“Las víctimas no desprestigiamos a la Iglesia, se desprestigia sola”

Hortensia López y Fernando García Salmones relatan en primera persona el calvario de los abusos de poder y sexuales en el marco de las Conversaciones PPC

La tarde de las VI Conversaciones PPC fue tiempo para escuchar en primera persona a las víctimas de abuso de la Iglesia. En una mesa redonda moderada por la periodista malagueña Ana Medina, se escuchó el testimonio de Fernando García Salmones, que sufrió abusos sexuales en un colegio de los misioneros claretianos, así como de Hortensia López, que padeció abusos de poder como carmelita descalza. Junto ellos, también intervino en el coloquio desde Chile el misionero del Verbum Dei, Luis Alfonso Zamorano, especialista en acompañamiento a víctimas.



“La mayor necesidad es que no le pase a nadie más, que no pase nunca más, que no haya que hacer planes de prevención porque no pasa más”, fue la principal reivindicación de ambos, que expresaron de la misma manera cómo “se nos dijo en un primer momento que queríamos desprestigiar a la Iglesia, cuando la Iglesia se desprestigia sola”.

El ratoncillo y el buitre

“Cuando miro atrás, veo a ese niño que era un ratoncillo que estaba ante un buitre gigante”, expresó Fernando, remontándose a 1975, cuando era un adolescente de 14 años que estudiaba en el colegio Claret de Madrid. Fue entonces, cuando su profesor que comenzó a vivir un infierno de manos de su profesor de religión.

“Me gustaría que la Iglesia dejara de pelear contra las víctimas y diera el paso a una actitud de escucha”, expresó, a la vez que agradeció el proceso de justicia restaurativa que ha vivido de la mano de los misioneros claretianos: “Nos han escuchado y nos han creído”.

A la par, Fernando cuestionó la auditoría externa promovida con la Conferencia Episcopal: “Cuando la Iglesia entrega la investigación a un despacho de abogados del Opus Dei, está protegiendo su armadura, no está respaldado a las víctimas”.

Una marioneta

Por su parte, Hortensia relató cómo pasó por tres comunidades distintas hasta que, en mayo de 2015, con 41 años, no pudo más y colgó los hábitos. “No eres persona, eres la marioneta de la priora”, confesó sobre su experiencia frente al autoritarismo de la responsable de su comunidad que incluso le prohibió escribir al Papa relatando su situación.

Tampoco encontró eco alguno su llamada de auxilio: “Yo, estando en el convento, pedí ayuda y no recibí ningún apoyo ni de los vicarios ni de los obispos”. Por eso, Hortensia reclamó tanto “un apoyo moral como económico” después de “haber entregado mi vida por la Iglesia, como otras tantas religiosas”.

Durante su intervención, Luis Alfonso Zamorano hizo un llamamiento a que las víctimas estén presentes “en cualquier comisión sobre abusos que ponga en marcha la Iglesia, si verdaderamente queremos poner en marcha una cultura del cuidado”.

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