Destituyen al presidente del IOR y detienen al primer topo de ‘vatileaks’
ANTONIO PELAYO. ROMA | Pocas veces hemos asistido a un clima de tanta incertidumbre y desconcierto en el Vaticano. A los informadores no nos queda más remedio que certificar un estado de cosas nada favorable a la imagen de la Iglesia. [Conmoción en el Vaticano: de Tedeschi a Gabriele – Extracto]
“El Vaticano en plena tormenta”, titulaba el 26 de mayo en Le Figaro su nada sospechoso comentarista de temas religiosos, Jean-Marie Guénois, y al día siguiente Le Monde ratificaba una casi idéntica impresión: “El Vaticano, en la tempestad de los vatileaks”.
Por no hablar de la prensa italiana de todos los colores, que durante esta última semana ha reservado los titulares más destacados de sus primeras páginas a la tromba de acontecimientos que tuvo como prólogo la publicación del libro Su Santidad. Los papeles secretos de Benedicto XVI, del que ya hablamos en nuestra crónica de la semana pasada.
El 24 de mayo, la Sala de Prensa de la Santa Sede daba a conocer el siguiente comunicado: “El 24 de mayo de 2012, el Consejo de Supervisión del Instituto para las Obras de Religión [IOR] se ha reunido en sesión ordinaria. Entre los temas de la agenda figuraba una vez más la cuestión del gobierno del Instituto. En los últimos tiempos, esta ha suscitado progresiva preocupación en el Consejo y, a pesar de las repetidas comunicaciones en tal sentido al profesor [Ettore] Gotti Tedeschi, presidente del IOR, la situación se ha deteriorado ulteriormente”.
La nota continúa: “Después de una deliberación, el Consejo ha adoptado por unanimidad una moción de desconfianza al presidente por no haber cumplido varias funciones de primera importancia para su cargo. A este respecto, se hace pública la siguiente declaración: ‘En la reunión ordinaria del Consejo de Supervisión del IOR el 24 de mayo de 2012, a las dos de la tarde este Consejo ha adoptado una moción de desconfianza al presidente Gotti Tedeschi y ha recomendado que cese en sus cargos como presidente y miembro del Consejo. Los miembros del Consejo manifiestan su tristeza por los acontecimientos que han provocado esta moción de desconfianza, pero consideran que esta acción es importante para mantener la vitalidad del Instituto. El Consejo mira ahora hacia adelante, a la búsqueda de un nuevo y excelente presidente que ayude al Instituto a renovar eficaces y amplias relaciones entre el Instituto y la comunidad financiera, basadas en el mutuo respeto de los estándares bancarios internacionalmente aceptados”.
El Consejo lo componen –después del cese de Gotti Tedeschi, que abandonó la reunión precipitadamente–: Ronald Hermann Schmidt (proveniente del Deutsche Bank) como vicepresidente; el presidente de los estadounidenses Caballeros de Colón, Carl A. Anderson; Manuel Serrano Soto (ligado al Banco Santander, como el cesado presidente); y el notario Antonio Maria Marocco, también vinculado al banco italiano Unicredit. En la reunión del día 25, Ronald H. Schmidt asumió interinamente la presidencia del Consejo, a la espera de la elección de un nuevo presidente, que podría ser el norteamericano Anderson.
Despedida sin más
Del citado comunicado sorprende la ausencia de una frase, al menos ritual, de agradecimiento al cesado por los servicios hasta ahora prestados y la insistencia en el incumplimiento de sus funciones por parte de Gotti Tedeschi, así como del deterioro de la situación.
El directamente interesado ha declinado por ahora hacer declaraciones, limitándose a decir: “No he traicionado jamás al Papa y desprecio a quien lo haya hecho; yo no lo haré. Prefiero no hablar; de otra manera, solo diría palabras feas”.
Yendo un poco más al fondo de la cuestión, hay que resaltar al menos los siguientes datos: cuando Gotti Tedeschi fue llamado a colaborar con el Vaticano (primero para sanear las finanzas del Governatorato y después como presidente del IOR, en septiembre de 2009, sustituyendo a Angelo Caloia), se subrayó que este profesor de Ética de las Finanzas en la Universidad Católica de Milán, columnista de L’Osservatore Romano, era el candidato del secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone, y gozaba de la confianza de Joseph Ratzinger, que había aceptado su colaboración para elaborar la encíclica Caritas in Veritate.
