Argentina: García Cuerva destacó la vigencia del mensaje de Monseñor Zazpe

Su figura ilumina este momento de reconstrucción del país, donde todo se hace cuesta arriba

Jorge García Cuerva, arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, presidió la Misa del segundo domingo de Cuaresma en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, y en memoria de Vicente Zaspe, quien fuera el primer obispo de Rafaela y luego, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz.



Participaron de esta celebración muchos referentes que acompañaron el trabajo pastoral del obispo, y que esperan que este año pueda promoverse el inicio de la causa de beatificación y canonización de este admirado pastor. También estuvieron presentes el coro y los lectores de la parroquia porteña Santa Rosa de Lima, donde Zazpe inició su servicio sacerdotal.

Confianza en Dios

Durante la homilía, el arzobispo porteño comentó los textos litúrgicos, resaltando las dificultades que habrán tenido los discípulos que acompañaron a Jesús al monte de la Transfiguración, como así también Abraham a quien Dios le pide el sacrificio de su hijo. Imaginó y comparó estas dos escenas y estos dos caminos donde se hace presente el cansancio, la incertidumbre, la angustia, el dolor.

“Entiendo que así es el camino también de nuestra vida, cuando nuestra vida también se hace cuesta arriba. Los discípulos y Jesús tenían que ir a un monte elevado, Abraham e Isaac tenían que ir a la montaña que Dios les iba a indicar”, indicó García Cuerva. Y comentó que esa es la imagen que quiere usar: la vida que se hace cuesta arriba, por los problemas familiares, económicos, de vínculos. La tentación es abandonar, dejar y ser arrastrados.

Se preguntó que habrán hecho los protagonistas de estos dos textos, y aseguró que la primera coincidencia es la es la confianza en Dios. La confianza es algo que une a las dos subidas. Lo segunda coincidencia es la presencia de Dios: Dios no abandonó a Abraham aunque la vida se le estaba haciendo cuesta arriba, y Dios no abandona la cuesta arriba que es ir al monte Tabor. Allí además, Jesús, cuando lleguen, les va a mostrar toda su presencia cuando se transfigure.

Justamente son estos momentos de luz que iluminan las oscuridades de nuestras vidas. Dios no abandona y sigue sorprendiendo. “Quisiera que juntos pidamos a Dios, por todos nosotros, por todos los hermanos que la vida se les hace cuesta arriba, por todos aquellos que como Abraham viven momentos de mucha prueba, de preguntas y dificultades, por aquellos que quizá como aquellos discípulos no sabían a dónde estaban yendo con Jesús, no abandonemos, no dejemos de tener confianza en Dios que camina a nuestro lado y que quizá nos sorprenda e ilumine nuestra vida”, exhortó el arzobispo.

El recuerdo de Mons. Zazpe

“Como en otras etapas de nuestra historia, llegaremos, aunque sangrando, a cubrir las heridas de la división y de la enemistad. Pero si no llegamos a una profunda comunión nacional, no habremos recorrido los espacios más específicos de la reconciliación cristiana. La Argentina necesita de una cierta unidad de criterios para desentrañar el sentido de su historia. Juzgar el presente tan complejo y preparar su futuro. Una escala común de valores para afirmar la vida nacional y una cuota inmensa de paciencia y esperanza para recorrer esta etapa difícil y asegurar el encuentro definitivo de la Nación” (Mons. Vicente Zazpe, 1977).

El Primado de la Argentina leyó estas palabras del arzobispo santafecino, de gran incidencia en los años 70 y 80 en el país. A cuarenta años de su fallecimiento, rescató estas palabras que tienen una enorme vigencia, sobre todo porque fueron expresadas en un momento oscuro y difícil para el país, “pero creo que son actuales porque la reconstrucción argentina también se nos hace cuesta arriba,… y creo que más que nunca es hora de no bajar los brazos ni sentarnos al costado del camino a ver qué pasa“, sostuvo.

Finalmente, agregó que es hora de seguir caminando, de seguirnos animando a no bajar los brazos, de seguir confiando en que Dios está con nosotros, con esa certeza enorme que nos da la fe, y para poder decir como San Pablo: Si Dios está con nosotros ¿quién contra nosotros?. Amén.

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