Libro digital, la revolución tardía

Las editoriales religiosas se suman al esfuerzo del sector para adaptarse a los nuevos tiempos

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | El cambio en la industria del libro ya no tiene vuelta atrás. El libro electrónico, ahora parece que sí, tomará las riendas del sector. Aún le queda recorrido, pero parece que esta vez su desarrollo y despliegue es definitivo. Mientras siguen descendiendo las ventas del libro en papel, el mercado busca nuevos modelos de negocio. Y también las editoriales religiosas trabajan para adaptarse a los nuevos tiempos.

La irrupción del libro electrónico –que más o menos arrancó en España hace dos veranos, con la creación de Libranda, la distribuidora digital de los grandes grupos editoriales, con Planeta, Santillana, SM o Random House Mondadori– representa un cambio sustancial en los sistemas de creación, producción, diseño, distribución y comercialización propios del sector.

Las estadísticas sobre lectura digital y consumo de dispositivos hablan de un cambio de tendencia que está obligando a los editores a tomar posiciones. En la Feria Internacional del Libro de Madrid (Liber), que acaba de finalizar, la conclusión ha sido, precisamente, que, por fin, va a despegar.

Unos 12.000 profesionales se han dado cita en la última edición del LIBER

Por primera vez, los editores miran al libro electrónico como una realidad, no como una incierta posibilidad de futuro, algo que les había llevado, atenazados por la popularidad de las redes de intercambio –es decir, de canales propensos a la piratería–, a ralentizar la digitalización de sus fondos, a colocar muy pocas novedades en el mercado y a mantener precios elevados para las versiones electrónicas.

“El mayor obstáculo a la popularización del libro electrónico es, sin duda, el comportamiento de la industria editorial en nuestro país –juzga el analista Enrique Dans–. Ante una demanda indudablemente creciente, la industria ha optado por una reacción lenta, que ha generado una ausencia de títulos absurda y un mercado desabastecido”.

El futuro de las editoriales religiosas

“Las editoriales católicas no viven al margen de cuanto sucede a su alrededor; antes bien, participan plenamente del estado de inquietud en que se halla sumido el sector del libro. Además, la crisis, que es económica y cultural, pero también religiosa, las está golpeando precisamente en ese flanco”, opina Jorge J. Fernández Sangrador, director de la BAC.

Para adaptarse a los nuevos tiempos, Sangrador cree que “es decisivo, en primer lugar, que las editoriales confesionalmente católicas se asocien por lenguas en un único portal de Internet, desde el que se den a conocer catálogos, novedades y noticias, y desde el que se surta de libros electrónicos a cuantos demanden ese soporte. Y los de papel, que no van a desaparecer. Sin apartarse de la línea editorial que caracteriza a cada una de ellas y manteniéndose fieles a la identidad fundacional”.

Crece la demanda

Según el Barómetro de hábitos de lectura y compra de libros de la FGEE, el porcentaje de españoles que afirman leer en formato digital se ha incrementado en los últimos seis meses hasta superar el 50% de la población (la mayor parte de ellos, webs, blogs, foros o periódicos), mientras que la venta de e-books apenas representa un 2,68% de la facturación del sector. Desde 2009 ha crecido apenas un 2%, pero la demanda es mucho mayor, pese al alto precio y la diversidad de los dispositivos lectores (e-readers).

Enrique Dans insiste en la escasa oferta de títulos –Libranda oferta solo 4.800– y, sobre todo, en su elevado precio, solo entre un 15 y un 20% menos que en papel de media en España, al menos entre las novedades.

En el nº 2.772 de Vida Nueva (artículo íntegro para suscriptores).

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