Un paso muy importante en la gestión del IOR por parte de Gotti Tedeschi fue la creación, en diciembre de 2010, de la Autoridad de Información Financiera (AIF) y la proclamación de las nuevas normas vaticanas para prevenir y contrastar, dentro del Estado de la Ciudad del Vaticano y de la Santa Sede, las actividades ilegales en el campo financiero y monetario.
Con un motu proprio, Benedicto XVI apuntaba a dar “transparencia, honestidad y responsabilidad” a todas las acciones financiero-monetarias de los entes en conexión con el gobierno de la Iglesia católica, aspirando a su inclusión dentro de la White list de la OCDE de países virtuosos en la lucha contra el blanqueo de capitales sucios o provenientes de la criminalidad organizada.
Esta podría ser la materia que –con problemas internos menos importantes– ha precipitado la caída de Gotti Tedeschi. En enero de este año, efectivamente el cardenal Tarcisio Bertone (apoyado por Anderson y el abogado norteamericano Jeffrey Lena) provocó cambios significativos en la legislación aprobada dos años antes, recortando algunas prerrogativas de la AIF a favor de la Secretaría de Estado.
La nueva reglamentación no convencía al presidente del organismo de control, el cardenal Attilio Nicora (destituido en julio de 2011 de la presidencia del APSA –Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica– y sustituido por el cardenal Domenico Calcagno, de devoción bertoniana), ni al hasta ahora presidente del IOR.
De hecho, en la reunión de la Comisión Cardenalicia de Vigilancia del Instituto (presidida por Bertone y compuesta por los cardenales Jean-Louis Tauran, el brasileño Odilo Pedro Scherer, el indio Telesphore P. Toppo y el ya citado Nicora) que tuvo lugar el viernes 25, si hemos de creer al habitualmente muy bien informado sobre estos temas Il Sole 24 ore, tuvo lugar “un cerrado cara a cara entre Bertone y Nicora, los dos máximos pesos pesados, que se enfrentaron sobre el control de las finanzas vaticanas”.
El mayordomo
Para enrarecer todavía más la atmósfera, en la tarde del miércoles 23 de mayo –aunque la noticia no saltó hasta horas más tarde– la Gendarmería Pontificia, que dirige el comandante Domenico Giani, detuvo a Paolo Gabriele. Este seglar de 46 años, casado y padre de tres hijos, es definido en el Anuario Pontificio como aiutante di camera, lo que equivaldría a ‘ayudante de cámara’ o al término francés de valet de chambre.
En efecto, sus funciones en el apartamento pontificio son las de camarero (servir las comidas) y las de la persona que se ocupa de tener a punto el vestuario del Papa según las diversas necesidades. Siempre a las órdenes del secretario personal, monseñor Georg Gänswein, y del segundo secretario, el maltés monseñor Alfred Xuereb. Formaba parte de la llamada familia pontificia (dividida en dos ramas, la eclesiástica y la seglar) y, en ese sentido, acompañaba al Papa en todas las ceremonias.
Las primeras noticias fueron un tanto confusas, a lo que contribuyó la escasa información suministrada a los medios por el Vaticano. Los periódicos, sobre todo italianos, llevaban varios días interrogándose sobre la posible identidad del corvo (literalmente traducido, significa ‘cuervo’, equivalente a lo que en español se denomina ‘topo’), y cuando se filtró la detención de una persona, se desparramó la baraja de suposiciones, hasta que la agencia ANSA, de fuentes fidedignas, aclaró que se trataba de Gabriele. [EDITORIAL: Filtraciones en el Vaticano]
En todo caso, la primera declaración formal de la Sala de Prensa –por boca del P. Federico Lombardi– no llegó hasta el sábado 26, y dice así: “Confirmo que la persona detenida el miércoles por la tarde por posesión ilícita de documentos reservados encontrados en su casa dentro del territorio vaticano es el señor Paolo Gabriele, que sigue detenido. Ha concluido la primera fase de ‘instrucción del sumario’, bajo la dirección del promotor de Justicia, profesor Nicola Picardi, y se está preparando la ‘instrucción formal’, a cargo del juez instructor, profesor Piero Antonio Bonnet”.
