María García-Nieto: “El principal obstáculo para la igualdad en la Iglesia es la mentalidad, exige tiempo”

La profesora de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad de Navarra publica ‘La presencia de la mujer en el gobierno de la Iglesia. Perspectiva jurídica

La cuestión del papel de la mujer en la Iglesia es algo más que una moda pasajera y es una cuestión que llega a todos los ámbitos. Por eso la profesora de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad de Navarra María García-Nieto acaba de publicar el libro ‘La presencia de la mujer en el gobierno de la Iglesia. Perspectiva jurídica (Editorial EUNSA, 2023). Un acercamiento desde la historia y el Derecho Canónico desde Pablo VI hasta la actualidad en el que se analizan no solo el camino recorrido, sino que se apunta lo que aún queda por hacer. Y es que en el prólogo del libro se recuerda el llamamiento que el papa Francisco hizo en la exhortación ‘Querida Amazonía’ a “que las mujeres tengan una incidencia real y efectiva en la organización, en las decisiones más importantes […] con el estilo propio de su impronta femenina”. ‘Vida Nueva’ conversa con la autora sobre cómo desterrar el clericalismo y cómo desarrollar este “buen gobierno” que “necesita a las mujeres”.



PREGUNTA- ¿Cuál es el papel que ha ido teniendo la mujer en el Derecho Canónico en sintonía con la reflexión teológica actual?

RESPUESTA- En el siglo XX, con el Concilio Vaticano II, se redescubrió el papel y la importancia de los laicos en la Iglesia, y esto llevó a desarrollar la teología del laicado. A partir de esta, en los últimos años, ha ido tomando forma una teología realizada con una mayor sensibilidad y apertura a las mujeres.

Existe una clara vinculación entre el derecho canónico y la teología y, sin lugar a duda, la teología femenina ha tenido repercusión tanto en la ley eclesiástica como en la praxis. Fruto de esto ha sido, por ejemplo, la apertura de los ministerios laicales a las mujeres. Otro ejemplo, con respecto a la praxis, es el hecho de que Francisco, haya llamado a tres mujeres a formar parte de la comisión para la elección de los obispos. Algunos se extrañaban, sin embargo, esto ya ocurría entre los primeros cristianos. Gregorio de Tours anotó ya en el siglo VI, un caso en el que se observa que el factor decisivo para elegir el candidato al episcopado fue, precisamente, la opinión de una mujer.  

Por otro lado, es importante ser conscientes de que la mayoría de las mujeres católicas no van a ocupar puestos en la institución. Lo cual no significa que estén menos comprometidas o sean bautizadas de segundo grado, algo que no existe en la Iglesia. Como nos recuerda el Papa, debemos estar prevenidos contra la funcionalidad, pues identificar el lugar de las mujeres con determinadas funciones eclesiales sería muy reductivo. El cambio no consiste en generar listas de lo que las mujeres pueden o no hacer, es más profundo.

Frente al clericalismo

P.- Aunque el libro comienza haciendo un recorrido histórico desde el magisterio de Pablo IV, el análisis del clericalismo nos lleva incluso al siglo I. ¿Cómo ha marcado este fenómeno tan denunciado por Francisco al papel de la mujer en una Iglesia clericalizada?

R.- El clericalismo es una mentalidad que se ha desarrollado con el tiempo, a lo largo de la historia de la Iglesia. De hecho, entre las primeras comunidades cristianas destacaba una fuerte armonía entre los fieles. Eran conscientes de que por el bautismo tenían la misma dignidad, aunque sus funciones dentro de la Iglesia eran diferentes. Con el tiempo, esta igualdad se nubla y se comienza a hablar de clases dentro de la Iglesia.

El término clericalismo aparece en el siglo XVIII, se trata de un concepto complejo, precisamente porque describe una realidad compleja. Francisco ha denunciado fundamentalmente el clericalismo que abusa y rompe la comunión entre los fieles, lo cual es su mayor daño. El clericalismo sitúa al clero en una posición de superioridad ante los laicos, con lo que rompe la igualdad. Además, esto se hace más grave ya que esa superioridad lleva a una lógica del gobierno ajena a la propiamente cristiana, que es la lógica del servicio, pues el ministerio es para el servicio. Desgraciadamente, este ha sido el origen de casos muy graves de abusos que actualmente se están conociendo.

Aunque la Iglesia siempre ha defendido la dignidad de las mujeres, un aspecto concreto del clericalismo es la relación que establece con ellas. Se puede decir que el clericalismo tiene raíz machista. Esto se traduce en un desprecio no solo al talento de las mujeres, sino muchas veces a su misma presencia. Si bien este menosprecio generalmente se manifiesta de un modo sutil, lo que lo hace más difícil de identificar y, por tanto, también más difícil de superar. Esto no es algo del pasado, Francisco continúa denunciando su presencia, por ello es importante trabajar para llegar a eliminar toda forma de clericalismo, que es, sin lugar a duda, el mayor obstáculo que las mujeres, en cuanto tales, encuentran en la Iglesia.

Cambios legislativos

P.- ¿Qué cambios son necesarios en esta materia en el ‘Código de Derecho Canónico’ de 1983?

R.- Juan Pablo II, afirmaba que eran amplias las posibilidades que el Código de 1983 recogía para que las mujeres pudieran participar en la vida de la Iglesia. No obstante, el texto presentaba límites y, aunque se han dado pasos hacía una mayor igualdad, se mantienen algunos. Se observa, por ejemplo, en el caso de los jueces. Con el ‘Mitis Iudex Dominus Iesus’, del año 2015, Francisco modifica el Código y permite que, para las causas matrimoniales, sean dos los jueces laicos en un colegio de tres (antes solo podía ser uno). Sin embargo, se conserva la disposición de que tanto el juez único como quien preside el colegio han de ser clérigos. Esto a pesar de que, cada vez, hay laicos más preparados para llevar a cabo estas funciones dentro de la Iglesia.

P.- Esta ya en marcha ‘Praedicate Evangelium’, ¿sobran bueno aires para la presencia de la mujer en el gobierno de la Curia?

R.- La nueva regulación de la curia romana, la ‘Praedicate Evangelium’, introduce avances significativos con respecto a la anterior legislación en relación con los laicos. Uno de ellos es la posibilidad de que los laicos, y por tanto las mujeres, puedan presidir un dicasterio. Algo que hasta ahora no ha ocurrido: en la historia de la Iglesia no ha habido ninguna mujer como número uno de un dicasterio de la curia romana. Sin embargo, según afirmó Francisco en una entrevista reciente, esto podría cambiar pronto.

Pero la ‘Praedicate Evangelium’ mantiene algunas imprecisiones con respecto a los fieles laicos. Por ejemplo, reserva determinados puestos técnicos, como el de presidente del Consejo de economía, a los Cardenales.

En conclusión, hay que ser optimista porque se están dando cambios y pasos importantes, pero aún hay que trabajar para llegar a la igualdad. El principal obstáculo es la mentalidad, algo que, para que cambie, exige tiempo.

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