Ildefonso Camacho: “Queremos que la teología recupere su lugar en la universidad”

Rector de la Facultad de Teología de Granada

(Jaime Vázquez Allegue– Fotos: Ruiz de Almodóvar) El jesuita Ildefonso Camacho Laraña es el actual rector-decano de la Facultad de Teología de Granada, una institución que se remonta a los tiempos de san Ignacio, haciendo de esta sede uno de los primeros centros de estudio de la Compañía de Jesús y una de las facultades de habla hispana más representativas de la teología actual.

Profesor desde 1975, Camacho está al frente de la Facultad desde 2003. Es doctor en Teología, licenciado en Filosofía y en Ciencias Económicas y catedrático de Teología Moral, y enseña Moral Social, Política y Económica, y Doctrina Social de la Iglesia.

Su experiencia al frente de la institución académica ha hecho de él una de las personas que mejor conoce la situación en la que se encuentran en estos momentos los estudios teológicos, y uno de los académicos que mejor puede intuir hacia dónde se dirige el futuro de la teología.

¿Decano o rector?

Mi título oficial es el de rector, porque esta Facultad no está inserta en una universidad. Desde el punto de vista académico, la Facultad de Teología de Granada es autónoma, y al no pertenecer a una universidad, tampoco estoy bajo la autoridad académica de un rector. Por eso, mis funciones son un poco a medias entre decano y rector.

Entonces, ¿a quién pertenece esta Facultad?

Es un centro eclesiástico creado por la Santa Sede y confiado a la Compañía de Jesús. Estamos en el campus universitario de Cartuja, y esto es una ventaja para nosotros. Esto era el antiguo terreno de la Facultad de Teología, que se vendió para convertirlo en campus universitario, y al mismo tiempo se hizo un convenio con la Universidad de Granada que todavía está vigente y que se plasma en los acuerdos de colaboración que tenemos con ella. Acuerdos que hacen que desde la Facultad de Teología ofertemos e impartamos asignaturas de libre configuración en la universidad granadina, participemos en los cursos del Aula de Formación Permanente y estemos presentes en distintos equipos de investigación de la Universidad. También contamos con profesores de la institución universitaria que dan algunas clases en nuestra Facultad. Tenemos acceso común a las bibliotecas de las dos instituciones. La inserción en el campus de Cartuja nos ayuda a sentirnos más universitarios y a recordar que nuestra Facultad es una institución académica superior. Pretendemos que los estudios de Teología recuperen el lugar que les corresponde en el mundo universitario, que abandonaron en España en el siglo XIX. Como muestra de este acercamiento, estamos poniendo en marcha una Cátedra de Teología en la Universidad que coordinaremos desde nuestra Facultad.

Institución eclesiástica

¿Qué diferencia hay entre una universidad pontificia como la de Comillas o Salamanca, y una eclesiástica?

El título pontificio es propio de las universidades, no de las facultades; nosotros somos institución eclesiástica. Otra cuestión es la diferencia entre las universidades pontificias, las católicas y las de inspiración cristiana: ni Comillas, ni Deusto, ni Salamanca, ni Navarra son universidades católicas; Murcia, Valencia y Ávila sí.

¿Cómo andan de alumnos y cuál es su perfil?

Los centros eclesiásticos se nutrieron durante mucho tiempo de aspirantes al sacerdocio. Hoy en día, una Facultad de Teología no puede dedicarse exclusivamente a formar a futuros sacerdotes por dos razones: porque los aspirantes al sacerdocio se han reducido considerablemente, y porque hay una tendencia de los obispos a tener sus propios centros y no enviar a sus seminaristas a una Facultad de Teología, como se hizo, sobre todo, después del Concilio. En ese sentido, el perfil del alumno ha cambiado considerablemente, sobre todo porque se ha incorporado un número significativo de religiosas y de laicos. En estos momentos, contamos con unos doscientos alumnos oficiales.

¿De qué manera afectan los planes universitarios de Bolonia a los estudios de Teología?

