Ianire Angulo Ordorika
Profesora de la Facultad de Teología de la Universidad Loyola

Pentecostés electoral


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Con los acontecimientos que suceden últimamente en la política española, una  servidora, con su “deformación” profesional, no puede evitar que me venga a la cabeza una expresión típica de la sabiduría bíblica. Se trata de los llamados proverbios numéricos, que, con una frase hecha, se introducen tres cuestiones difíciles de comprender y una cuarta que se lleva la palma y resulta un verdadero misterio. Si me permiten la adaptación, el autor de Proverbios hoy podría decir algo así como: “Hay tres cosas que me desbordan y cuatro que no comprendo” (Prov 30,18), las ya clásicas imágenes en el telediario de monjas votando el día de las elecciones, la capacidad de los políticos de decir una cosa y la contraria, el criterio para la elección de fechas de unos comicios y la muy distinta interpretación de los resultados según quién los haga.



He desistido de intentar comprender el primer enigma, ese de por qué resulta noticia que las monjas ejerzan su derecho al voto, y me rindo también con la habilidad retórica del segundo, pero los otros dos me hacen pensar un poco más. Aunque no haga falta ser muy intuitiva para imaginar ciertos intereses al adelantar unas elecciones generales a cuando mucha gente está de vacaciones, que haya habido votaciones en España en Pentecostés no deja de resultarme simpático. Si a esta curiosidad le sumamos cómo varían las valoraciones sobre los resultados según quién los haga, creo que esta fiesta litúrgica puede suponer todo un desafío. Cada partido interpreta la realidad en función de sus propios intereses y de su perspectiva política. Así, lo que para algunos es un logro y un avance, para otros es la prueba más fidedigna de una amenaza que revive tiempos pasados y a la que se debe responder en futuras votaciones si no se quiere una situación apocalíptica. Pero quizá este contraste sería un poco menos si atendiéramos a lo que los pasajes del Nuevo Testamento nos dicen de Pentecostés.

Al encuentro del distinto

Según cuenta el evangelio de Juan, cuando el Resucitado insufla su Espíritu sobre los discípulos, estos estaban encerrados por temor a los judíos (Jn 20,19). El miedo, cuando le damos demasiado espacio, nos paraliza, bloquea y es capaz de encontrar enemigos en cualquiera y sospechas de forma permanente. Cuando dejamos que el soplo del Señor nos impulse, podemos salir al encuentro del distinto y buscar juntos caminos en favor de todos. En este tiempo de polaridades y confrontaciones, la fiesta de Pentecostés también nos recuerda que podemos hablar lenguas distintas y entendernos en la medida en que nos dejamos impulsar por ese Espíritu que supera prejuicios, vence barreras y nos lanza a sumar fuerzas y hacer con otros (cf. Hch 2,6-11).

Monja vota elecciones

No sé mucho de política, pero me da la sensación de que haber convocado elecciones en el día de Pentecostés puede ser una invitación, no solo para que nuestros políticos busquen el encuentro con el distinto, abandonen los miedos y empiecen hablar en lenguajes compartidos en búsqueda del bien común, sino también para que también nosotros hagamos algo parecido en nuestra vida cotidiana. Quizá así se resuelvan algunos de esos cuatro misterios que me desconciertan…