Entrevista con el escritor español, Premio Planeta 2011
Tomás Moro, escritor español
ÁNGELES LÓPEZ | El 30 de noviembre de 1803, por orden del rey Carlos IV, una corbeta zarpó del puerto de La Coruña en una aventura sin precedentes. Junto a dos médicos y la rectora de un orfanato viajan veintidós niños huérfanos cuya misión consistía en llevar la vacuna de la viruela hasta el Nuevo Mundo y el Lejano Oriente, pasándose el virus de brazo a brazo durante la travesía. Salvaron a cientos de miles de personas. Javier Moro –premio Planeta 2011– relata en A flor de piel (Seix-Barral) la proeza humanitaria de la Expedición Balmis, en el que ha sido considerado uno de los diez mejores libros de 2015.
PREGUNTA.- Aunque los protagonistas tienen sus intereses (Balmis soñaba con la gloria, Salvany con curarse y Zendal con reinventarse), estaban imbuidos del espíritu de la Ilustración, hacer algo por la humanidad…
RESPUESTA.- Fue una época muy interesante, en la que la ciencia se abrió paso a duras penas en un mundo dominado por la superstición. La Ilustración fue el principio de la Modernidad. El mundo se empezó a ver de otra manera. Los personajes de A flor de piel están imbuidos de ese espíritu de hacer algo por el bienestar de los demás.
P.- Siguiendo ese espíritu y también una cita de Gandhi que cuelga de su despacho, cuando a usted no le gusta algo, piensa qué puede hacer para cambiarlo. ¿Por eso puso en marcha las clínicas en Bhopal?
R.- Los libros no solo sirven para entretener. Me han dado enormes satisfacciones, como poder transformar, en pequeña medida, la realidad. Esa fue la historia de Era medianoche en Bhopal, el libro que escribí con Dominique Lapierre. Con el dinero de los derechos de autor, ayudamos a fundar una clínica especializada en curar a las víctimas del envenenamiento de Bhopal. Conseguimos devolver a las víctimas algo de lo que nos dieron al contarnos sus historias.
P.- Dice que “lo mejor para España es abrirle la puerta a la inmigración”. ¿Por qué?
R.- No hay más que mostrar la pirámide de población de España para ver que estamos ante un drama demográfico. La tasa de natalidad es bajísima y los españoles ya no quieren hacer ciertos trabajos que reservan para los inmigrantes. ¿Quién hará funcionar el aparato productivo dentro de unos años? ¿Cómo se pagarán las pensiones si no trabaja suficiente gente?
P.- “Siempre que he escrito sobre personajes vivos he tenido problemas”. ¿No se atrevería con Francisco?
R.- Es, sin duda, un gran personaje, aunque he visto una película sobre él que deja mucho que desear. También es cierto que es muy complejo escribir sobre santos; recuerdo que uno de los trabajos más difíciles que me encargaron fue un guion sobre la vida de la Madre Teresa de Calcuta. Quizás sea un poco pronto para escribir su vida, que promete ser muy interesante.
P.- ¿Y cómo lo evalúa?
R.- Soy un admirador. Cuando escribí mi primer libro, Senderos de libertad, conocí a muchos obispos y misioneros afines a la Teología de la liberación, y recuerdo que se sentían desprotegidos y abandonados por la Iglesia, a pesar de la labor tan necesaria que estaban desarrollando. Con Francisco, las cosas están volviendo a su cauce, a una Iglesia volcada en los pobres.
P.- Ha conocido medio planeta, con sus distintos credos y modos de fe, ¿con cuál sintoniza mejor?
R.- Con el cristianismo de base, porque he visto cómo esos misioneros ayudan a la gente a organizarse, a vivir con dignidad, a luchar por sus derechos. El obispo Pedro Casaldáliga es todo un ejemplo.
Dicto sentencia
- Empezó como investigador en varios libros de Dominique Lapièrre (del que es sobrino) y Larry Collins.
- Amén de cosechar varios éxitos literarios, pocos saben que escribió guiones en nuestro país (Crónica del alba o Valentina) y en Los Angeles, para varios realizadores, entre ellos, Ridley Scott.
- “Me gusta cocinar platos exóticos porque me recuerdan a mis viajes. Pero también lentejas o fabes con almejas”.
En el nº 2.972 de Vida Nueva
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