La Santa Sede se adhirió a los acuerdos de Bolonia en 2004, y desde entonces se ha puesto en marcha toda la adaptación de los estudios eclesiásticos al Espacio Europeo de Educación Superior. Sin embargo, la misma Santa Sede no ha querido cambiar las titulaciones y pretende mantener los mismos contenidos, haciendo que el nuevo grado y postgrado duren más años de lo que exige Bolonia como mínimo. Esto se explica porque mientras Bolonia sólo afecta a las universidades europeas, lo que la Santa Sede pretende hacer afectará a todas las facultades eclesiásticas del mundo, dada la universalidad de la Iglesia.

Lo que sí estamos poniendo en marcha es la adaptación de la metodología de Bolonia y el crédito europeo. Esto nos está obligando a hacer un esfuerzo muy importante y a cambiar nuestra metodología de trabajo para que profesores y alumnos se adecuen a esta nueva forma de docencia e investigación.

Entonces, ¿qué va a pasar con los contenidos y la formación teológica?

La calidad es el otro campo de actuación que tenemos entre manos. La Santa Sede tiene un especial interés por favorecer la calidad de los centros eclesiásticos de acuerdo con las pautas de Bolonia. Por esa razón, estamos metidos en procesos de evaluación de los centros. Se ha creado una agencia de calidad (AVEPRO) que no depende de la Congregación para la Educación Católica, sino de la Secretaría de Estado. El objetivo consiste en evaluar la calidad de los centros teológicos desde una instancia que sea externa a la propia Congregación para la Educación Católica. A nosotros se nos pidió que hiciéramos una autoevaluación hace dos años y, ahora, como resultado de todas las autoevaluaciones, se comienzan a poner en marcha los nuevos planes de estudio. Pero hay que reconocer que el proceso va con un cierto retraso. Por ejemplo, todavía no sabemos cómo se van a llamar los títulos: suponemos que tendremos que hablar de grado y máster, aunque mantengamos los términos de diplomatura y licenciatura, que responden al uso de la Iglesia universal.

¿Cuándo estará en marcha el Plan Bolonia y el nuevo crédito europeo en la Facultad?

A partir de este curso próximo, en septiembre de 2010, Bolonia estará implantada a todos los niveles en nuestra Facultad para los alumnos de nuevo ingreso. La adaptación que hemos hecho se ha convertido en una buena oportunidad para que se revise el reconocimiento por parte del Estado español de los títulos eclesiásticos. Falta por definir si este reconocimiento se tiene que hacer a través de un decreto, como el de 1995, que era para la aplicación de los acuerdos de la Santa Sede y el Estado español; o a partir de una situación nueva: que la propia Santa Sede, como un Estado más de Europa, ha firmado los acuerdos de Bolonia y eso garantiza el reconocimiento directo de sus títulos como los de otro Estado firmante de Bolonia. Pero todo eso está en estudio por parte de los decanos de las facultades de Teología y de la Subcomisión Episcopal de Universidades.

No sólo sacerdotes

Además de Teología, ¿qué otros estudios se imparten en torno a esta Facultad?

Contamos con un Instituto de Ciencias Religiosas. Se trata de unos estudios que se crearon pensando en personas que no aspiran al sacerdocio pero que quieren tener una preparación teológica, que pretenden dar clases de Religión o trabajar en otros ministerios y encargos eclesiales. Hasta ahora, lo que se impartía era una diplomatura y licenciatura. A partir de ahora serán grado y máster en Ciencias Religiosas. También contamos con la Cátedra Andaluza de Bioética, que imparte un máster –va por su cuarta promoción– en el que se forman personas que trabajan en el mundo de la sanidad y en los comités de ética. Esta Cátedra tiene un convenio de colaboración con la Cátedra de Bioética de Comillas y con la Facultad de Teología de Deusto. También tenemos la Cátedra Andaluza para el Diálogo de las Religiones, que es de reciente creación y ya ha organizado un congreso para analizar las relaciones entre el cristianismo y el islam ante la modernidad.

Además, damos cursos de formación permanente para profesores de Religión, hemos impartido seminarios de orientación familiar, tenemos un máster de Patrimonio Cultural de la Iglesia y hemos ofrecido cursos para formación de directivos de centros concertados. En fin, que esta Facultad de Teología no se limita a los ámbitos con los que tradicionalmente se la identifica.

Esta Facultad siempre ha estado en la avanzadilla de la investigación teológica y ha sido considerada laboratorio de teólogos más abiertos, críticos, incluso contestatarios. ¿Lo sigue siendo?

