Sudáfrica despide al obispo Desmond Tutu

La catedral anglicana de Ciudad del Cabo acoge el funeral de estado en el que la familia y diferentes autoridades han alabado la labor reconciliadora del prelado

Los estragos de la última variante del coronavirus no han frenado que la despedida del arzobispo anglicano Desmond Tutu en Sudáfrica sea relativamente multitudinaria. Este 1 de enero ha sido velado en un sencillo ataúd de pino al que han desfilado centenares de personas en Ciudad del Cabo. Todos han destacado su lucha por la igualdad de todas las razas, credos y orientaciones sexuales. Aunque ha sido catalogado como funeral de estado, Tutu había dejado dicho que quería una celebración sencilla y barata por lo que se ha reducido el protocolo.

En la catedral del pueblo

La histórica catedral de San Jorge –la iglesia anglicana más antigua del sur de África– ha acogido los funerales del arzobispo emérito que llegaba el jueves, 30 de diciembre escoltado por dos filas de clérigos (pastoral incluidas) anglicanos mientras la familia de Tutu acompañaba el ataúd. Muchos fieles han depositado velas en el templo. Por allí han pasado unas 2.000 personas el primer día y el 31 la cola ha llegado a alcanzar más de un kilómetro. En el templo, en el funeral, estaban la viuda del prelado, sus 4 hijos, 7 nietos y sus dos biznietos, así como un centenar de familiares junto a diferentes autoridades.

En el columbario de dicha catedral serán depositados sus restos tras la incineración. Ese mismo templo fue convertido por Tutu en un centro de actividad contra el apartheid, por eso Nelson Mandela la llamaba la ‘Catedral del Pueblo’. Para el clérigo Michael Lapsley, Tutu ha sido “un gigante moral. Era un gigante moral y espiritual amado y venerado por luchar por la igualdad de todas las personas”. Una de las primeras mujeres sacerdotes ordenadas por Tutu, Wilma Jakobsen, señaló que gracias a Tutu “la cara de la iglesia anglicana en Sudáfrica ha cambiado. Tiene mujeres sacerdotes y mujeres en posiciones de liderazgo. Tiene gente de todos los colores”.

El empujón divino

El cardenal Wilfrid Napier, arzobispo emérito de Durban, destacaba en un artículo de ‘L’Osservatore Romano’ a Tutu como “un líder de la Iglesia profundamente comprometido con el movimiento ecuménico, que trabajó con perseverancia para acercar a las Iglesias con el fin de realizar esfuerzos más eficaces para reducir las brechas políticas, económicas y especialmente sociales que amenazaban con dividir aún más a nuestro pueblo”.

El funeral ha contado con la homilía del obispo emérito Michael Nuttall, muy cercano a Tutu. “Desmond no estaba en una cruzada de engrandecimiento personal o egoísmo. La respuesta de Desmond a las graves injusticias surgía de lo más profundo de su ser y a menudo en respuesta a lo que él llamaba ‘el empujón divino’”, señaló. “Pequeño en estatura física, era un gigante entre nosotros moral y espiritualmente. Su fe era auténtica, no falsa ni a medias. La vivió, incluso a costa de sí mismo, con un amor inclusivo y omnipresente. Su amigo, Nelson Mandela, lo expresó perfectamente cuando dijo: ‘A veces estridente, a menudo tierna, nunca temerosa y rara vez sin humor, la voz de Desmond Tutu siempre será la voz de los sin voz’”, recordó.

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