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Trinidad Ried

Trinidad Ried

mochila

El deber de ser feliz: ¡Qué infelicidad!

Debo confesar que la carga desde mi más tierna infancia me tocó pesada. Como a muchos, como a casi todos en realidad. Sin embargo, sin saber cómo saqué fuerzas de mi flaqueza y las pude sobrellevar a ratos

El lado negativo de ser tan positivo

Es notable cómo a lo largo de las épocas los ideales por los que se vive han ido cambiando. Por siglos, muchos dieron su vida por la salvación de sus almas; pero hace ya un buen tiempo, la gente recibe como

En mi salsa

Desde que tengo memoria, no creo haber controlado nada. Las circunstancias de mi infancia y adolescencia, incluso del país y del contexto cultural en el que crecí, casi siempre me hicieron estar a la merced

Entre la vida y la muerte

Esta semana me he llevado un gran susto frente a unos exámenes médicos que finalmente resultaron ser benignos. Sin embargo, no pude dejar de mirar a ratos la posibilidad de la muerte y mi propio funeral.

Ocio y negocio: cómo administrarlos para vivir mejor

Tanto el ocio como el negocio son parte natural del ser humano, y por tanto deben coexistir en equilibrio, sin entrar a demonizar ninguno. Moralmente ninguno es bueno ni malo en sí mismo; la diferencia está

Tirita

Respirando por la herida

Todo ser humano, sin excepción, entre los 0 y los 6 u 8 años, vive “su propia salida del Jardín el Edén”. Sin embargo, esto no lo podemos moralizar de bueno o malo; es un misterio. Ya sea por hechos

El “lado B” del Cura Gatica, el que predica, pero no practica

Si hay algo que provoca molestia generalizada es la del predicador que no practica sus sermones y solo es de la boca para afuera. No sé si habrá existido el famoso Cura Gatica y pobres de los sacerdotes que

Mindfulness recargado

Si pudiésemos sacarnos una fotografía de nuestra psique, desde la revolución industrial a la fecha, el ser humano viene priorizando y valorando cada vez más el hacer por sobre el ser y el estar, el razonar

La alegría inefable del retorno

Hoy es tiempo de agradecer, salir más allá de nuestras puertas y ver otros paisajes saltando las rutinas y la cotidianeidad. Es momento de celebrar volver a vernos de cuerpo entero y sin una pantalla para conectar. Es la hora de agradecer que nos separe una mesa y no un mameluco de plástico y un escudo facial.

Un cuento que no es cuento: el tránsito inevitable de crecer

“Desde pequeños nos hemos sentidos abrazados por la belleza de la vida, pero en medio de una abismante soledad. Nos hemos sentido acunados por  voces lejanas y dulces de un padre/madre Dios, pero zarandeados por los ruidos del mundanal. Nos hemos topado con la gran dificultad de echar raíces en suelos que estaban muy duros, pero ya nos sentimos más firmes para un temporal”.