¿Bendición de los herejes?


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En la última entrega de este blog hablaba de Mateo y su evangelio y de cómo se vio atacado desde dentro de su contexto judío original, hasta ser expulsado de la sinagoga. Algunos autores han visto este momento en la modificación de una oración que aún hoy se sigue rezando entre los judíos: la ‘Shemoné ezré’ o plegaria de las “Dieciocho [bendiciones]”. Se trata de una oración compuesta –como su propio nombre indica– por dieciocho bendiciones –a propósito de diversas cuestiones–, porque todas acaban así: “Bendito seas, Señor…”



La modificación de la que hablamos consistió en la introducción de la actual duodécima “bendición” –la ‘birkat ha-minim’ o “bendición de los herejes”– que, en realidad, es una maldición: una autoimprecación que habría tenido como objetivo precisamente la expulsión de la sinagoga de determinados “herejes”, entre ellos, quizá, los cristianos.

El problema es que hay varias versiones de esta “bendición”. De modo que podemos encontrar: “Que para los herejes y para los delatores no haya esperanza, y que todos los pecadores perversos perezcan en un instante. Que todos tus enemigos y todos los que te odian sean prontamente exterminados. Y que prontamente extirpes, quiebres, extermines y sometas el reinado del mal. Bendito seas, Señor, que quiebras a los enemigos y sometes a los pecadores alevosos”. O esta otra parecida: “Que los calumniadores no tengan esperanza. Que todos los que obran mal perezcan en un instante y que los enemigos de tu pueblo sean cortados cuanto antes. En cuanto a los arrogantes, apresúrate a desarraigarlos, a aplastarlos, a aniquilarlos y a confundirlos, pronto, en nuestros días. Bendito seas, Señor, que aplastas a los enemigos y confundes a los arrogantes”.

Expulsión de los cristianos

Pero también hay versiones en que se menciona explícitamente a los cristianos, como esta: “Que no haya esperanza para los apóstatas, y desarraigues el reino de la arrogancia, rápidamente y en nuestros días. Que los nazarenos [cristianos] y los sectarios perezcan en un momento. Que sean borrados del libro de la vida y no sean inscritos junto con los justos. Bendito seas, Señor, que sometes a los soberbios”.

La verdad es que se discute si esta duodécima bendición se introdujo para expulsar de la comunidad judía a los herejes en general, y solo más tarde, por necesidades locales, se mencionó explícitamente a los cristianos. En todo caso, lo que resulta claro es que la “bendición” indica que la separación entre judíos y cristianos ya se había producido.