‘Cartas a Dios’ o la muerte en rosa

JOSÉ LUIS CELADA | Quién le iba a decir a Édith Piaf, cuando popularizó La vie en rose allá por los años 40, que varias décadas más tarde un compatriota suyo, Eric-Emmanuel Schmitt, (d)escribiría y filmaría “la muerte en rosa”. Porque –sin ánimo de frivolizar sobre tan inapelable realidad– bien podría titularse así el segundo trabajo detrás de la cámara del dramaturgo galo. Aunque bautizado en España como Cartas a Dios, se trata de la adaptación al celuloide de su exitosa novela Oscar y Mamie Rose, traducida a decenas de idiomas y que permaneció durante más de tres años en las listas de libros más vendidos en su país.

Si la gran dama de la canción francesa ponía antaño voz a los sentimientos de una mujer enamorada, el padre literario de El señor Ibrahim y las flores del Corán o de la cinematográfica Odette Toulemonde (Una comedia sobre la felicidad) airea aquí otras intimidades. Son las confidencias, los temores, las dudas y preguntas que un niño gravemente enfermo transmite a su Creador, y que se elevan al cielo en puntuales misivas arrastradas por globos. Un poético recurso con el que culmina el juego propuesto por su curiosa acompañante tras la primera visita: vivir cada día como si transcurrieran diez años.

Ni los padres, ni los médicos, ni los otros pacientes… Nadie como esa malhumorada pizzera vestida de rosa (un color que no parece casual en el lúgubre ambiente hospitalario) para enseñarle sobre la vida, el dolor y la muerte. Al abrigo de la complicidad que se establece entre ambos, el pequeño descubrirá lo que significa enamorarse, sobrellevar preocupaciones o asumir responsabilidades; pero también aprenderá a sentirse más cerca de ese Dios que sufre en la cruz, el mismo al que, con naturalidad, pide valentía y paciencia para afrontar su inminente y fatal desenlace.

A primera vista, resultaría poco probable que un chaval en tales circunstancias se sumiera en reflexiones de tanto calado. Sin embargo, ya se encarga Schmitt de equilibrar (o aligerar) la carga dramática de su obra incorporando elementos oníricos (camas que vuelan, extravagantes combates de lucha libre femenina…) que, pese a alterar el ritmo narrativo, devuelven al relato cierta inocencia perdida. Pequeñas treguas que cumplen un importante cometido: evitar que una historia tierna, conmovedora y con un agradable aroma a verdad pueda perder su frescura y volverse ñoña o solemne (que nunca se sabe qué es peor).

Son muchas, por tanto, las lecciones que nos dejan estas Cartas a Dios: la confianza frente al miedo a lo desconocido, la mirada a cada nuevo amanecer como si fuera el primero, la entrega generosa de la compañía más insospechada… Y una esperanzadora noticia, especialmente para este noble arte: “Cuando la medicina ya no puede salvar –admite el director–, todavía puedes ser salvado por el humor y la imaginación”. Dios lo quiera.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Oscar et la dame rose

GUIÓN Y DIRECCIÓN: Eric-Emmanuel Schmitt, basado en su novela Oscar y Mamie Rose

FOTOGRAFÍA: Virginie Saint-Martin

MÚSICA: Michel Legrand

PRODUCCIÓN: Philippe Godeau

INTÉRPRETES: Michèle Laroque, Amir Ben Adelmoumen, Max von Sydow, Amira Casar, Mylène Demongeot, Constance Dolle, Jérôme Kircher

En el número 2.751 de Vida Nueva

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