Héctor Sampieri Rubach, director del Pontificio Instituto Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia en México
Director del Pontificio Instituto Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia en México

¿Sabemos dialogar con nuestra realidad?


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En nuestro encuentro anterior revisamos las diversas modalidades y tipos de coaching de manera general, entendiendo que este estilo de acompañamiento, el primero que analizamos en este espacio digital, puede tener matices y aplicaciones diversas de acuerdo al contexto y a las necesidades de la persona.



He ahí, velada tras la concepción del asunto, una gran verdad de la década del acompañamiento que estamos iniciando en una época complicada de nuestro siglo: ¡existen muchas maneras de apoyar y servir a las personas ante retos y necesidades específicas! Los caminos únicos se han cerrado, y las opciones para recorrer la senda de la vida, acompañado profesionalmente por alguien, se han mostrado como un racimo de opciones posibles.

Comentemos hoy una primera senda, un estilo de coaching que combina una metodología de conversación y una fundamentación antropológica consolidada. Generando un valor agregado que orienta la acción de quien desea ser un verdadero profesional del acompañamiento.

Trabajo interdisciplinario

El modelo de coaching dialógico ve la luz en Madrid, dentro del Instituto Directivo de Desarrollo Integral de la Universidad Francisco de Vitoria, a partir del año 2009, con una rigurosa investigación sobre los diversos modelos de coaching presentes en el mercado.

Mediante procesos de entrenamientos recibidos en las diferentes metodologías, revisión bibliográfica extensa, práctica directa con clientes a nivel personal y empresarial y otras variables propias de toda construcción metodológica, el equipo de la universidad comandado en su momento por Susana Alonso y Natalia Márquez logra, en el año 2013, la publicación del modelo difundiendo por el mundo los resultados de su trabajo interdisciplinario.

El modelo se articula gráficamente como un árbol; en las raíces se depositan los principios, a modo de intuiciones metodológicas para el coach; en el tronco, las actitudes o maneras de conducirse del coach dialógico en su encuentro con el cliente; y, por último, en las ramas, a modo de frutos, las competencias que se pondrán en juego sesión a sesión con el cliente y que dan cuerpo a las habilidades básicas de acompañamiento que hemos indicado previamente en este espacio.

La característica principal, que brinda una diferencia evidente con los otros modelos mencionados en este escrito, y otros enfoques disponibles en el ancho mundo del coaching, es su sólida fundamentación antropológica. Dicha fundamentación fue preparada por un equipo de filósofos que colaboraron de la mano, y desde el inicio, con los especialistas en coaching que han cimentado los pilares de este estilo de acompañamiento.

Es de resaltar, además de la fundamentación referida, la perspectiva de visualizar al coaching como algo más que un simple servicio profesional o un método de ayuda entre personas, pues le brinda a este acompañamiento la categoría de un encuentro interpersonal. Transformado el contexto de una conversación orientada a descubrir el desafío que la realidad personal “esconde” y que debemos esforzarnos por “desvelar”.

El concepto de encuentro, retomado por los autores del modelo desde la filosofía del diálogo y desde el personalismo, destacándose entre otras referencias Alfonso López Quintás, nos permite descubrir que esta metodología de coaching entiende al ser humano como alguien con una importante tarea por desarrollar: construirse a sí mismo mediante el diálogo con la realidad y mediante el encuentro con quienes le rodean.

El modelo sostiene directamente que: “…la persona es esencialmente un ser dialógico, que despliega todas sus capacidades y configura su identidad en el encuentro con otras realidades, y de modo muy particular en la relación de encuentro con otras personas. Por eso describimos al hombre como ser de encuentro”.

El acompañamiento personal que ofrece el coaching puede entonces ser un espacio de co-creación y un “laboratorio” para la generación de la personal respuesta ante los desafíos y retos que la realidad representa para el cliente. Un entrenamiento constante para dialogar con la vida misma y su significado.

El encuentro dentro del coaching dialógico es definido como: “…un auténtico vínculo, basado en el respeto, la confianza y la colaboración, que tiene como finalidad atender las posibilidades creativas del cliente y desarrollarlas. Es un espacio de realización para el cliente, un espacio para la creación de algo nuevo, para que el cliente encuentre nuevos sentidos a su realidad que le permitan trazar un camino verdaderamente significativo y transformador para él”.

Trabajar el acompañamiento profesional desde esta perspectiva aporta luz y consciencia sobre ámbitos definidos que se exploran en la conversación de coaching: sentido, ser, camino y consciencia del impacto que la persona tiene en los sistemas y ámbitos en los que se desenvuelve. Precisaremos estos elementos, con mayor detalle, en nuestro siguiente encuentro.

*¡Hasta pronto y hasta siempre! *

P.D. En la contexto de la festividad del Sagrado Corazón, continuamos pidiendo al cielo, por todas las personas enfermas, por sus familias y por los médicos que les atienden y procuran. También tenemos en consideración a todos los afectados y personas necesitadas. Como hemos dicho aquí de forma previa, este es un tiempo para desplegar nuestras habilidades y acompañar a todo aquél que lo necesite. ¡Dios nos ayude a ello!

@HazyAprende