Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

¿Qué ha hecho Francisco en Venecia?


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La visita

Francisco ha roto nuevamente los presagios fatalistas en torno al Papa enfermos y ha sido visto zarandeando las olas de la laguna de Venecia en una intensa mañana de domingo. La excusa de la Bienal de Arte ha sido una oportunidad para escuchar el mensaje encarnado del evangelio de los labios de su pastor. Por ello no es indiferente que jornada haya comenzado en la prisión de Giudecca, donde está el pabellón de la Santa Sede. Algo que no podría imaginar ni el ‘Joven Papa’ de Sorrentino y que ha traído al recuerdo –según he leído pero siento haber descuidado la referencia– de un ‘perfil roncalliano’ de nuevo en la Serenìsima.



En un encuentro con las reclusas, Francisco ha remarcado que “todos somos hermanos aquí y nadie puede negar al otro”.  “Todos saldremos de este patio muy enriquecidos, tal vez el más enriquecido sea yo”, señaló sin disimular que “la cárcel es una realidad dura”. Por ello reivindicó que “nadie quita la dignidad de la persona” y que “es fundamental que el sistema penitenciario también favorezca a los presos y reclusos herramientas y recursos para el crecimiento humano, espiritual, cultural y profesional, creando las condiciones para una sana reinserción”.

Ya con los artistas, Francisco, en la capilla de la cárcel, reivindicó que “el mundo necesita artistas”, tal como “lo demuestra la multitud de personas de todas las edades que frecuentan lugares y eventos de arte”. Para el Papa “sería importante que las diversas prácticas artísticas pudieran constituirse en todas partes como una especie de red de ciudades de refugio, colaborando para liberar al mundo de antinomias sin sentido y ahora vacías, pero que pretenden imponerse en el racismo, la xenofobia, la desigualdad, desequilibrio ecológico y de la aporofobia, ese terrible neologismo que significa ‘fobia a los pobres’”, ya que “detrás de estas antinomias siempre está el rechazo del otro”. En el encuentro en esa prisión femenina incluso ha citado a artistas como Frida Khalo, Corita Kent o Louise Bourgeois.

Posteriormente, aunque todo dentro de la misma mañana. Francisco llegó en barca a la basílica de Santa María de la Salud para tener un encuentro con los jóvenes. “Estamos hoy aquí para esto: para redescubrir en el Señor la belleza que somos y alegrarnos en el nombre de Jesús, Dios joven que ama a los jóvenes y que siempre sorprende. Es muy importante estar preparados para las sorpresas de Dios”, instó apuntando a las actitudes de María. “Dios sabe que [las personas], además de bellas, somos frágiles, y las dos cosas van juntas: un poco como Venecia, que es espléndida y delicada al mismo tiempo”. Por ello clamó: “¡No nos dejemos paralizar por la melancolía, tendamos la mano a los demás!”.

Ya en la misa en la Plaza de San Marcos –antes de un momento de oración personal ante los restos del evangelista–, el pontífice destacó que Venecia “es una con las aguas sobre las que se asienta, y sin el cuidado y protección de este entorno natural podría incluso dejar de existir”. “Nuestra vida también es así”, ha subrayado, ya que “también nosotros, habiendo estado siempre sumergidos en las fuentes del amor de Dios, hemos sido regenerados en el Bautismo, hemos renacido a una vida nueva por el agua y el Espíritu Santo e insertados en Cristo como los sarmientos en la vid”, en sintonía con el evangelio del día. “Es hermoso que en vuestra ciudad se pueda respirar el clima de la Bienal, que recoge, explora y difunde la riqueza multifacética de las artes”, apuntó el Papa en su despedida.

La sacristía

En los días previos a la visita la edición local del ‘Corriere’, ‘Il corriere del Veneto’, publicaba un extenso análisis sobre la situación religiosa de la región apuntando que “el Véneto ya no es la ‘sacristía’ de Italia porque, era el titular de la noticia, ya solo cuenta con “la mitad de los curas” y entre los fieles sólo el 18% van a misa”. En el artículo de Andrea Priante se repasa la historia de la región como auténtico semillero vocacional y se concluye que “hoy, de la sacristía de Italia sólo quedan los muros de las siete mil iglesias construidas a lo largo de los siglos y hoy desoladoramente vacías”.

En las nueve diócesis de la región italiana del Véneto hay 2.070 parroquias concentradas mayoritariamente en torno a Padua, Verona y Vicenza… seguidas de lejos por Venecia. De los 6.000 sacerdotes que había en los años 70 ahora quedan ahora unos 3.700 entre religiosos y diocesanos. “Nuestros sacerdotes están cada vez más agotados, estresados y deprimidos, obligados a correr de una parroquia a otra y a ocuparse de todas las tareas”, señalan algunos vecinos explicando el dato que, en la región, “una media de dos o tres sacerdotes al año pide tomarse un año sabático”.

Sobre los fieles los datos dicen que “apenas el 18,7% de la población acude a un lugar religioso al menos una vez por semana (justo por debajo de la media italiana), y uno de cada tres no va nunca a misa”. También se han desplomado los datos de matrimonios religiosos y “según algunas estimaciones, el 30% de los niños no están bautizados” y los datos de alumnos de religión también cae cada año. Ahora bien, hay iniciativas de pastoral juvenil que mantienen su éxito como el Festival Bíblico o el crecimiento insospechado –las matrículas han crecido más del 49% con los actuales 25.000 alumnos– de los cinco institutos de ciencias religiosas del Véneto. Parece que algo está brotando.