‘Fiducia supplicans’: la hora de pronunciarse para los obispos españoles

  • Mañana arranca la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal en la que se abordará el documento papal sobre las bendiciones tras un mes y medio de silencio colegiado
  • De los 27 prelados presentes con derecho a voto, solo uno se ha manifestado públicamente en contra ante cualquier reflexión conjunta que pudiera salir adelante

El pasado 18 de diciembre el Dicasterio para la Doctrina de la Fe hacía pública la declaración ‘Fiducia supplicans’, que abre la puerta a la bendición de parejas en situación irregular, como los divorciados o los homosexuales. Desde entonces se han sucedido múltiples manifestaciones valorando el documento respaldado por el Papa Francisco, tanto reflexiones a título personal como institucional. Sin embargo, hasta hoy la Conferencia Episcopal Española ha permanecido en silencio como colectivo.



Este mutismo, según ha podido consultar ‘Vida Nueva’, estaría motivado, entre otras razones, por el período navideño en el que no se ha celebrado ninguna reunión colegiada, además de la “prudencia requerida” a la hora de abordar una cuestión que ha generado diversas reacciones en el seno de la Iglesia universal y española. Es entre el martes y el miércoles cuando se dan cita en Madrid los 27 cardenales, arzobispos y obispos que forman parte de la Comisión Permanente, el órgano colegiado en el que se prepara la Asamblea Plenaria y se abordan los temas de actualidad.

Norteamérica por delante

Esta demora contrasta con algunos Episcopados como el de Estados Unidos apenas tardó unas horas en manifestar su respaldo al texto firmado por el prefecto para la Doctrina de la Fe, Víctor Manuel Fernández, y el secretario del departamento vaticano, Armando Matteo. Su pronunciamiento llegó de la mano de una nota pública del obispo de Winona-Rochester, Robert Barron, que es el presidente del Comité de Laicos, Matrimonio, Vida Familiar y Juventud. “La Declaración de ninguna manera exige un cambio en las enseñanzas de la Iglesia sobre el matrimonio y la sexualidad”, sentenciaba el prelado para respaldar el texto de la Santa Sede.

Los países del entorno español, esto es, Italia, Francia y Portugal han seguido la misma dinámica que parecen haber adoptado los prelados españoles: esperar a una reunión ordinaria para abordar ‘Fiducia Supplicans’ como cualquier otro asunto de actualidad eclesial. Los comunicados de los tres países realizan una defensa firme del documento, cierran filas en torno al Papa y no dejan fleco abierto alguno sobre su aplicación.

Acogida de todos

Los obispos portugueses hicieron público su parecer el 9 de enero, al celebrar su Consejo Permanente. En su comunicado final, dieron la bienvenida a ‘Fiducia Supplicans’, subrayando que “no altera la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio” y “reconoce la acogida de todos en la Iglesia”. A la vez, enfatizaron la necesidad de mostrar “la plena comunión de los obispos portugueses con el Santo Padre”.

El Episcopado Francés se pronunció el pasado 10 de enero, en el marco de la reunión de su Consejo Permanente. Sin condicionante alguno, aplaudieron el documento vaticano como “un estímulo a los pastores para que bendigan generosamente a quienes se acercan a ellos humildemente pidiendo la ayuda de Dios”.

Tras celebrar su Consejo Episcopal Permanente entre el 22 y el 24 de enero, los obispos de Italiana lanzaron un comunicado en el que defienden cómo el texto de Doctrina de la Fe ”se sitúa en el horizonte de la misericordia, de la mirada amorosa de la Iglesia sobre todos los hijos de Dios, sin por ello derogar las enseñanzas del Magisterio”.

Mes y medio después

Con este mapa del entorno más próximo, este martes se pondrán sobre la mesa de reuniones de la calle Añastro el posicionamiento de los obispos ante las bendiciones, prácticamente un mes y medio después de que saliera a la luz con no pocos sobresaltos. Cualquier decisión que se adopte al respecto debe estar respaldada  por una mayoría de dos tercios, siempre que esté presente la mayoría de los que deben ser convocados.

De todos ellos, el presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Juan José Omella, expuso el 23 de diciembre en los micrófonos de Cope que la Declaración de Doctrina de la Fe es “un acto de acogida” que requiere  “un cambio de mentalidad en Europa”, mientras que “la doctrina de la familia no cambia”.

Cada uno verá

El secretario general del Episcopado y obispo auxiliar de Toledo, César García Magán, se limitó a decir en la rueda de prensa celebrada un día después de que viera la luz ‘Fiducia Supplicans’ que “la Conferencia Episcopal Española no hace valoraciones de los documentos promulgados por la Santa Sede. Ya los obispos cada uno verá en su diócesis”.

Más adelante, precisamente como pastor diocesano tuvo que pronunciarse al respecto. Un grupo de sacerdotes de Toledo lideraron una campaña digital de firmas para instar al Papa Francisco a que anulara ‘Fiducia Supplicans’. Aunque en un primer momento la iniciativa no logró un eco significativo, cuando la propuesta logró el respaldo de algunos foros digitales, su repercusión creció y los promotores quedaron al descubierto.

Actitud proactiva

La actitud proactiva del cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, para llamar al orden a los curas madrileños que agitaban esta protesta, tuvo su consecución en el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, y su auxiliar, García Magán, que firmaron un documento dirigido a los curas manchegos para llamarles al orden. Tras este toque de atención, la mayoría de los presbíteros que abanderaron el proyecto, dejaron de estas visibles en un campaña.

De los miembros de la Comisión Permanente, solo un pastor se habría manifestado abiertamente en contra de ‘Fiducia Supplicans’, lo cual no quiere decir que sea el único que se sienta incómodo con el dictamen papal. Se trata del arzobispo de Oviedo, el franciscano Jesús Sanz, que se ha referido en varios escritos en las últimas semanas. En sus redes sociales ha calificado el documento vaticano como “innecesario, de intencionalidad confusa, acomplejada”. También lo ha tachado de “demagogia que retuerce la tradición cristiana y el Magisterio de la Iglesia”, así como de “empeño campanudo de bendecir lo que Dios no bendice, cuando siempre hemos bendecido y seguiremos haciéndolo, a las personas y no sus relaciones”.

 

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