¿Cuáles son los límites geográficos de Israel?


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“Desde el río hasta el mar Palestina vencerá”. Este es el grito que se puede oír con frecuencia en las manifestaciones propalestinas. No sé si los que profieren ese lema caen en la cuenta de lo antisemita o antijudío que supone, ya que el río del que se habla es el Jordán, y el mar, el Mediterráneo, ya que me imagino que querrán preservar las fronteras con Egipto (sur), Líbano (norte), Siria y Jordania (norte y este). Es decir, lo que se proclama con ese grito es la desaparición práctica del Estado de Israel, con lo cual, además, se niega ese principio del que también se habla frecuentemente de la solución política de los dos Estados para el conflicto palestino-israelí.



En la época bíblica, la tierra de Israel –a la que se llamará Palestina solo en época romana, a partir del siglo II d. C., cuando se trate de extirpar cualquier recuerdo de la presencia judía apelando a aquellos antiguos “filisteos”, uno de los “pueblos del mar” que ocuparon la franja costera de Canaán en torno a los siglos XII-XI a. C.– tuvo diversas extensiones, dependiendo de los tiempos y las circunstancias.

En la época de Salomón, que es la de mayor esplendor en Israel –independientemente de la precisión en cuanto a su realidad histórica, según la crítica moderna–, las dimensiones norte-sur venían dadas por la mención de dos localidades: Dan al norte, a los pies del mote Hermón, y Berseba en el sur, en el desierto del Négueb.

En el Salmo 72, que es un salmo mesiánico, es decir, una pieza compuesta probablemente para la ceremonia de entronización de un nuevo monarca, se pide –de forma poéticamente exagerada, hiperbólica, como corresponde– que el nuevo rey “domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra” (v. 8). La expresión “de mar a mar” podría ser una alusión a Ex 23,31: “Marcaré tus fronteras: desde el mar Rojo hasta el mar de los Filisteos y desde el desierto hasta el río”, donde aparecen el mar Rojo y el Mediterráneo (mar de los Filisteos) como los límites del eje occidental-oriental, así como el desierto (del Négueb) y el “río”, que es el Éufrates, como los del eje sur-norte. De igual modo, en Sal 72, el “gran río” que se menciona no es el Jordán, como podría pensarse, sino el Éufrates.

Aunque el Israel histórico (bíblico) nunca tuvo las dimensiones que se mencionan, sí representó la presencia de un pueblo que fue adquiriendo características propias y que ha constituido una aportación decisiva y extraordinariamente valiosa para la humanidad.