Este 2 de febrero, con motivo de la jornada mundial de la vida consagrada, la Confederación Caribeña y Latinoamericana de Religiosas y Religiosos (CLAR) ha extendido su saludo de “esperanza, paz, reconciliación, voz profética, transformación y renovado espíritu misionero”, a “todos los consagrados que habitan el suelo latinoamericano y caribeño”.
El mensaje de la CLAR –firmado por su presidenta, Gloria Liliana Franco Echeverri, y su secretaria general, Daniela Cannavina–, invita a celebrar “este tiempo de gracia, para que continuemos siendo protagonistas de la fiesta de la vida”, evocando la invitación de María en las bodas de Caná: ¡Hagan todo lo que Él les diga, ya es la hora! (cf. Jn 2,5).
La ‘hora’ de América Latina
¿Cuál es la ‘hora’ del continente latinoamericano? Sin renunciar a la “terca esperanza” que se traduce en “fiesta, encuentro, vida compartida, respeto de la dignidad, gestos solidarios, mirada atenta e intuitiva, complicidad en búsqueda de nuevas alternativas”, la CLAR enfatiza que “el agua aún se puede convertir en vino” –apelando al mismo texto bíblico inspirador–, delante de los flagelos que amenazan con deteriorar “los vínculos fraternos y sororales”.
En este sentido, los consagrados de América Latina y el Caribe se plantan, una vez más, contra “la violencia, la injusticia, la marginalidad y la creciente pobreza”, al tiempo que manifiestan su preocupación ante “las inacabables caravanas humanas migratorias…, el grito de nuestra Madre Tierra Amazónica y sus habitantes, la creciente manipulación de la dignidad humana y la explotación sexual, y el abuso de nuestros niños, niñas y adolescentes”.
Entretejer sueños
“Queremos celebrar la fiesta de la vida, convirtiendo el agua de nuestro contexto social, institucional y comunitario, en vino sabroso –con equilibrio y cuerpo– que sepa sintonizar con el clamor y sufrimiento humano”, exhorta la CLAR, en una clara invitación a “la confianza renovada” y a entretejer sueños.
El milagro de “la vida plena y abundante para todas y todas” será posible si se suman “tinajas” y se hace “lo que Él nos diga”, concluye el mensaje.