La revolución social de Francisco en Ecuador

Análisis en Vida Nueva de la primera etapa del viaje papal a América del Sur

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DARÍO MENOR, enviado especial | A Jorge Mario Bergoglio le gusta entrar en las casas por la puerta de servicio. Le ocurre lo mismo con los continentes. Ya lo dejó claro en Europa, eligiendo Albania y Bosnia como los primeros países europeos para sus visitas pastorales. En América Latina ha ocurrido lo mismo: ha optado por Ecuador como primer territorio hispanohablante en el que aterrizaba después de salir de Argentina hace dos años y cuatro meses para participar en el cónclave en el que fue elegido obispo de Roma.

Primera meta de un viaje con etapas posteriores en Bolivia y Paraguay, la nación andina no constituye una de las potencias regionales. Se sitúa más bien en esa “clase media” de los estados que a Francisco le gusta elegir para lanzar sus mensajes.

Sus desafíos y problemas son, además, paradigmáticos de la situación que afrontan otros muchos países latinoamericanos: crecimiento económico unido a tensiones políticas, desigualdades sociales, emigración, concentración urbana, crisis de la familia, escasez de oportunidades para los jóvenes y bolsas de pobreza.

Desde su primer discurso tras aterrizar en Quito procedente Roma, después de recorrer más de 10.000 kilómetros, Francisco ha tenido siempre presentes en sus palabras y en sus gestos a los pobres y a los excluidos, los parias contemporáneos que están protagonizando su pontificado. No se cansa de reivindicar justicia social para ellos, mientras que estas personas ya le consideran “su” papa, como pudo verse en la calurosa acogida que le brindaron en las calles y en los actos celebrados en Quito y Guayaquil.

En su discurso durante la ceremonia de bienvenida, celebrada en el aeropuerto Mariscal Sucre de la capital ecuatoriana, Francisco ya adelantó cuál iba a ser la línea maestra de sus intervenciones a lo largo de la visita.

Pidió “una especial atención a nuestros hermanos más frágiles y a las minorías más vulnerables, que son la deuda que todavía tiene toda América Latina”. Ante la presencia del presidente ecuatoriano, Rafael Correa, destacó que, “para esto, podrá contar siempre con el compromiso y la colaboración de la Iglesia, para servir a este pueblo ecuatoriano que se ha puesto de pie con dignidad”.

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En el nº 2.949 de Vida Nueva

 

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