Francisco, Naruhito, y las lágrimas del Papa por las bombas atómicas en Japón

La jornada del lunes en Tokio para Francisco incluyó el encuentro más institucional de esta gira asiática del Papa: una audiencia con el emperador Narhuito en el Palacio Imperial, apenas seis meses después de que asumiera el trono nipón. No en vano se trata de la monarquía más antigua del mundo y el emperador está reconocido en la Constitución nipona como el “símbolo del Estado y de la unidad de su pueblo”.

El Papa llegó al palacio en torno a las once de la mañana y fue recibido a la entrada por el emperador, con el que mantuvo una conversación durante aproximadamente una hora. Poco ha trascendido de la cita, pero lo suficiente para mostrar el clima de cordialidad que se generó entre ambos.

Recuerdo de infancia

Así Francisco expuso al emperador sus recuerdos, cuando tenía 9 años y tuvo noticia de que las bombas atómicas habían caído sobre Hiroshima y Nagasaki. El Papa le confesó a Naruhito que lloró al ser consciente de la magnitud del bombardeo.

Por su parte, el monarca agradeció encarecidamente al Pontífice que, previamente a su encuentro hubiese decidido visitar a las víctimas del terremoto y el tsunami de Fukushima que tuvo lugar en 2011. Este fue el punto de partida para que ambos compartieran sus inquietudes por el cuidado de la Casa Común y sobre uno de los efectos directos de la explotación natural: el acceso al agua potable.

Especialmente significativo fue el intercambio de obsequios. El Papa le regaló a Naruhito un cuadro en mosaico del artista romano Filippo Anivitti que muestra el arco de Titio, que se encuentra en los foros imperiales romanos.

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