Francisco denuncia en el ángelus que “casi 2.000 hombres, mujeres y niños han perdido la vida” este año en el Mediterráneo

“El Señor sabe que la barca de la vida, como la barca de la Iglesia, está amenazada por vientos contrarios y que el mar en el que navegamos es a menudo agitado”, constata el Papa

El papa Francisco no ha faltado este mediodía al rezo del ángelus desde la ventana del estudio del Palacio Apostólico vaticano. Ante numerosos fieles que se han reunido en la Plaza de San Pedro para la oración mariana, el pontífice, además de recordar al pueblo ucraniano, ha destacado que “un otro trágico naufragio ha sucedido en el Mediterráneo perdiendo la vida 41 personas” y lamentó este año  “casi 2.000 hombres, mujeres y niños han perdido la vida en este mar buscando llegar a Europa  es una herida abierta de la humanidad” por lo que hizo un llamamiento a las autoridades diplomáticas y políticas y agradeció a las instituciones que se empeñan en la ayuda a estas víctimas. Pidió por la paz en Camerún, uniéndose a una vigilia de oración que se realizará este lunes, 14 de agosto, víspera de la fiesta de la Asunción. También aseguró su oración a quienes han padecido los incendios en Hawai. En lo saludos a los fieles, recordó especialmente a quienes compartieron en Lisboa la JMJ.



Ante la oscuridad del mal

Comentando el evangelio del día en el que Jesús camina sobre las aguas del lago de Galilea (cf. Mt 14, 22-33), el Papa se preguntaba por qué Jesús manda a los discípulos a faenar de noche. Para Francisco “detrás del caminar sobre las aguas hay un mensaje que no es inmediato para nosotros” ya que esas aguas imposibles de dominar en momento de tempestad “recordaban las tinieblas del inframundo”. Así, recreó Francisco, “los discípulos se encuentran en medio del lago, en la oscuridad: en ellos está el miedo a hundirse, a ser absorbidos por el mal” y Jesús se presenta caminando “sobre las aguas, es decir, sobre esas fuerzas del mal”.

“He aquí el significado del signo: los poderes malignos, que nos asustan y que no somos capaces de dominar, con Jesús se reducen de tamaño. Él, caminando sobre las aguas, quiere decirnos: ‘No tengáis miedo, pondré a vuestros enemigos bajo vuestros pies’ –es un bonito mensaje este–: ¡no las personas!, esos no son los enemigos, sino la muerte, el pecado, el demonio: a estos enemigos Él los pisotea por nosotros”, reclamó.

Invocar y acoger a Jesús

El Papa recalcó que “Cristo nos repite hoy a cada uno de nosotros: ‘¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!’. Ánimo, porque estoy aquí, porque ya no estáis solos en las aguas turbulentas de la vida”. Por ello, ante el miedo y la oscuridad, Bergoglio invitó a imitar a los discípulos en el Evangelio en “invocar y acoger a Jesús”. Las palabras de Pedro “¡Señor, sálvame!” son para Francisco una “oración hermosa, expresa la certeza de que el Señor puede salvarnos, de que vence nuestro mal y nuestros miedos”. Por ello, el pontífice invitó a todos los peregrinos a repetir esta expresión.

“El Señor sabe que la barca de la vida, como la barca de la Iglesia, está amenazada por vientos contrarios y que el mar en el que navegamos es a menudo agitado”, prosiguió. Ante esto, añadió, Jesús “no nos preserva de la fatiga de la navegación, sino que –el Evangelio lo subraya– exhorta a los suyos a zarpar: es decir, nos invita a afrontar las dificultades, para que también ellas se conviertan en lugares de salvación, en ocasiones de encuentro con Él. Él, de hecho, en nuestros momentos de oscuridad sale a nuestro encuentro, pidiendo ser acogido, como aquella noche en el lago”.

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