La Iglesia filipina, obligada a aceptar la realidad: los Marcos vuelven al poder

  • El hijo del dictador Ferdinand Marcos arrasa en las elecciones presidenciales y dobla en votos a Leni Robredo
  • La Conferencia Episcopal y más de mil sacerdotes habían llamado a defender la democracia del populismo

Ferdinand Marcos, nuevo presidente de Filipinas

De nada ha servido que la Iglesia filipina haya roto su tradicional neutralidad política y, tanto a nivel de Conferencia Episcopal (con un contundente comunicado en el que los obispos alertaban contra la “desinformación” masiva) como al del clero (más de mil sacerdotes clamaron en otro mensaje público contra el riesgo de ver retroceder la democracia), el candidato Ferdinand ‘Bongbong’ Marcos se ha impuesto en las elecciones presidenciales de este pasado 9 de mayo a la candidata progresista, Leni Robredo, con fuerte vinculación eclesial.



Se da el caso de que el nuevo presidente, que sustituye al también controvertido Rodrigo Duterte, es hijo de Ferdinand Marcos, quien, entre 1965 y 1986, ejerciera como dictador del país. Tras su caída en desgracia, viéndose acusado junto a su mujer Imelda de genocida (se le atribuyen al menos 3.000 asesinatos políticos), tirano (los mismos obispos denunciaron en 1986 que había manipulado las elecciones) o corrupto (se le atribuye una fortuna ilícita de más de 10.000 millones de dólares), tuvo que partir al exilio. Sin embargo, tras morir el dictador, poco a poco, su familia regresó a Filipinas y fue ganando en influencia política.

Tándem con Sara Duterte

Un proceso que ha culminado, ahora, con la victoria electoral de su hijo, Ferdinand ‘Bongbong’ Marcos, quien, precisamente, había perdido en las últimas vicepresidenciales frente a la propia Leni Robredo. En solo cinco años ha revertido la situación y ha doblado en votos a su rival (unos 30 millones de votos por algo menos de 15 de la líder progresista). Un camino, por cierto, en el que también se mantiene en el poder el clan Duterte, imponiéndose Sara Duterte (hija del presidente saliente) en la carrera por la vicepresidencia al presentarse formando tándem con Marcos.

Como recoge Fides, ante la evidencia de un resultado tan abrumador, la Iglesia filipina ha saludado al vencedor y ha llamado a la concordia. El primero en hacerlo ha sido Rómulo Valles, arzobispo de Davao y quien fuera presidente de la Conferencia Episcopal. Con un tono conciliador, ha pedido que “todos respeten y acepten el resultado del proceso democrático de las elecciones”, siendo ahora el gran reto “trabajar juntos por el bien común y con la mente abierta”.

Aceptar los resultados

En la misma línea ha ido Martin Jumoad, arzobispo de Ozamiz, para el que “la gente debe aceptar los resultados de la votación con humildad por el bien del país”. Una llamada al entendimiento que también ha recalcado José Colin Bagaforo, obispo de Kidapawan y director nacional de Cáritas: “El ganador de las elecciones debe trabajar por el país y ser un líder de todos”. Y es que “el presidente electo ya no es solo el líder de una parte del pueblo o de un partido, sino que se convierte en el líder de toda la nación y nos dirigirá a todos. (…) Debe hacer todo lo posible para unir el país y que todos podamos avanzar juntos hacia la prosperidad”.

Representativo del sentir eclesial, más allá de estas llamadas genéricas a la concordia por parte de los obispos, es Jing Rey Henderson, responsable de prensa de Cáritas Filipinas, quien ha reconocido a Fides su pesar y sensación de derrota: “Los resultados de las elecciones nos dicen que hemos fracasado como maestros de la democracia, la moral y la justicia”.

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