José María Gil Tamayo: “Soy poco de restauracionismos”

  • El secretario general de la CEE tiene 60 años, los mismos que acaba de cumplir Vida Nueva
  • Hablamos con él sobre la Iglesia y periodismo, y los cambios en estas seis décadas
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José María Gil Tamayo secretario general de la Conferencia Episcopal Española

José María Gil Tamayo era un joven cura inquieto volcado con sus pequeñas parroquias en su Extremadura natal. No había médico, pero él tenía un botiquín. Ofició funerales por maquis y se metió en una emisora municipal de radio para que el Evangelio llegase también a las gentes que vivían dispersas por los cortijos. Un día entrevistó al obispo de Mérida-Badajoz, su pastor, y allí cambió todo.

Antonio Montero, fundador de PPC y de Vida Nueva, le inoculó el periodismo, que, por esas carambolas de la vida, le ha llevado a la sala de máquinas de la Conferencia Episcopal Española y a convertirle, como portavoz, en la cara de la Iglesia en España. Hablamos con él con motivo del número especial 60º aniversario de Vida Nueva.

PREGUNTA.- Sesenta años de vida. ¿Qué es lo primero que se le viene a la cabeza?

RESPUESTA.- Agradecimiento… Agradecimiento a mis padres. Mi padre murió hace cuarenta años, a los 49. Por tanto, agradecimiento a mi madre, que ha sido padre y madre. Vive conmigo. Tiene 87 años y me da el sentido de filiación permanente, me riñe, se mete con cómo llevo la ropa y si soy ordenado o no… Y agradecimiento a quienes me han formado, los curas con los que me he encontrado; y después, a un obispo, Antonio Montero, que me ordenó y me enseñó esa segunda vocación que vino a mi vida sin esperarlo, la de periodista.

P.- ¿Y para qué ha dado más de media vida de sacerdote?

R.- Para servir. Si no, no tiene sentido. (…)

P.- ¿Y ha pensado alguna vez: “¡Este no es el camino!”?

R.- Me dan miedo las añoranzas sin más o querer traer el pasado al presente. Creo en la renovación, en la vuelta a los orígenes. Nuestro escenario es el presente y el futuro, y ahí nos dirigimos. Soy poco de restauracionismos y de dar carácter de absoluto a cosas que han sido transitorias en la Iglesia. Si hay absolutos, que sean los que confesamos en el Credo.

P.- ¿Es hoy más difícil ser cura que hace 60 años?

R.- Es difícil siempre. Miro más la afirmación positiva de la vocación que las renuncias que supone. No me gustan los centrifugados de cabeza, de decir lo que hubiera podido ser. Tentaciones las tenemos todos. El sacramento del orden no nos exime de ellas, pero es cuestión de luchar y plantearse la vida en ese dinamismo.

P.- Lo preguntaba porque conozco sacerdotes que han sido insultados por su condición. ¿Le ha sucedido?

R.- Alguna vez… Yo, por carácter, reacciono, no me aguanto. “Ven y me lo dices a la cara”, les digo. Nadie espera que un cura reaccione así, se asustan… (…)

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