El Papa se reúne en privado con el presidente de Ecuador, Rafael Correa

Antes de visitar la catedral de Quito y lanzar un mensaje por la inclusión

El papa Francisco se reune con Rafael Correa (Ecuador)

El papa Francisco durante su encuentro con Rafael Correa (Ecuador)

M. PÉREZ | Tras su fugaz visita a Guayaquil, en la que ha visitado el Santuario de la Divina Misericordia y ha celebrado la primera misa de su periplo por América Latina, Francisco ha regresado a Quito, la capital de Ecuador. Allí ha tenido un encuentro privado con el presidente, Rafael Correa, en el Palacio de Carondelet (sede del Gobierno de Ecuador), antes de visitar la catedral de Quito.

El encuentro entre Rafael Correa y Francisco –el tercero desde que fuera nombrado Papa en marzo de 2013– duró cerca de veinte minutos. Se celebró a puerta cerrada en el salón de protocolo del Palacio Carondelet y no hubo discursos tras la reunión, ya que ambos hablaron el domingo, cuando el Pontífice aterrizó en Quito.

Tras terminar el recorrido por el Palacio de Carondelet –un edificio catalogado como en 1978 como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, y adornado con 128.000 rosas para la ocasión– Francisco se dirigió caminando hasta la catedral primada de Quito para colocar una ofrenda floral frente a una imagen de la Virgen y disfrutar de un momento de oración ante el Sagrario.

Improvisación ante todo

A pesar de que el Papa tenía un discurso preparado, finalmente prefirió improvisar, pidiendo a los feligreses ecuatorianos congregados allí “que no haya diferencias, no haya exclusivo ni gente que se descarte. Que todos sean hermanos. Que se incluyan a todos y no haya ninguno que esté fuera de esta gran nación ecuatoriana”.

“A cada uno de ustedes y a sus familias, les doy la bendición, pero recemos juntos. Primero, el Ave María: Dios te salve María… Que la bendición de Dios Todopoderoso, del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca con ustedes siempre. Y por favor les pido que recen por mí. Buenas noches y hasta mañana”.

Sin embargo, esta no fue la última bendición de la noche. Rompiendo con el protocolo, como ya viene siendo habitual en él, Francisco salió de la Nunciatura Apostólica, donde se aloja en Quito, para rezar en la calle con los fieles que le aguardaban fuera. “Voy a bendecirlos para que se vayan a descansar y dejen dormir a los vecinos”.

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