El derecho (in)alcanzable a tener un hogar

Son las siete de la mañana y suena el despertador de Saray. Se levanta y prepara el desayuno para su hija de cuatro años. Mira el pronóstico del tiempo y ve que habrá fuertes lluvias a partir del mediodía. Esto le provoca mucho estrés, ya que recuerda el llanto de miedo de su pequeña cada vez que oye la fuerte lluvia caer sobre el techo de chapa de su chabola en Las Sabinas, un poblado chabolista de Madrid situado bajo la autovía de Extremadura a la altura de Móstoles.



La última DANA, en la que se inundó su hogar, ha provocado en su hija un miedo intenso hacia la lluvia. Saray le pide a Dios que no vuelva a ocurrir lo mismo y que les entreguen pronto la vivienda que les asignaron hace ahora diez años. Duda si llevar a su hija a la parada de autobús donde la recoge la ruta que la lleva al colegio, porque sabe que, a la vuelta, las calles del poblado van a estar llenas de barro.

A esa misma hora, en Parla, Yoselin se despierta para preparar el biberón a su bebé de nueve meses y el desayuno a su hija de seis años. Yoselyn vive en un piso de acogida para madres monoparentales con hijos de Cáritas Diocesana de Getafe. Lleva seis meses en este recurso, después de tener que dejar un piso en el que vivía con otras diez personas, en una habitación compartida con desconocidos. Antes de irse, le pedían 50 euros más por querer poner una cuna después de dar a luz a su bebé. Yoselyn llegó a España desde Perú con el mismo sueño que muchos otros migrantes: encontrar una tierra prometida en la que construir sus proyectos y donde poder ganar dinero para ayudar a su familia en su tierra natal.

También a las siete se despierta Julio. Lo hace en el centro para personas sin hogar San Vicente de Paúl, en Aranjuez. Un lugar donde Cáritas, al sur de Madrid, acoge a hombres en situación de calle. Julio es un joven de 26 años, centroafricano, que ha huido de su país porque el Gobierno lo perseguía tras matar a sus padres. Hoy tiene pensado ir en tren a una entrevista de trabajo que ha conseguido gracias a la ayuda de la psicóloga del centro. Tiene muchas esperanzas porque sabe que es la clave para poder alquilar una habitación, tener su intimidad y construir su vida.

Infraviviendas

Estas tres historias se mostraron en la presentación de la campaña anual para personas sin hogar de Cáritas Diocesana de Getafe, bajo el lema ‘Comparte tu red’. Saray, Yoselyn y Julio son tres ejemplos de personas con un denominador común: el sueño de un hogar.

En todas ellas destaca una pregunta: ¿qué es un hogar y qué representa para cada persona? Como asegura Noelia Fernández, responsable del Departamento de Acción Social de Cáritas en la Diócesis de Getafe, “la vivienda es ese lugar donde las personas pueden desarrollar su proyecto de vida, establecer relaciones y tener garantizados sus derechos”. Por ejemplo, para una persona que vive en una infravivienda del poblado de Las Sabinas, tener un hogar supondría “poder descansar por las noches, aunque llueva a mares y no tener que coger a sus hijos de noche y huir cuando esto pasa; poder tomar un vaso de agua del grifo o bañar a sus hijos sin tener que utilizar garrafas de agua; no vivir rodeados de escombros y basura”, detalla Fernández, que ha comprobado de primera mano cómo las recientes tormentas lo han puesto todavía más difícil para sobrellevar el día a día.

Cáritas tiene previsto reunirse en breve con varias familias para elaborar una denuncia  conjunta que será presentada ante el Instituto de la Vivienda de Madrid (IVIMA). Sus hogares están destruidos, llenos de lodo, agua y con graves daños. La situación es de tal gravedad que las familias más afectadas han pedido ayuda para alojarse en un hostal o en algún recurso de emergencia. Una situación de vulnerabilidad extrema que ha provocado que varios de los niños no puedan acudir al colegio al quedarse sin ropa y al haberse dañado su material escolar.

Denuncia sin respuesta

La capilla de Las Sabinas es reflejo de cómo la Iglesia se implica en la realidad del sinhogarismo y el asentamiento en sí es uno de los principales desafíos para Cáritas Getafe, en tanto que su invisibilidad con respecto a otros espacios marginales, como la Cañada Real, hacen que su grado de exclusión se recrudezca. El obispo de Getafe, Ginés García Beltrán, no es ajeno a esta encrucijada. Consciente del esfuerzo de la Comunidad de Madrid por comprar nuevas viviendas para realojar a las familias empadronadas en Las Sabinas hasta 2018, no olvida “a las personas que van a seguir malviviendo allí”. Es más, recuerda que se sigue esperando “la respuesta a la denuncia interpuesta por las familias que viven en el asentamiento ante el Defensor del Pueblo por la falta de acceso a agua potable”.

Lea más:
Noticias relacionadas
Compartir