Tribuna

Está y… es gracioso

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“La risa es una alabanza a Dios porque permite a los hombres ser hombres (…)
Reír es una alabanza a Dios, que es amor, porque hace que el hombre ame (…)
Reír es alabar a Dios, porque predice la eterna alabanza del mismo final de los tiempos”
(Pronzato, Alessandro, 2006, págs. 179, 180, 181)



Estas palabras citadas son de Karl Rahner, que fue un respetado y considerado teólogo del siglo pasado. Una de sus reflexiones fue librar de prejuicios a lo religioso en la práctica de la risa, la alegría y la jocosidad.

En este IV Domingo hacia la Pascua nos animamos a reflexionar las lecturas desde un binomio que nos hace eco como centro para analizar las otras propuestas del leccionario: gracia y misericordia.

Ama tanto

  • a. Es grande (groso)

“por el gran amor con que nos amó” (Ef. 2, 4)   Sí, Dios amó tanto al mundo (Jn. 3, 16)

Meditando las lecturas de este IV Domingo de Cuaresma nos hemos quedado impactados con estas adjetivaciones que se mencionan con respecto al verbo amar.

Dios es groso… es decir “sumamente bueno o destacado por algo” (Diccionario de americanismos, 2010). Una de las características más reiteradas y evidentes de la Trinidad es “grosa” en el amor: se destaca y es sumamente buena amando. La grandeza o la inmensidad de Dios se hace palpable en cómo ama: ¡mucho! ¡Tanto!

Incluso en aquellos momentos controversiales que relata la primera lectura (2º Cro. 36, 14 – 16; 19 – 23) “les llamó la atención constantemente por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su pueblo y de su Morada” (2º Cro. 36, 16).

  • b. Es gracioso

Si buscamos la definición de gratis en el diccionario encontramos, que es: “de balde, sin costo, sin cargo” (Diccionario de Sinónimos y antónimos, s.f.) Algunos sinónimos como “reglar”: “Dar a alguien, sin recibir nada a cambio, algo en muestra de afecto o consideración o por otro motivo” (RAE – Regalar, s.f.) Si profundizamos nuestra búsqueda, descubrimos que estos últimos sinónimos se aplican y se relacionan con la expresión “gracioso”. Por este motivo, quisimos utilizar este término para hablar de Dios.

Afirmamos esto, porque Él no condiciona con nada previo para su regalo, sino que otorga su amor para todos, transformando al ser humano en nueva creatura. Por esto mismo, la Iglesia en la 2ª Lectura de este IV Domingo hacia la Pascua (Cuaresma) nos presenta el texto de Pablo que nos recuerda “¡ustedes han sido salvados gratuitamente!” (Ef. 2, 5).

La salvación de Dios no depende de nuestras obras… pero quiere y desea que colaboremos con su propuesta. La salvación es gratuita no tiene costo, ni se devalúa, sino que su gratitud nos impulsa a compartir lo recibido y anunciarlo como certificación de su obra.

Pareciera que en la 2ª Lectura se nos recuerda la gratuidad de la salvación e incluso hasta nos invitaría a mirarla no tanto por una “deuda”, sino por amor. En alguna teología de la antigüedad y medieval, se ha presentado a un Dios que “ha pagado la deuda de Adán”… Quizás desde la perspectiva pascual (gracia y misericordia) se nos presenta más como regalo, don, acción amorosa.

  • c. Está inclinado

Con la experiencia de fe que nuestros hermanos hebreos tienen del misterio de Dios, nos llegan algunas palabras que pueden ayudarnos en esta contemplación de la gracia. Una de ellas es hen o jen, que indicaría la benevolencia de Dios para con las creaturas, sobre todo con las personas, porque ellas encuentran gracia o agrado delante de sus ojos, no por sus actos sino por la mirada misericordiosa de Yahveh (Gn. 6,8; Sal. 45/44, 3; 1ª Sam. 16, 22). Esta palabra proviene del verbo hanan que sería entendido como “doblar o inclinarse en bondad hacia un inferior; favorece, conceder” (Biblia de estudio – Hanan, 2024). Es decir que alguien se tiende hacia otros con bondad y cariño para realizar con ellos un gesto o un favor. Una de las finalidades de estos gestos es levantar, ensalzar, ennoblecer, etc., a quienes son interlocutores. El acento está puesto en la acción de amor y no tanto en la condición en que se encuentra el beneficiario del gesto.

  • d. Nos hace revivir “con”

“y con Cristo Jesús nos resucitó y nos hizo reinar con él en el cielo” (Ef. 2, 6)

El misterio que da sentido a la cuaresma, es decir, la Pascua nos ubica y reorienta. Es la acción salvífica de Jesús la certeza, promesa y garantía de la existencia cristiana. El resucitado es el origen, quicio y meta que nos hace partícipes de la Trinidad. Lo profesamos y celebramos en toda la vida, y en la liturgia eucarística cuando prorrumpimos con esta exclamación jubilosa: “Por Cristo, con él y en él”. Su misterio de Pasión, Muerte y Resurrección ubican nuestra historia, caridad, acción social y celebración, de tal forma que todo se modifica según este acontecimiento fijado el domingo posterior al plenilunio del equinoccio de marzo.

La acción pascual no es un pietismo (todo lo hace Dios) ni tampoco un virtuosismo estoico (todo lo hace el ser humano). Sin embargo, la salvación es obra exclusiva de la acción divina que en este IV Domingo de Cuaresma se la presenta como: originada en el amor, regalada a la humanidad y al cosmos (por él), como sinodal (con él) y participativa (en él). Y, por lo tanto, desde él.

