Iker Jiménez: “La vida es un enigma inabarcable”

Director de ‘Cuarto Milenio’ y ganador de la última Antena de Oro

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Iker Jiménez: “La vida es un enigma inabarcable” [extracto]

ÁNGELES LÓPEZ | Como García Márquez con su Macondo, Iker Jiménez ha creado su comunidad “milenaria”. Bien sea desde Cuarto Milenio, desde su extinto programa en la SER o su actual espacio en RadioSet: únicamente trasmite aquello en lo que cree. Es un entusiasta asombrado ante el enigma de la vida; una rara avis dentro de los contadores de historias mediáticos, capaz de acercarnos a la maldad de los buenos y la bondad de los malos. No hace programas, sino estudios caracterológicos. Más allá de psicofonías, le apasiona la verdad primigenia y nuestras raíces. Hablamos con el Premio Ondas, el ganador de la última Antena de Oro, el hombre bueno “machadiano”…

PREGUNTA.- RadioSet, undécima temporada de Cuarto Milenio… ¿Solo ansía abundar en la tosquedad humana?

RESPUESTA.- Creo en el viaje iniciático. En la transformación constante. Sentía que es lo que tenía que hacer. Empezar de nuevo es algo apasionante. Hacerlo descolgándote de un éxito es muy interesante. Se aprende mucho.

P.- Lloré en su despedida. Aunque ser padre le colme, ¿no ha dejado huérfanos a muchos oyentes?

R.- Yo también lloré. Como un niño. De emoción, no de pena. Mi hija Alma es uno de los motivos de este giro. Vivo con ella las 24 horas. Pero necesito aprender más aún de la experiencia única de estar en contacto con un ser puro. Es mi única oportunidad de rozar y reencontrarme con lo que de verdad importa. No puedo dejarlo pasar. Ahora soy aún más feliz.

P.- Menos ovnis, pero más zoología, arqueología, neurología, tecnología… ¿Siente cada vez más interés por el más acá que por el más allá?

R.- Sí. La vida es un enigma inabarcable. Siento que debería vivir muchas vidas para simplemente rozar la capa más superficial del verdadero misterio de la realidad.

P.- Ahora que escuchamos hablar de líneas rojas, ¿dónde se sitúa la suya?

R.- Nunca haría algo por dinero. Nunca lo he hecho. Creo que ahí empiezan todos los males.

P.- ¿Tiene alguna idea para salir del bucle en el que estamos metidos?

R.- Hay que cambiar la educación. De raíz. No vale lo que hay ahora. No vale. El sistema está emponzoñado desde la cuna. Solo importa el tener y no el ser. Me da asco lo que veo muchas veces. Hay que enaltecer el amor a la vida, a los lazos afectivos profundos, a la infancia como posibilidad luminosa de futuro, al trabajo honesto y bien hecho. La creatividad es la pieza clave del cambio.

P.- ¿Lo paranormal está reñido con la fe?

R.- No. Lo paranormal es la muestra, si quieres esporádica o marginal, de que hay realidades inmensas más poderosas que nosotros y de las que no sabemos nada. Son una voz profunda que nos dice: “Pobre ser humano, no sabes casi nada, sé consciente de ello”.

P.- ¿Le puedo preguntar, en román paladino, si cree en algo?

R.- Creo profundamente en la trascendencia. En el alma. En que volveremos a una luz inefable e indefinible. La luz del inicio del todo. Quienes lo merezcan, claro. Que contracorriente y poco moderno suena, ¿verdad? Pero mi vida cambió tras tres horas en Altamira a solas. No he logrado explicarme lo que pasó. Pero sé que algo muy importante ocurrió y me transfiguró. De la caverna mágica creo que salió alguien mejor y más comprometido.

P.- ¿Qué le preguntaría al Papa si le tuviera delante?

R.- No lo sé… Creo que el Papa sabe tan poco como yo del verdadero misterio. Es tan lejano a él como yo.

P.- Después de palos, sinsabores y un alto sentido ético, ¿asume que su destino es el de un solitario errante?

R.- No conozco mejor camino. Creo en esa senda.

Dicto sentencia

  • “Creo en lo que hago. Creería, aun con todo el mundo en contra. Poner el alma en lo que se hace es la fórmula que yo conozco. Reconozco, y me inquieta, que no sé cómo se hace uno entusiasta. Me gustaría saberlo. Es un enorme misterio”.
  • Dicen que Iker no engaña, no es un cínico: “Lo percibe determinado receptor. Pueden estar de acuerdo conmigo o no. Pero detectan esa fuerza. Perciben a alguien que le apasiona lo que hace y que pretende apasionar a los demás”.

En el nº 2.977 de Vida Nueva

 

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