Rixio Portillo
Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey

¡No más dictadura!


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Las recientes escenas de una cumbre internacional en las que se le dio escenario a gobiernos no democráticos de América Latina debería ser una llamada de atención para la conciencia racional de cualquiera que tenga ideas mínimas de civismo.



No es posible permanecer inerte e indiferente ante los millones de víctimas que exigen una cosa tan elemental y profunda como la libertad, por lo que el problema de las dictaduras se reduce en un único aspecto, el humanitario.

Pretender ocultar, o minimizar el drama humanitario es principalmente un problema ético, pues es inmoral hacerse sordos y ciegos ante el terrible escenario político que vive el continente, en el siglo XXI.

Malos ejemplos y pésimos referentes

En Venezuela, —y no porque sea una apreciación personal y subjetiva, sino porque lo dice el reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas, que valió una discusión en el Consejo de Seguridad—, se violan sistemáticamente los Derechos Humanos, y hay más de seis millones de migrantes expulsados por las condiciones políticas del país.

En Cuba, por más de seis décadas se ha sometido a un pueblo entero al adoctrinamiento ideológico que castra el derecho fundamental de la libertad de conciencia, negando la posibilidad de la alternancia, la diversidad, la diferencia, en un proyecto absolutista.

En Nicaragua, se persigue y encarcela a posibles candidatos de una elección presidencial que solo quiere ser una contienda a la medida, utilizando el aparato de gobierno como inquisidor estatal de cualquiera disidencia u oposición, indistintamente del sector cultural, literario y hasta eclesial.

En Centro América, las pretensiones de una reelección indefinida amenazan con el mínimo principio democrático, de poder darle término a la responsabilidad de los mandatarios, en lo que podría ser el génesis del extremo de la otra cara de la moneda.

Ética en lo social, ética en lo político, ética en la convivencia

Por ello, el problema es principalmente ético, de conciencia humana, y de conciencia social. La ideología política no puede ser la prioridad en los intereses, lo humanitario está por encima de cualquier visión reducida de la realidad.

Cualquier proyecto de unidad continental que contemple dictaduras es estéril. La unidad no es uniformidad, y los regímenes descritos tienen proyectos en los que no tienen cabida el que piense distinto.

La responsabilidad por las dictaduras en América Latina no recae en la colonización. Doscientos años han sido suficientes para que pueblos y sociedades sean responsables de su destino y protagonistas activos de su historia, es el momento de superar cualquier infantilismo social y trabajar por principios comunes.

No podrá haber un proyecto continental sin el respeto y garantía de los Derechos Humanos, y sin justicia que haga rendir cuentas a quienes han mancillado, torturado y violentado a sus connacionales, en nombre de proyectos altisonantes y prepotentes.

La construcción de América Latina, en el siglo XXI, debe ser desde los ideales de la libertad, la justicia, y el bien, el resto son espejismos populista que han llevado al atolladero ideológico de inmensas proporciones.

Llamados a la tarea democrática

Por ello: ¡No más dictadura en Venezuela!. ¡No más dictadura en Cuba!. ¡No más dictadura en Nicaragua!, que se acaben las pretensiones autoritarias y se siembre una verdadera cultura democrática, en nuestro herido y lacerado continente.

La Ética Social Cristiana puede ser una clave acertada de interpretación y acción:  “Una comunidad está sólidamente fundada cuando tiende a la promoción integral de la persona y del bien común (…) La convivencia es tanto más humana cuanto más está caracterizada por el esfuerzo hacia una conciencia más madura del ideal al que ella debe tender, que es la «civilización del amor»” (CDSI 391).

De tal manera, que estamos inmersos en esa obligante y desafiante tarea de la amistad social, si realmente queremos un futuro diferente para las generaciones que vienen. La tarea es de todos, para hoy.