Tribuna

Está y… genera un nuevo paradigma

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“Un cambio, según Khun, de paradigma es más parecido a ese momento mágico en el que uno descubre un punto de vista totalmente distinto. Y ya no puede volver a pensar como pensaba antes.” (Carman, Christián, 2024).



Thomas Khun, a quien se hace referencia en la cita, era un físico, filósofo de la ciencia e historiador que fue reconocido entre varios motivos, por acuñar el concepto “cambio de paradigma” cuando en 1962 publica un libro donde explica y detalla las causas, procesos y perspectivas de estas transformaciones. Un paradigma no sería definido como una opinión mayoritaria, sino a los elementos constitutivos que arman, organizan y establecen las bases de una cosmovisión.

Para este autor, el cambio de paradigma se origina en el descubrimiento de anomalías que todo modelo posee. Cuando ya el modelo no puede explicar esas “incoherencias”, ahí comienza producirse el cambio de paradigma. Frente a dicha modificación surgen las interpretaciones y posturas corporativistas, individuales, etc. Una de ellas es la consideración del modelo en crisis como el verdadero: es el camino del “pasado dorado” o relativismo. Otra mirada es la del status quo o relativismo (dejar todo como está). Por lo general, quienes se aferran a estas miradas consideran a las demás como erróneas o relativistas. Un tercer camino es la aplicación de lo nuevo que supera lo impuesto.

Cambio de paradigma religioso

  • a. Decálogo como consecuencia

En la 1ª Lectura del III Domingo del camino hacia la pascua (Ex. 20, 1 – 17), se presenta el denominado “decálogo”. Es importante considerar aquí una perspectiva con el libro del Éxodo: los “10 mandamientos” están en el capítulo 20. La acción salvífica de Dios se encuentra desde el capítulo 1, el paso del Mar Rojo en el 15, la alianza la ubica en el 19… y luego viene la normativa que tiene que hacer el pueblo para vivir y recordar lo realizado por el Señor.

Una anomalía de un paradigma religioso es considerar a los 10 Mandamientos como algo previo para el encuentro y diálogo con la acción de Dios.

La alianza de Yahveh con el pueblo y el decálogo, lo podríamos considerar como un “souvenir”, es decir, como un recuerdo de la liberación realizada por Dios y como ese lugar al que no queremos volver: la esclavitud (en Egipto: Ex. 20, 2)

  • b. El Dios de la libertad

“Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud” (Ex. 20, 1)

El paradigma vigente durante siglos ha presentado una imagen de Dios bastante distorsionada: el que tapa agujeros, el intervencionista, el castigador, el opresor, etc. que a veces parecen “caricaturas de Dios” (Alberich Sotomayor, Emilio, 2012, págs. 36 – 42). A veces se predica un Dios que pide hasta lo inhumano, que pone a prueba, que dispensa si se hace tal o cual cosa, que perdona el pecado, pero no la culpa, etc. Muchas veces esta mirada se transforma en una nueva “incoherencia” del modelo.

El Dios de la Alianza que nos relata el Ex. 20, 1 comienza recordando quién es el que orienta la expresión religiosa: es el que saca de la esclavitud, el que libra de lugares de opresión, el que nos hace vivir en libertad.

  • c. El Dios del tiempo de calidad

“Acuérdate del día sábado para santificarlo…” (Ex. 20, 8ss)

En el modelo religioso actual muchas veces caemos en la tentación de hacer cosas, actividades, reuniones, etc., con la premisa de “hay que dedicarle tiempo al Señor”. Por momentos, en otros territorios eclesiásticos, se afirma que esa actividad es un tiempo que Dios pide para la comunidad, la parroquia, la diócesis, la iglesia, etc. Y durante el año se satura de actividades con esas afirmaciones y se las sacraliza porque “Dios lo pide”.

El III Domingo de Cuaresma nos recuerda que los días son una oportunidad para “santificarlos”, para reconocer la acción de Dios en ellos. Es un tiempo de calidad social como él mismo lo hace, busca que todas las dimensiones de la vida encuentren con él esa santificación: familia, animales, residentes. Es un día para recordar que Dios nos hace hermanos y liberadores, porque un tiempo de calidad dado a Dios es también hacerlo con los demás.

  • d. El Dios escandaloso

En el hipócrita sistema de lo “políticamente correcto” que muchas veces impregna también la pastoral y predicación cristiana, el Dios de Jesús no cuadra. Pablo en la segunda lectura nos recuerda que el paradigma del evangelio es una contemplación de un Dios que es “escándalo y locura”. Es un Dios sin filtros digitales, que no se presenta “editado” y que lo suaviza tanto que parece un Dios licuado, una fe licuada. Quizás por esto mismo en el año 2013 en Aparecida, Francisco (obispo de Roma) decía a los jóvenes (pero es un mensaje para todos): “no licuen la fe en Jesucristo. Hay licuado de naranja, hay licuado de manzana, hay licuado de banana, pero, por favor, no tomen licuado de fe. La fe es entera, no se licua. Es la fe en Jesús” (Francisco – Viaje Apostólico a Aparecida, 2013). Y en ese mismo discurso recuerda las palabras de Pablo: “porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres” (1ª Cor. 1, 25)

  • e. El Dios de la reconstrucción vital

Una incoherencia de cierto régimen religioso es presentar a un Dios que “negocia”, que permite el negociado, aunque no se ponga dinero. Por momentos, se presenta la divinidad como aquella que da algo si se hace tal o cual cosa. Incluso hasta se le pide a Dios dos señales para canonizar a alguien. A veces las promesas se enmarcan en esta lógica: hago X cosa si me das esto o aquello, voy a tal lado si recibo tal gracia, voy a misa para no pecar y cumplir el precepto, etc.

