el ‘Padrenuestro torero’, y dice así: “Padre Nuestro, que estás en los ruedos, bien rezado sea Tu nombre. Venga a nosotros Tu quite… Hágase mi voluntad, no la del toro, así en el triunfo como en el miedo. La suerte nuestra de cada día, dánosla hoy. No nos dejes caer en las malas tardes y líbranos de daño. Amén”.
El segundo es el ‘Avemaría torero’: “Dios te salve, María, llena eres de consuelo; mi miedo es contigo. Bendita Tú eres entre la gente del toro y bendita es la casta de quien también estuvo solo, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros los toreros, ahora y en la hora de nuestra suerte. Amén”.
Rota una tradición de muchos años que establecía que a esa capilla solo podían pasar los toreros antes de una faena, ahora, al ser visitable junto al Museo Taurino, cualquier aficionado puede sentirse torero por unos minutos. También cuando, roto de miedo, mira al cielo y susurra una fe angustiada.
