¿Cómo es Jesús resucitado?


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El cartel de la Semana Santa de Sevilla 2024 ha levantado una buena polvareda. A unos les ha gustado, porque –dicen– es moderno y atractivo, incluso audaz. A otros, sin embargo, les ha parecido mal, porque no se ajusta a los “cánones” –generalmente “doloristas”– de la Semana Santa sevillana; incluso ha sido acusado de “Cristo gay”.



El artista –Salustiano García– ha defendido su obra apelando a la pureza y a que él ha querido representar a Cristo resucitado, en el que se supone que prima más el aspecto de serenidad que el del dolor. De hecho, las tradicionales huellas de la pasión de ese Resucitado se han mitigado considerablemente: un leve desgarro de la piel en el lugar de la lanzada, y en la mano izquierda, un recuerdo efímero de la herida del clavo.

La otra cuestión es la desnudez: el Cristo del cartel sevillano –un Cristo ciertamente efébico– muestra una buena porción de piel, lo que también ha escandalizado a muchos. Conviene recordar, sin embargo, que, desde el punto de vista histórico, muy probablemente Jesús fue crucificado desnudo, una de las humillaciones ligadas a la pena de cruz. De hecho, aunque no son muy numerosas, disponemos de representaciones del Crucificado desnudo, como la del famoso Crucifijo de Benvenuto Cellini que se conserva en el monasterio de El Escorial (aunque se suele exponer con un paño que cubre los genitales). En el caso de este Cristo de la Semana Santa sevillana, el paño de pureza que luce es muy parecido al del Cachorro.

¿Desnudos o vestidos?

Desde este punto de vista, algunos se han preguntado cómo será la resurrección. Así, una tradición judía –movida por una cierta sospecha sobre la desnudez del cuerpo humano–, ante la pregunta de si los resucitados lo harían desnudos o vestidos, se respondió que, naturalmente, lo harían vestidos. Y para “demostrarlo” echaba mano de un argumento que nosotros llamamos ‘a fortiori’ (los rabinos lo llamaban ‘qal vahomer’): si un grano de trigo, que es enterrado desnudo, sale vestido con muchas vestiduras, con mayor razón los justos, que son enterrados con sus ropas, resucitarán vestidos con espléndidas vestiduras.

Los relatos evangélicos no entran en esta cuestión; simplemente se limitan a poner de relieve la continuidad-ruptura entre el Crucificado y el Resucitado: come con unos discípulos, pero no es reconocido por otros. El Resucitado no es alguien distinto del Crucificado, pero no es de la misma manera.