Enrique Benavent: “Ahora no hay teólogos preocupantes por sus doctrinas”

Arzobispo electo de Valencia

Enrique Benavent deja Tortosa después de 13 años de pastoreo. Sucede al cardenal Antonio Cañizares, que ha guiado durante ocho años la capital del Turia. El que fuera prefecto del Culto Divino se jubila, cediendo el testigo a otro valenciano, de Cuatretonda, al que le delata su acento.



PREGUNTA.- Dicen que es más de la tierra que las naranjas…

RESPUESTA.- Nací en un pueblo de las comarcas centrales de la Comunidad Valenciana. Nos sentimos valencianos, hablamos en valenciano, es la lengua de mi familia y de mi pueblo. También soy un valenciano eclesial. Formado en el Seminario de Valencia, he trabajado en parroquias de la región, he sido formador del Seminario, profesor de la Facultad de Teología y toda mi vida sacerdotal se ha desarrollado allí hasta que vine a Tortosa.

P.- ¿Qué tal maneja la paella?

R.- Fatal. En mi casa siempre hacía las paellas primero mis abuelos, después mis padres y ahora mi hermano. Nunca he logrado aprender y prefiero no experimentar más.

P.- ¿Pesa suceder a Cañizares?

R.- El cardenal ha sido clave en la reciente historia de España. Tiene una personalidad que va más allá de los límites de Valencia. Sustituir a alguien así es una gran responsabilidad.

Pluralidad sin división

P.- En su saludo a los valencianos, se comprometió a no ser un “déspota dueño del rebaño”. ¿Ha sentido esa tentación?

R.- No va con segunda intención. Tiene que ser un principio que inspire la vida de todo obispo y sacerdote. Está basado en la primera carta de San Pedro, que dice a los presbíteros de la comunidad cómo apacentar al rebaño: no con la fuerza, sino de buena gana; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas, sino como modelos del rebaño.

P.- Su misiva alerta de una posible división eclesial. ¿Le preocupa la oposición a Francisco?

R.- La división es una preocupación constante en la vida de la Iglesia. Hay y siempre habrá personas de talantes y maneras distintas de pensar. Tiene que haber una pluralidad, pero con una unión con Cristo y afecto a la Iglesia tan fuerte que evite que esas diferencias lleguen a ser división. Las divisiones aparecen cuando los criterios humanos se hacen más fuertes o tienen más peso en el corazón que los criterios de la fe. Eso se manifiesta hoy en corrientes de oposición al Papa, que también sufrieron Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI… Ocurre cuando se pone la ideología por encima de la fe

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