Quizás yo no sea la persona más adecuada para juzgarlo. Lo que siempre digo es que para nosotros –porque estamos en un centro de la Compañía de Jesús– es necesario estar en la frontera y permanecer abiertos al diálogo con el mundo actual. Ésos han sido los principios inspiradores. Benedicto XVI, en su discurso a la 35ª Congregación General de la Compañía, en 2008, subrayó la importancia que tenía para la Iglesia el hecho de que la Compañía siempre se hubiera movido en terrenos de frontera. El Papa recalcó que esa frontera no era sólo geográfica, sino de todos aquellos ámbitos en donde lo religioso podía ser cuestionado. El hecho de estar ahí –y nosotros siempre procuramos estar– es fuente, muchas veces, de ciertas situaciones difíciles y de una cierta ambigüedad. Y eso no siempre es bien entendido por todos y muchas veces nos ha traído problemas.

Suelo recordar que el Papa puso como ejemplo de estar en la frontera al P. Matteo Ricci. Y todos recordaremos que, en su momento, Ricci tuvo muchas dificultades por parte de las autoridades eclesiales, y, sin embargo, hoy es reconocido y recordado. Y es que, muchas veces, el hecho de estar en las fronteras nos obliga a posicionarnos ante situaciones en donde existe una cierta ambigüedad que es prácticamente inevitable.

Actitud de diálogo

¿Cómo se perfila el estudio de la teología en una sociedad cada vez más laica y con menos vocaciones religiosas?

Creo que con una actitud de diálogo con el mundo moderno y con el conjunto de los saberes científicos, no sólo con las ciencias sagradas. Necesitamos que la teología esté en diálogo permanente con otros ámbitos académicos, lo cual significa cuestionar y ser cuestionada por todos los estudios científicos de nuestro tiempo. Para nosotros, ésa es la preocupación fundamental. Las cátedras de Bioética y de Diálogo con otras religiones van en esa línea.

¿Cómo será la teología de los próximos veinte años?

Eso quisiera yo saber… Creo que el camino tiene que ser el del diálogo con la sociedad, con las demandas de la gente, con el mundo científico. Tenemos que recordar que una Facultad de Teología es una institución universitaria, y eso quiere decir que es algo más que un seminario o una casa de formación religiosa. Tiene que ser un lugar donde se haga ciencia utilizando una metodología científica propia, pero siempre en diálogo con otros saberes científicos.

¿El celibato y el sacerdocio de la mujer son cuestiones teológicas?

Yo creo que sí, pero eso no quiere decir que no estén condicionadas por la tradición y la disciplina de la Iglesia. La teología no puede ser un saber abstracto y ajeno a la realidad concreta. Yo, que soy profesor de Moral Social, no me canso de repetir que el juicio ético exige un conocimiento muy a fondo de la realidad que se quiere enjuiciar y del contexto histórico de cada momento. En este sentido, la comprensión desde otras perspectivas científicas de la realidad que la teología estudia nunca se puede ignorar. Pero tampoco podemos hacer depender la reflexión teológica únicamente del contexto histórico, porque entonces terminamos relativizándolo todo. Lo importante es analizar estos temas y descubrir cómo han ido evolucionando, cómo han sido tratados, cuál ha sido la lógica de su propio dinamismo y cuál el hilo conductor que da sentido a esa reflexión.

Si hay algo importante en la historia de la Iglesia es la atención a la tradición en la que nos insertamos de una manera dinámica, lo cual implica fidelidad, pero sin que ello nos ate completamente al pasado. Es ahí donde descubre uno la vitalidad de la Iglesia y de la fe.

La Facultad tiene una Asociación de Amigos. ¿En qué consiste?

Se creó en 1995. Convoca a un grupo de personas que pretenden ayudar a la Facultad en la consecución de sus fines, servir de nexo de unión con la sociedad –de manera especial, con la sociedad granadina– y buscar respaldo social y apoyo económico. No es una asociación de antiguos alumnos, aunque hay algunos, sino que está formada por personas de distintos ámbitos sociales y laborales (banca, universitadad, etc.) y algún jubilado que aporta su experiencia.

En el nº 2.713 de Vida Nueva.

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