¿Existen las plagas bíblicas?


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Hace unas semanas, casi todos los medios de comunicación se hicieron eco de una plaga de langostas que asolaba algunas fincas de la comarca de La Serena (Badajoz), en concreto, de los municipios de Cabeza del Buey, Zarza Capilla y Peñalsordo. Naturalmente, esa plaga fue calificada con facilidad como “bíblica”, sin duda recordando uno de los más famosos episodios del Éxodo. En efecto, la octava plaga de Egipto consistía en una invasión de langostas: “‘Si te niegas a dejar marchar a mi pueblo ‒le dice Moisés al faraón‒, mañana traeré la langosta sobre tu territorio; cubrirá la superficie de la tierra, de modo que esta no pueda verse. Devorará todo el resto que se salvó de la granizada y comerá todo árbol que crece en vuestros campos. Abarrotarán tus casas, las casas de todos tus servidores y de todos los egipcios; algo que no vieron tus padres ni tus abuelos desde que poblaron la tierra’ […] Al amanecer, el viento del este había traído la langosta. La langosta invadió toda la tierra de Egipto y se posó en todo el territorio egipcio; fue tal la cantidad de langostas que nunca la había habido ni la habrá. Cubrió toda la superficie de la tierra, ennegreciendo el territorio; devoró toda la hierba de la tierra y todos los frutos de los árboles que habían quedado del granizo hasta hoy” (Ex 10,4-6.13-15).



Pero no es este el único lugar de la Biblia en que se mencionan las langostas. De hecho, en el comienzo de la profecía de Joel se describe una plaga de esos insectos; la pluriforme mención de diferentes ortópteros es una forma plástica de subrayar la dureza de la plaga: “Lo que dejó el saltón se lo comió la caballeta, lo que dejó la caballeta se lo comió el saltamontes, lo que dejó el saltamontes se lo comió la langosta” (Jl 1,4).

Apocalipsis

El Apocalipsis, aludiendo a la plaga del Éxodo, la reinterpreta creativamente cuando describe la visión de la quinta trompeta: “Del humo salieron langostas hacia la tierra, y les fue dado poder como el poder que tienen los escorpiones de la tierra. Se les dijo que no hicieran daño a la hierba ni a nada verde ni a ningún árbol, sino solo a las personas que no llevan el sello de Dios en la frente. […] Y el aspecto de las langostas era como de caballos preparados para la guerra; llevan en la cabeza una especie de coronas que parecen de oro, y sus rostros eran como rostros humanos. Y tenían cabellos como cabellos de mujer, y sus dientes eran como de león. Y tenían corazas como corazas de hierro, y el ruido de sus alas era como el ruido de carros con muchos caballos que corren al combate. Tienen colas como de escorpiones, y aguijones, y en sus colas reside su poder para dañar a los hombres durante cinco meses. Tienen como rey sobre ellos al ángel del abismo; en hebreo, su nombre es ‘Abaddón’ y en griego ‘Apolíon’ [Exterminador]” (Ap 9,3-4.7-11).

Para decir si existen las plagas bíblicas, habrá que preguntar a los agricultores que las padecen.