“El imputado –sigue– ha designado dos abogados de su confianza cualificados para actuar ante el Tribunal vaticano y ha tenido la posibilidad de encontrarse con ellos. Podrán asistirle en las sucesivas fases del procedimiento. Goza de todas las garantías jurídicas previstas por los códigos Penal y de Procedimiento vigentes en el Estado de la Ciudad del Vaticano. La fase de instrucción proseguirá hasta que no se adquiera un cuadro adecuado de la situación objeto de la investigación, después de lo cual el juez instructor procederá a la liberación o al encausamiento”.
Con estos y otros mimbres de muy diversa especie, la prensa italiana se ha entregado con fervor a recomponer todas las piezas de este rompecabezas, y las ediciones del lunes de algunos de los periódicos más respetables de este país tenían noticias para todos los gustos: “Un cardenal entre los sospechosos”, titulaba nada menos que el Corriere della Sera, que en su páginas interiores aseguraba que se trataba de un purpurado italiano.
La Repubblica, por su parte, entrevistaba a uno de los topos, según el cual el Papa habría escogido un quinteto de superespías para contrarrestar la ofensiva de ataques a su poder, poniendo al frente de los mismos a una mujer…
Buscar “más arriba”
Por su parte, en La Stampa, Andrea Tornielli escribe: “Que el caso vatileaks no ha acabado y que el ayudante de cámara no era un hombre aislado lo piensan muchos en el Vaticano, los cuervos verdaderos o presuntos hay que buscarlos más arriba. Lo que emerge de lo que nos cuentan nuestros informadores es la existencia de un verdadero movimiento subterráneo que parte de abajo, pero que ha llegado a comprometer a personas cercanas a obispos y cardenales que quieren ayudar al Papa, aunque el éxito de esta batalla será debilitarlo”.
El director de la Sala de Prensa intentó, el lunes 28, poner un poco de sensatez en este agitado gallinero: no hay ningún cardenal sospechoso, ni tampoco ninguna señora encargada de ninguna misión por el Papa ni indagada. El proceso judicial sigue su ritmo, sin prisas pero sin pausas.
A este propósito, transmitió a los informadores una declaración de uno de los abogados defensores de Gabriele; según el focolarino Carlo Fusco, su defendido “ha declarado al juez que ofrecerá la más amplia colaboración, y esto sucederá lo antes posible, en cuanto yo y el otro abogado defensor, Cristiana Arru, hayamos estudiado bien los hechos objetos de investigación”.
Lombardi puntualizó que no estaba confirmado oficialmente que los gendarmes pontificios hubiesen encontrado en el domicilio del imputado un numero “ingente” de documentos sustraídos, ni sofisticados sistemas para copiar o reproducirlos.
Cuando un colega le interrogó sobre si estos sucesos daban a entender que se estaba llevando a cabo en los pasillos vaticanos una descarnada lucha por el poder, el jesuita dijo: “No tengo ningún motivo para dar esa interpretación a los hechos en cuestión, y me parece una exageración no fundada”. Como decían los clásicos, ipse dixit.
La tristeza en el corazón del papa
M. GÓMEZ | “Los últimos sucesos de estos días acerca de la Curia y mis colaboradores han llevado tristeza a mi corazón”, confesó el Papa en la audiencia general del miércoles 30 de mayo.
Son las primeras palabras públicas y explícitas de Benedicto XVI a propósito de los acontecimientos que se están sucediendo en el Vaticano. Unos hechos que, según el Pontífice, no deberían malinterpretarse: “Se han multiplicado inferencias amplificadas por algunos medios de comunicación, del todo gratuitas y que han ido mucho más allá de los hechos, ofreciendo una imagen de la Santa Sede que no responde a la realidad”.
El Papa ha querido “renovar mi confianza y mi aliento” a sus colaboradores más cercanos y a todos los que “a diario, con fidelidad, espíritu de sacrificio y en silencio me ayudan en el desempeño de mi ministerio”.
Y ha asegurado que “a pesar de la debilidad del hombre, las dificultades y las pruebas, la Iglesia es guiada por el Espíritu Santo y el Señor nunca le restará su ayuda para sostenerla en su camino”.
En el nº 2.803 de Vida Nueva.
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