En el texto del Evangelio según Juan (2,13-25) de este III Domingo hacia la Pascua, Jesús rompe el paradigma del Dios negociador, de los que negociamos con él, de los que hacemos de la casa de Dios un negociado.

Jesús rompe ese paradigma, para presentar la perspectiva de un Dios que reconstruye, que presenta lo vital como aquello que edifica la vinculación con él. Y eso los apóstoles lo dejarían en su recuerdo porque todo lo significaron desde la Resurrección.

En el paradigma que propone Juan, desde el Resucitado. el ser humano “se percibe a si mismo como donación gratuita de este ser por excelencia que lo fundamenta y lo hace vivir” (Torres Queiruga, Andrés, 1992, pág. 48)

  • f. El Dios liberado

“Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio” (Jn. 2, 16)

En un paradigma donde Dios actúa según las normas humanas, Jesús libera a Dios de nuestras ataduras. El Nazareno rompe el paradigma del Dios guiado por la religión y presente a una religión orientada desde Dios.

Año de la oración

“Lo principal es que la oración provenga del corazón y no sea simplemente el resultado de costumbres adquiridas” (Küng, Hans, 2018, pág. 94)

Un segundo modelo de oración muy utilizado es el agradecimiento (el primero fue la adoración: columna de la semana pasada). Por medio de ella queremos manifestar la acción de Dios en la vida personal y comunitaria. Por tal motivo, la alegría es la nota distintiva de este estilo de oración: “grandes cosas hizo el Señor por nosotros y estamos rebosantes de alegría” (Sal. 126/125, 3).

La oración es pedagogía porque nos ayuda a descubrir al misterio que adoramos, agradeciendo su acción en el mundo y en la vida de tantos hermanos y nos exhorta a ahondar en nuestro propio ser para revalorizar nuestro humanismo y nuestro vínculo con la Trinidad:

“Dios no nos viene ni se nos va en la oración. Vino y se nos dio de una vez por todas. Lo que, en la oración, por tanto, puede y debe venirnos es la toma de conciencia de lo que acontece cuando se tiene y cuando no se tiene conciencia de ello, cuando se ve y cuando no se ve ni se siente: la presencia amorosa y permanente de Dios en nuestras vidas” (Domínguez Morano, Carlos, 1994)

Siguiendo a Jesús, vivimos la experiencia de cambio de paradigma que nos configura con él y se “descubre un punto de vista totalmente distinto. Y ya no puede volver a pensar como pensaba antes” (Carman, Christián, 2024)… es un paradigma sin anomalías o incoherencias.

Plegaria

Trinidad Santa, que reconstruyes y liberas la vida
Te damos gracias porque tu palabra es perfecta,
es orientación para la vida, es fiel y nos instruye en la realidad y el corazón.
Gracias porque tus caminos alegran la existencia y dan luz a las miradas.
Gracias porque tus mandatos son recuerdo de tu acción y consecuencia de tu amor.
Gracias por invitarnos a romper todo lo que esclavice y te ate a nuestras reglas.
Tu que eres misericordiosa, te pedimos que nuestra vida y oración, se reconstruya desde la Resurrección,
para favorecer tiempos de calidad con los demás, con nuestra realidad y con vos.
Tu que eres escándalo y locura, te pedimos perdón por vivir una fe que por momentos se licua.
Tu que reconstruyes el Templo en tres días, te pedimos que sigamos reformando vitalmente nuestra existencia, pastoral y plegaria para que continuemos recordando que la Pascua de Jesús nos hace libres y liberadores.

Bibliografía

  • Alberich Sotomayor, Emilio. (2012). ‘Los contenidos de la catequesis’. CABA: Claretiana.
  • Aquino, Tomás de – STh II – II. (1998). ‘Suma Teológica’. Buenos Aires: BAC.
  • Carman, Christián. (2024). P’erlas de la filosofía, sobre Thomas Khun y los cambios de paradigma’.
  • Domínguez Morano, Carlos. (1994). ‘Orar después de Freud’. Madrid: Sal Terrae.
  • Francisco – Viaje Apostólico a Aparecida. (25 de julio de 2013).
  • Küng, Hans. (2018). ‘La oración y el problema de Dios’. Madrid: San Pablo.
  • Torres Queiruga, Andrés. (1992). ’10 Palabras clave en religión’. Navarra: Verbo Divino.
Foto: Cathopic