Alumar, el mástil de las mujeres orensanas

Cáritas desarrolla en Orense un comprometido plan de atención a la mujer

(Miguel Ángel Malavia) Las mujeres de Orense saben que cuentan con un mástil al que poder aferrarse en caso de que la tempestad llegue a sus vidas. El Centro ‘Alumar’ (vocablo gallego que en castellano significa alumbrar, dar luz), que funciona como Departamento de Atención a la Mujer de Cáritas local, sin preguntar un porqué ni prejuzgar a nadie, atiende de modo desinteresado a todas las mujeres que llegan a él para que les ayuden en sus problemas.

Así, al centro acuden desde prostitutas a indigentes, pasando por enfermas mentales, sin papeles y aquellas que han sucumbido a la droga. Sin olvidar a las que tienen otras dificultades “menos dramáticas”, como las mujeres que viven en la absoluta soledad o las que tienen problemas para conciliar su vida laboral con la familiar.

Carmen Iglesias, proveniente de Cáritas Santiago, y que lleva un año dirigiendo ‘Alumar’, tiene clarísimo que su prioridad, ante todo, es que “las mujeres sepan que tienen un sitio al que poder ir cuando algo va mal, que tengan conciencia de que no están solas”. De este modo, lo primero que hacen en el centro cuando una mujer acude a él es hablar con ella y saber cuál es su situación. A continuación, se actúa directamente para tratar de solucionar su problema concreto, siendo las respuestas realmente diversas. Con un equipo de 12 voluntarios y cuatro trabajadores (que van desde pedagogos, psicólogos, abogados o formadores laborales), asesoran jurídicamente a inmigrantes cuya situación ilegal es irregular, recogen en guarderías a niños cuyas madres no pueden atenderlos a tiempo completo o acompañan a las prostitutas del barrio.

Su atención a las prostitutas fue el germen del centro, que surgió en 1999 cuando el entonces obispo orensano Carlos Osoro (que actualmente ejerce su magisterio en Oviedo) pidió a las hermanas oblatas que las ayudaran en lo que pudieran. De esa primera acción salió la semilla de lo que hoy es ‘Alumar’. Desde aquí su acción con las prostitutas abarca todos los campos: les ofrecen una tarjeta sanitaria, les informan de sus derechos, les proporcionan espacios de seguridad y, lo más importante, les ofrecen “compañía” y les muestran “otro mundo, otras alternativas”, afirma satisfecha Carmen Iglesias.

Las dueñas de su propia vida

Otra de las acciones del departamento es su oferta formativa, que incluye diversas etapas y posibilidades: talleres de autoestima, de alfabetización, de preparación laboral… “Se trata de que conozcan sus posibilidades, de que sepan que pueden ser las dueñas de su propia vida”, concluye Carmen. La directora habla del taller de alfabetización, que actualmente incluye a nueve mujeres (al año suelen atender en todos los talleres a unas 100), dos de las cuales provienen de países islámicos. “Una de ellas llevaba cuatro años aquí y no sabía ni una palabra de español. Ahora sabe que puede valerse por sí misma y salir de casa sin su marido, que a su vez la valora más”. Carmen, que ha vivido episodios realmente duros, recuerda uno de ellos que la marcó especialmente. “Una vez acompañé a una joven prostituta que volvía a su país, Nigeria. Iba también con gente de la Cruz Roja, por lo que la última escala la hicimos en Zurich, donde está su sede central. Fue dramático. Ningún país, salvo Suiza, le permitía el paso por estar indocumentada. Ella estaba aterrada, muerta de miedo por el infierno del que no le dejaban huir”. 

‘Alumar’, ejemplo de una Iglesia viva que apuesta radicalmente por ayudar al que más lo necesita, que muestra cómo incluso los problemas más dramáticos pueden tener solución con unos oídos amigos que los escuchen y unas manos amorosas que les lleven esperanza.

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