“Crear un coro mixto es nuestra forma de responder al llamado de Francisco sobre las mujeres en la Iglesia”

Efrén de Montellà, fraile de Montserrat, habla con Vida Nueva acerca de la Escola Cantorum, que, por primera vez, permite que haya niñas

Escolanía mixta montserrat

Hace unos meses, la Escolanía de Santa María de Montserrat tomaba la decisión de fundar un nuevo coro, la Escola Cantorum de la Escolanía de Montserrat, que cantará una vez al mes. ¿La novedad? En él hay, por primera vez, niñas. Ahora, el padre Efrém de Montellà, promotor de esta iniciativa habla con Vida Nueva, tras algunos meses en los que este coro ya está en funcionamiento, sobre la presencia de los jóvenes y la mujer en la Iglesia.



PREGUNTA.- La escolanía de Montserrat cuenta con mucha historia a sus espaldas. ¿Cómo ha sido el proceso para crear el nuevo coro?

RESPUESTA.- La escolanía tiene una tradición, como mínimo, de 700 años, ya que está documentado que había escolanos aquí en 1307. Desde entonces hasta ahora siempre ha habido referencias de que se cultivaba mucho la música, como se hacía en los monasterios y catedrales grandes. Al cantar los niños una octava más alto que los adultos, comenzó el fenómeno de la polifonía en los siglos XIII y XIV. Es una tradición que se ha ido manteniendo en muchos sitios de Europa hasta el siglo XIX, cuando se perdió en muchos sitios por las guerras napoleónicas, la desamortización, los conflictos entre estado e iglesia… Pero en Montserrat siempre se ha mantenido. El último corte fue durante la Guerra Civil, que estuvo tres años cerrada la escolanía, pero volvió a refundarse otra vez. Con una trayectoria tan larga, no queríamos cortar con la tradición, porque esta tiene un valor, incluso desde el punto de vista musicológico, para muchas personas. Pero, de alguna manera, la pregunta que tantas veces teníamos que responder es por qué no hay niñas en la escolanía. Y, realmente, no se trata de que haya ningún motivo de separación por sexo, sino que es una tradición que se ha mantenido.

P.- ¿Hay diferencias entre las voces de niños y niñas?

R.- La voz de los niños y las niñas es igual hasta los siete años. Pero entre los siete y los 14, que es cuando los niños cambian la voz, esta tiene unas particularidades tímbricas muy particulares. Hay muchísimos compositores que han escrito música para esta voz en concreto, con lo cual es una oportunidad única escuchar una escolanía tradicional, escuchar ese sonido como era antes de que existieran las grabaciones.

P.- Aún así, han querido dar el paso e introducir un coro con voces femeninas

R.- Siempre nos hemos mostrado favorables a mantener la tradición, pero, paralelamente, nos sabía mal no dar a las chicas la opción. De ahí nació la opción de hacer un doble coro, porque permitía que todo el mundo ganase. Se habló en comunidad, se votó y decidimos que sí. Hemos hecho un proceso de selección.

P.- ¿Cómo lo han vivido los jóvenes? ¿Son conscientes de la importancia de este paso?

R.- Cuando un chico entra a formar parte del coro no es que se apunta y va a cantar y ya está, sino que pasa a formar parte de la liturgia. Se hace un ritual de bendición delante del altar en una ceremonia solemne. Este año hemos hecho la bendición de los siete nuevos escolanes de la escolanía tradicional y de todos los 29 nuevos de la Escola Cantorum, 14 chicas y 15 chicos. Una vez al mes cantan en sustitución de la escolanía tradicional, que, a partir de ahora, tendrán un fin de semana libre al mes.

P.- Ahora están vinculados a la Iglesia de una forma muy especial

R.- Así es. Cuando se habla de jóvenes se les pone a todos en el mismo saco, pero jóvenes hay de muchos tipos. Y sí, hay jóvenes a los que no les interesa la Iglesia y hay jóvenes que sí. Y esto se ve en momentos como la JMJ. Son jóvenes con una vida más allá del móvil. Hemos cogido 29 pero teníamos más de 50 peticiones. Ha habido muy buen ambiente en el grupo desde el principio, se han hecho amigos.

P.- ¿Es esta la respuesta de la abadía a la petición de Francisco de dar impulso al papel de la mujer en la Iglesia?

R.- Desde luego. Es una manera de hacer ver que las chicas pueden hacer ese servicio en la liturgia, y creo que muchas personas lo han valorado positivamente.

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