Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

¿Por qué va a viajar el Papa a Mongolia?


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La audiencia

Mientras quienes se asoman de forma esporádica a la actualidad religiosas hacían sus quinielas sobre la cercana renuncia del papa Francisco, él se recibía en audiencia a la principal compañía aérea italiana, la ahora llamada Sociedad ITA Airways, heredera de la quebrada Alitalia. Además de agradecer los servicios de la compañía a la considera las “alas del Papa”, el pontífice pasó de refilón por su próximo agencia.



Francisco les dijo a los invitados, recién aterrizados en el Vaticanos, que con “san Juan Pablo II, que realizó 104 viajes internacionales en sus 27 años de pontificado, esta forma de misión se convirtió en parte integrante del pontificado. Así viajó su sucesor Benedicto XVI; y así he seguido viajando yo también: dentro de quince días, si Dios quiere, partiré para mi 41ª peregrinación, para visitar Hungría. Y luego vendrán Marsella, y Mongolia… y todo lo que está en lista de espera“.

De Francia a Mongolia

De Hungría ya se conoce al detalle el programa del viaje, aunque Francisco ya clausuró en Budapest un Congreso Eucarístico tras la pandemia. Y vemos que el Papa da por seguro el viaje a Marsella para participar el 23 de septiembre en un encuentro de obispos y alcaldes del Mediterráneo. Sería una de esas visitas que Francisco hace al encuentro pero no al país, en este caso Francia –donde ya acudió al Parlamento Europeo en 2014–. Estos encuentros se celebraron ya en Bari en 2020 y Florencia en febrero de 2022. En cualquier caso, a París puede ir a consagrar la restaurada catedral de Notre Dame.

Lo de Mongolia también lleva resonando un tiempo. El pasado mes de diciembre publicaba el diario francés La Croix, que desde agosto, Francisco había mostrado su deseo de visitar Mongolia en respuesta a una invitación de los dirigentes políticos del país. De hecho, el pontífice, que ha creado un cardenal, del país asiático es favorable a acudir a visitar a la pequeña comunidad cristiana que existe en una región de mayoría budista. La petición formal se la trasladó al Papa el que fuera presidente de Mongolia Nambaryn Enkhbayar, que fue recibido en audiencia el pasado 24 de agosto. El cardenal Giorgio Marengo, Prefecto Apostólico de Mongolia, ya confirmó entonces al medio francés que “el Santo Padre ha aceptado esta invitación”.

Es más ya hace meses se había detallado que en el edificio de la Prefectura Apostólica se estaba preparando una sala adaptada a las dificultades de movilidad del Papa. “Hemos hablado de la posibilidad de una visita con los fieles, que, por supuesto han expresado una gran alegría”. Ya hace años, la salud de Juan Pablo II impidió una visita también en 2003, con motivo del décimo aniversario de la llegada de los primeros misioneros al país.

Desde luego Mongolia cumple los requisitos de las periferias que visita el Papa. Marengo, al ser creado cardenal, relataba a Vida Nueva, describía su tarea como “susurrar el Evangelio en el país del eterno cielo azul”. “Susurrar es un verbo que apunta a la discreción, la confidencia, la delicadeza… se susurra algo importante al oído de quien quieres, de quien le deseas el bien”, apuntaba. “Supone una relación ya construida en el tiempo, que llega a unos niveles de profundidad. Y también apunta a una modalidad de misión que es discreta, atenta, fundada sobre la empatía, sobre las relaciones personales. Y se susurra el evangelio que no es otra cosa que la presencia de Cristo resucitado que se trata de comunicar al corazón de un pueblo, en sintonía con los latidos de dicho corazón que ha conocer en lo profundo y lo escondido desde la belleza de su identidad cultural, su historia, las tradiciones religiosas, la psicología social, la política, la economía… Es decir, entrar verdaderamente dentro de la vida de un pueblo para poder comunicar de la manera más adecuadamente posible la belleza del evangelio“, apuntaba.