El cardenal O’Malley: más autonomía de la comisión antiabusos ante Doctrina de la Fe


El presidente de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores, Seán Patrick O’Malley, está preocupado por el encaje del organismo que lidera dentro del Dicasterio de Doctrina de la Fe, tal y como estipula la nueva constitución apostólica ‘Praedicate Evangelium’. Así al menos lo manifestó en el discurso de apertura en la reciente Asamblea Plenaria de la Comisión al que ha tenido acceso en exclusiva Vida Nueva.



El purpurado se hace eco de las críticas de quienes pensaban que el organismo quedaría “bajo el control” de la Antigua Inquisición “poniendo así en peligro su independencia”. “Este temor ha quedado firmemente aparcado por las frecuentes indicaciones del Santo Padre garantizando la independencia de la Comisión de cualquier supervisión del Dicasterio de la Doctrina de la Fe”, expone.

Aun así, admite que “los esfuerzos generales para definir” la relación entre Doctrina de la Fe y la Comisión “han sido lentos”. En cualquier caso, desde Secretaría de Estado “se ha dejado claro que la Comisión no goza de la categoría, el estatus o la jurisdicción de un Dicasterio y, por lo tanto, es un órgano inferior de la Curia en términos de categoría, jurisdicción y derecho a compartir las funciones de gobierno de la Curia”.

La salvaguardia en la diana

Ante este dictamen O’Malley advierte de que “el tema de la salvaguardia está, por tanto, ausente en las reuniones del Romano Pontífice con los jefes de los Dicasterios, así como ausente de las reuniones y actividades a nivel interdicasterial”. “Esto parece una grave laguna que no estaba prevista en los debates sobre la nueva Constitución que tuvieron lugar en el C9”, sentencia. Una de cal, y otra de arena del purpurado, porque a renglón seguido aprecia que “el vínculo vital con el Dicasterio para la Doctrina de la Fe parece acertado”.

¿Su argumento? “Colocar la labor de prevención junto a la de disciplina es común en muchas partes de la sociedad civil, por lo que la ubicación conjunta podría ser muy fructífera”. Con todo esto, defiende que “la igualdad de las dos entidades debe mantenerse por varias razones, no siendo la menor de ellas que la Comisión nunca debe ser vista como sujeta y, por lo tanto, involucrada en el sistema de disciplina o justicia de la Iglesia”.

Amén de esta definición del estatutos de la Pontificia Comisión dentro de Doctrina de la Fe, el purpurado capuchino expone en su discurso los pilares de la reforma iniciada en la entidad para conformar “una nueva versión” que permita mejorar la lucha antiabusos, como introducir una auditoría anual sobre prevención o crean un programa de ayuda para las víctimas de países pobres.


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