Rosa Ruiz
Teóloga y psicóloga

La leyenda del hilo rojo


Compartir

Con múltiples variantes, cuenta un antiguo mito oriental que hay un hilo rojo que la vida, el universo o los dioses atan al dedo meñique de aquellos que se encontrarán. No un encuentro cualquiera; un encuentro de verdad, de esos que son un antes y un después, de esos que te hacen sentir más vivo y más tú que nunca. Es como encontrar una camisa de tu talla y de tu corte y de tu tacto… tal cual. Como un guante, dicen otros.



Mito o leyenda: relatos de seres sobrenaturales que sirven para explicar fenómenos tan nuestros que van más allá de tiempos y culturas o historias que han pasado de generación a generación añadiendo esa pizca de imaginación y fantasía a las cosas que nos pasan y que nos parecen esenciales. Mito o leyenda: siempre verdades simbólicas que nos contamos para decir quiénes somos y, sobre todo, quién y cómo queremos ser.

Estirarse, tensarse o desgastarse…

La leyenda o el mito del hilo rojo es implacable: si hay una persona en concreto preparada para que os encontréis, así será. Y haréis historia. La vuestra. No importa cuánto tiempo pase, cuánto tiempo dure o el dolor que acarree. El hilo rojo puede enredarse, estirarse, tensarse o desgastarse… pero nunca romperse. Y estará –mágica e invisiblemente– enlazado en el dedo meñique, unido por la arteria cubital al corazón, transitando la sangre que bombea y nos nutre. De sangre a sangre, de corazón a corazón.

Por supuesto, esta conexión honda no se limita al amor de pareja sino a cualquier relación significativa que merece la pena vivir y que nos golpea y acaricia a partes iguales. Porque llevas ese hilo contigo desde que naciste y te acompañará hasta el final. Dice la tradición que lo sabrás cuando llegue porque la alegría y la tranquilidad que te envuelva no tendrá comparación. Por supuesto, puedes negarlo, rechazarlo, hacer que no lo ves. Pero no se romperá. Porque es un vínculo mágico. Formará parte del tejido de tu vida, del tejido del mundo, donde todo está conectado de algún modo, con un sentido, con un propósito, lejos del azar o la casualidad.

Con los mitos o leyendas no se trata de decidir si estás de acuerdo o no, si te parecen verdaderos o no. Los mitos y leyendas, como todos los cuentos, solo son oportunidades para aprender, para asombrarnos, para crecer… y, por tanto, para elegir. Sí, sobre todo para elegir cómo, cuándo, con quién y para qué vivir, iluminados por el relato y nuestro propio sentir. No me imagino ningún hilo rojo que me toque el corazón y me quite libertad. Más bien al contrario: imagino el regalo de esa lúcida libertad que nos hace apostar por el hilo rojo que nos recorre la vida, por las personas que merecen la pena, por las relaciones que nos llenan de vida. Suavemente. Y si además la apuesta es mutua, mejor que mejor.