Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

¿Qué podemos esperar del Jubileo 2025?


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El lema

Aunque cada vez proliferan más los años jubilares de alcance más local, se acercan el 2025 y el 2033 con sus consiguientes jubileos universales. Si en el 2000, Italia, Roma y el Vaticano de Juan Pablo II echaron el resto; ahora 25 años después las perspectivas en la Ciudad Eterna tienen que estar puestas en otro lado. El paso de una pandemia, los vientos de la secularización y la situación política de los estados europeos se conjugan para hacer pensar que el año santo de la redención debe amoldarse al momento presente.



El papa Francisco ha enviado el pasado 11 de febrero una carta a Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, organizador inmediato del Jubileo de 2025. “El próximo Jubileo puede ayudar mucho a restablecer un clima de esperanza y confianza, como signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos como urgente”, señala el pontífice. De hecho, el lema es “Peregrinos de la Esperanza”.

Apertura del año de la misericordia en la catedral de Bangui

La carta

“Ahora que nos acercamos a los primeros veinticinco años del siglo XXI estamos llamados a poner en marcha una preparación que permita al pueblo cristiano vivir el Año Santo en todo su significado pastoral”, señala el pontífice apelando a la experiencia del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, “que nos ha permitido redescubrir toda la fuerza y la ternura del amor misericordioso del Padre, para que a su vez podamos ser sus testigos”.

La situación en la que llega este jubileo no es indiferente para el Papa. “Como cristianos hemos pasado juntos con nuestros hermanos y hermanas los mismos sufrimientos y limitaciones. Nuestras iglesias han sido cerradas, así como las escuelas, fábricas, oficinas, tiendas y espacios recreativos. Todos hemos visto limitadas algunas libertades y la pandemia, además del dolor, ha despertado a veces la duda, el miedo y el desconcierto en nuestras almas. Los hombres y mujeres de ciencia, con gran rapidez, han encontrado un primer remedio que permite poco a poco volver a la vida cotidiana”. Por eso la confianza “en que la epidemia pueda ser superada y el mundo recupere sus ritmos de relaciones personales y de vida social” es la clave.

Francisco espera que “el próximo Jubileo puede ayudar mucho a restablecer un clima de esperanza y confianza, como signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos como urgente”. “Todo esto será posible si somos capaces de recuperar el sentido de la fraternidad universal, si no cerramos los ojos ante la tragedia de la pobreza galopante que impide a millones de hombres, mujeres, jóvenes y niños vivir de manera humanamente digna. Pienso especialmente en los numerosos refugiados que se ven obligados a abandonar sus tierras”, propone.

Puede que la pandemia, una vez más, ayude a los cristianos a redimensionar las prioridades de un gran acontecimiento eclesial que tiene que pasar de las nostalgias por las convocatorias masivas a la autenticidad del encuentro personal con el Dios de la vida. Por eso, no descartemos que en la bula de convocatoria nuevamente este jubileo vuelva a descentralizarse…