  • e.  Gratuidad obrante

Nosotros somos creación suya: fuimos creados en Cristo Jesús, a fin de realizar aquellas buenas obras (Ef. 2, 10)

La obra de Dios es obrante y participativa. Es decir, no es algo que solo quedó en un pasado, sino que se actualiza en el hoy de nuestra historia. Y ese “aggiornamento” (puesta al día) es una acción conjunta entre él y quienes nos proponemos seguirlo.

La obra de Dios es original y originante. Lo primero porque es única no se repite ni hay nadie que pueda hacerla de nuevo. Y es originante porque es la causa de las obras buenas que realizamos. Es decir, la obra de Dios (misericordia, gratuidad y salvación) es la que origina que obremos y realicemos los actos bondadosos. Es la Pascua el origen de nuestra acción personal, pastoral y social.

Presentar a la cuaresma como requisito para la Pascua es inútil. Es inservible si la vivimos como un suplicio personal para que Dios obre. Es infructuosa si la comprendemos como un “sacrificio” para contentar a un Dios que es pura gracia y amor.

Es improductiva si es un “valle de lágrimas”. Si el ayuno, caridad y oración son presentados como “necesarios” para llegar a la Pascua, evidentemente aún nos falta comprender que la resurrección es la que “da vida eterna” (Jn. 3, 15 – 16). Por lo tanto, más que una condición las obras de caridad y actos de piedad, surgen, emanan y se originan para expresar el amor recibido. Las obras son una invitación a ver el gran amor con que Dios nos ha redimido y “que sus obras han sido hechas en Dios” (Jn. 3, 21). Quizás por esta orientación salvífica podríamos contemplar que las acciones no hacen que la luz brille o llegue, sino que nos acerquemos a ella (Jn. 3, 19 – 21), porque ella ya está y brinda su brillo.

Pareciera, es solo un parecer, que Juan y Pablo nos re ubican: para vivir una cuaresma impregnada de amor recibido y donado, para vivir una cuaresma desde la “configuración” realizada en el Misterio Pascual.

  • f. Nos re – crea

“Nosotros somos creación suya: fuimos creados en Cristo Jesús” (Ef. 2, 10)

Es un Dios que se nos adelanta, nos precede, toma la iniciativa, busca, suscita no está indiferente ante la vida del ser humano.

La primera consecuencia de la gracia es la filiación (Jn. 1, 12), se establece una nueva relación entre el Creador y la creatura: él es Padre/Madre y nosotros hijos. Esto suscita e invita a una opción fundamental: la del amor, que nos proyecta, nos hace verdaderamente felices y todo lo amoroso que existe es una colaboración con el amor de Dios, que “infunde y crea bondad en las cosas” (Aquino, Tomás de – STh I, 1998) (q. 20 a 2). Somos hijos en el Hijo.

Ser recreados en Cristo es “para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas según Dios” (Jn. 3, 21).

Año de la oración

“La oración vendría a proporcionarnos la posibilidad de hacer carne de nuestra carne todo el mundo de valores evangélicos que pretendemos que informen nuestra vida, además de nuestra razón.” (Domínguez Morano, Carlos, 1994, pág. 112)

Una pequeña y gran paradoja: la oración es hacer carne las orientaciones del evangelio. Quizás más que una “acción” para vivirlas es una ubicación existencial: la primacía de la gracia y del amor de Dios.

Suele pasar en varios territorios eclesiásticos situaciones que Alessandro Pronzato enumera de esta manera: “Gente enferma de presencialismo, vanidad, triunfalismo, exterioridad, arribismo. Individuos convencidos de que la tierra gira gracias a sus impulsos, de que el sol sale por la mañana poque lo llaman sus quiquiriquíes, que el reino de Dios se apoya sobre sus hombros , que todo el saber se condensa en su desmesurada caja craneal” (Pronzato, Alessandro, 2006, pág. 79)

Muy a mendo la oración suele ser pietista e intimista: te pido por mi …. Para que yo.

El IV Domingo de Cuaresma nos invita a vivir la oración “según Dios” (Jn. 3, 21): orientada a él y al ser humano, a vivirla en la gratuidad y graciosamente, a inclinarnos hacia los demás, a obrar caritativamente y a re – crear la vida con el gusto de vivir resucitados en Cristo.

Plegaria

Trinidad Santa, que sos graciosa y nos amas tanto
Te damos gracias por tu amor, compasión y misericordia.
En esta oportunidad queremos orar como Jesús nos enseña:
Padre nuestro que estas en la alegría que sea cada día santificado tu gozo.
Que venga señor tu risa a nuestras caras, en cielo y tierra se haga tu buen humor.
Y danos hoy nuestra sonrisa cotidiana, perdónanos porque nos cuesta contagiarla,
como nosotros perdonamos caras largas y nos dejes creer que esta vida es amarga
y líbranos del mal humor (Seoane, Carlos)

Bibliografía

Aquino, Tomás de – STh I. (1998). ‘Suma Teológica’. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: BAC.
Biblia de estudio – Hanan. (2024).
Diccionario de americanismos (2010): groso –
Diccionario de Sinónimos y antónimos: gratis (s.f.).
Domínguez Morano, Carlos. (1994). ‘Orar después de Freud’. Madrid: Sal Terrae.
Pronzato, Alessandro. (2006). ‘La boca se nos llenó de risas’. Santander: Sal Terrae.
RAE – Regalar. (s.f.).
Seoane, Carlos. (2019), en YouTube.

Foto: Shutterstock