José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Familias corrientes


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JUEVES

Irak no era una broma. Lo sabían todos. Miedo en el cuerpo. Hasta en Alitalia. Todos los vuelos papales, de ida y vuelta, a bordo de la compañía italiana. Salvo escasa excepciones. Este viaje pudo ser una de ellas. No porque se postularan otros, sino por el temor de la aerolínea. Esa duda no sobrevoló sobre Santa Marta. Aquello no se frenaba. Si era necesario buscarle alternativa, que se buscara. A la vista está, finalmente no fue necesario. Ni a la ida. Ni a la vuelta.



SÁBADO

Presentación virtual de ‘Familias que importan’. De Narcea. Recopilatorio de los II Círculos de Encuentro Marisa Moresco. Ese empeño de la familia vedruna por responder a los problemas de la gente. Qué manía. Con lo fácil que resulta hablar en abstracto, y en esa casa, empeñados en salir al encuentro de los hogares que se ahogan. Por la violencia. Por los vínculos rotos.

Va a ser que son esas las familias de verdad. Las corrientes. Esas que van a los colegios cristianos. Esas que se acercan a pedir el bautismo o la comunión a la parroquia. Esas que se complican la vida. Esas que son reales. Esas que abraza la pastoral de ‘Amoris laetitia’. “Ojalá entonces nos llegue esa palabra de esperanza que aviva la pertenencia a la gran familia humana”. Deseo de Lola Arrieta. Ojalá se aplicara o aplicase.

Padre, madre hijo

DOMINGO

Del evangelio de Juan. “Todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz”. Vivir entre cortinas. Claridad, la justa. Porque, como uno las descorra, lo primero que descubre son los cristales sucios de la ventana. Y, sin nubes en el horizonte, quedan al descubierto motas de polvo, el grisáceo de las paredes por la contaminación y alguna que otra mancha. Cuaresma es tiempo de transparentar. Y transparentarse. Persianas arriba.

LUNES

No hay más obispos porque las ternas se echan para atrás. Ni más ni menos. Los Chichos.

MARTES

Quien piense que el turismo salva las cuentas de una diócesis, se equivoca. Alivia, claro que alivia. Pero ahora, ni eso. Lo que cuesta abrir las puertas de una catedral, con los gastos de luz, agua y personal, no renta. Ni aquí ni en Roma. Porque los Museos Vaticanos tampoco tiran. Algunos italianos van. Pero lo que dejan en la taquilla y las postales que se llevan nada tiene que ver con los peregrinos norteamericanos y asiáticos que siguen sin llegar. Para colmo, tercer cierre en un año.

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