Ianire Angulo Ordorika
Profesora de la Facultad de Teología de la Universidad Loyola

Dispuestos a la risa


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No sé muy bien en qué estaban pensando los publicistas de una conocida marca de productos lácteos cuando pensaron en su eslogan: ‘La vaca que ríe elige reír’. El caso es que esta frasecita me ha hecho pensar mucho en nuestras elecciones y en todo aquello que no brota de modo natural. Cuando se ríe de modo forzado o sin ganas se nota mucho, por eso parece que nunca podrá ser una elección: o te hace gracia o no te la hace. Pero, aunque suene contradictorio, sí que se puede decidir estar dispuesto a la risa. Todo cambia cuando hacemos decisión consciente de llevar adelante eso que tenemos que hacer… pero ¡es tan distinto cómo nos disponemos cuando lo elegimos!



Siempre hay un espacio para nuestra elección. Esto es lo que también se plantea en el Deuteronomio, cuando Dios recuerda al pueblo que tiene delante dos caminos: la vida y la muerte (Dt 30,15). En cada ocasión podemos elegir aquello que nos hace crecer, qué nos permite respirar o qué nos abre al encuentro con los demás. Del mismo modo, también tenemos posibilidad de hacer todo lo contrario. Por más que las circunstancias nos puedan y sintamos que se estrecha el horizonte de nuestra capacidad para la libertad, siempre permanece un resquicio abierto para el próximo paso posible.

Es verdad que vivimos tiempos recios y quizá resulte más sencillo considerar el vaso “medio vacío” antes que “medio lleno”, pero el optimismo, como tantas otras actitudes, se cultiva y se elige. Podemos tomar la decisión de fijarnos en lo positivo y darle importancia, de relativizar lo que no sale bien o de quedarnos con aquello que resulta gracioso. Así dispuestos, es mucho más fácil que también nosotros elijamos reír, aun cuando no nos saldría espontáneamente.