Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

Neos y mestizos


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Ha regresado el uso explícito de la religión por parte de los partidos, al modo de los integrismos del siglo XIX. Los entonces llamados neos ya eran por aquel tiempo muy viejos y crearon una profunda división en la Iglesia, en la que calificaban agresivamente de mestizos a los cristianos no tradicionalistas. Parece como si hubiera envidia de la asertividad y monocultura de los estados islámicos.



Una voz alternativa se la encontró recientemente el papa Francisco en Albania, cuando visitó a Haji Mondi, líder mundial de los musulmanes bektashi, un pueblo sufriente y minoritario. Es una tradición de siete millones de derviches –famosos por sus danzas giratorias–, de fuerte acento místico y con una concepción espiritual del Corán, no jurídica. Su práctica religiosa proclama la igualdad entre hombres y mujeres –rezan juntos– y la separación liberal entre instituciones políticas y religiosas. Dice Mondi que quieren ser un puente. Alternativamente a la política nacionalista confesional de Erdogan, Mondi propone la pluralidad y tolerancia que nos hacen crecer a todos.

Voces como la del Baba Mondi pasan desapercibidas. Los fundamentalismos buscan apoderarse de los discursos y forzar, aunque sea con provocaciones, a que todo gire en torno a ellos. Quienes tienden puentes y abren posadas son tildados de cobarditos o mestizos. Pero la valentía y la pureza se forjan mientras se come, ríe, aprende y crea con quienes piensan diferente. Como Cristo, tan calificado de mestizo. Eso sería lo verdaderamente neo en sociedades tan divididas.

Una flor puede tardar meses en crecer, pero solo un segundo en ser pisada. Sin embargo, en el mundo hay personas que dedican toda su vida a construir. Saben que, aunque la paz se construya despacio y sea frágil, solo ella es sostenible porque nada violento ni impuesto perdura, aunque a veces parezca que sí.

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