URUGUAY – La cultura del carpintero

La Iglesia de Mercedes está preocupada por la crisis laboral

“Mire vuestra merced –respondió Sancho– que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino”. Con estas palabras trataba Sancho Panza de convencer a su amigo Don Quijote de que no había motivo para temer o alterarse ante tan grandes figuras, ya que no eran estas más que ordinarios molinos de viento. Sin embargo, más recientemente hubo otro molino que movilizó a 500 personas, cual el Quijote, a luchar por lo que creen justo. En la ciudad de Dolores el molino de harina –uno de los cinco más grandes del país– está sin funcionar desde el 1 de febrero, lo que ha provocado el envió de 220 trabajadores a un seguro para desempleados. Para reclamar por su reapertura, los trabajadores, los vecinos y los sindicatos realizaron una movilización.

En la no muy lejana ciudad de Juan Lacaze, la ya célebre Fanapel, dedicada a fabricar papel, anunció su cierre el pasado febrero, dejando sin trabajo a 300 personas. Estas dos situaciones fueron junto a otras las principales que llevaron al obispo y a los sacerdotes de la diócesis de Mercedes a emitir el comunicado Ante la situación laboral en Soriano y Colonia, en el que dicen contemplar “con preocupación y dolor la difícil situación que atraviesan muchos trabajadores y sus familias”. Además del cierre de fuentes laborales, dicen ver también “la fragilidad y disminución de empleo estable y seguro”, lo que provoca “inestabilidad, incertidumbre económica y social para aquellos que no tienen otro capital que no sea su trabajo o la pequeña empresa familiar en el sector agropecuario”. Esto, afirman, configura “una nueva expresión de violencia” que se suma a tantas otras ya establecidas.

El trabajo, explica el presbiterio de Mercedes, “dignifica a cada persona como cooperador y co-creador de un mundo mejor”. Pero hoy el derecho al trabajo “lo vemos sujeto, esclavo de la especulación que antepone el capital y la ganancia al ser humano”, se expresa.

La intención de la carta, se remarca, no es realizar un análisis ni interpretaciones de orden político o económico, ya que ello corresponde “a los idóneos y a los responsables en quien el pueblo ha depositado su confianza”. Por eso los sacerdotes llaman a dejarse iluminar por el Evangelio de Jesús “para discernir esta desafiante crisis laboral”.

En esa línea es que en la carta se hace referencia a la parábola de los trabajadores que se encuentran en una plaza, y el dueño de una viña va a buscar en distintos momentos del día para que vayan a trabajar en su predio, pagándole finalmente a todos el mismo jornal. “El dueño de la viña está como empecinado en que todos trabajen. No se resigna a ver desocupados”, resaltan. Este “Carpintero de Nazareth” propone una “cultura del trabajo para todos”.

Teniendo esto en cuenta, el presbiterio mercedario hace cuatro propuestas para todos los fieles en este difícil contexto. El primero es mantener “la cercanía y solidaridad con las familias más castigadas por esta crisis”. A su vez, llaman a la “oración confiada de todas las comunidades por los trabajadores y las fuentes de trabajo”. Luego, llaman a establecer un diálogo “sincero, honesto y constructivo” entre las partes en el conflicto. Por último, y como “gesto de una profunda espiritualidad cuaresmal”, proponen “sensibilizar la puesta en práctica de las obras de misericordia”, a las que se puede agregar “ser solidarios y cercanos con los que han perdido el trabajo”.

Finalmente, la carta concluye pidiendo al Espíritu del Señor Resucitado que “ilumine, fortalezca y anime” a empresarios, trabajadores y políticos “en la búsqueda de soluciones de trabajo digno y estable que priorice a la persona y la familia por encima del capital y la renta”.

 

PABLO RAMALA. MONTEVIDEO

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