José Luis Pinilla
Migraciones. Fundación San Juan del Castillo. Grupos Loyola

Diciembre, Navidad, migrantes


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Termina diciembre, un mes para reivindicar. El día 10, Jornada de los Derechos Humanos. El 18, Día Internacional del Migrante. El 25, Navidad… Mil derechos humanos conculcados en la calle.  Mil días con mil migrantes en las calles. Y mil belenes vivientes en esas calles .No solo figurados o representados, sino reales.

En España hay más de 12.300 menores extranjeros que viajan solos hasta aquí, según el registro oficial del Ministerio del Interior, que no refleja el dato real. En Madrid, Melilla y Ceuta… Pero más allá de nuestro país, también llegan a Lesbos. A la frontera entre México y Estados Unidos. O a la lejana Birmania.

Solo en el campo europeo de refugiados en Morla, casi el 40% de la población son niños y niñas. En cifras: hay casi un millar de menores no acompañados. La situación de alarma en el continente es tal que recientemente  se han producido evacuaciones de familias con niños en  los campos parisinos.

Iniciativas excluyentes

En pleno invierno. En Navidad. En estas fechas se quiere cancelar en Ceuta la ayuda que realiza la Iglesia a los migrantes y a los menores extranjeros en el Centro de San Antonio a través de la Asociación Cardijn. De la mano del  Secretariado Diocesano de Migraciones vienen gestionando desde 1995 una Red de Atención a personas inmigrantes en la provincia de Cádiz, en la ciudades de Granada y Ceuta y, en los últimos años, en la región norte de Marruecos.

Esta iniciativas excluyentes que se plantean en la Asamblea de la Ciudad Autónoma no resuelven su situación. Descartan a los migrantes. Los aíslan. Los invisibilizan. Hemos fracasado. Y lloro… Extiendo mis brazos, también desnudos pidiendo ayuda.

Sueño con acercarme con estos jóvenes  al pesebre o a la cueva. Pero ese deseo -¡el de mis impulsos  primeros!- solo tiene sentido si va más allá e incluye a los migrantes de todas las edades. Al fondo está Jesús de Nazaret. Él delante. Nosotros detrás… Me imagino la escena y siento que  yo casi  no sería capaz de acercarme al Niño ni menos aún besar su piel. Hay muchos cofres de regalos reales en mi vida que me lo impiden.

Desde la impotencia

He fracasado. Y lloro… Insisto: mis lágrimas son el lenguaje de mi impotencia. Quizás sea entonces el momento de convertir esos deseos en pentagramas, en canción para sostener la rebeldía. Y aunque solo sea un momento, escuchar la de Mercedes Sosa: “A esta hora exactamente hay un niño en la calle”.

Duele detenerse un instante y escuchar la eterna voz de La Negra Sosa,  la Voz de América, acompañada por Calle 13 con los versos del gran poeta Armando Tejada Gómez. Un poeta fundamental de Latinoamérica que fue niño de la calle  y no pudo ir a la escuela. Armando fue autodidacta, hijo número ¡24! de una familia numerosa que sufrió la condena de ser pobre.

Aprendió en la calle a leer y conoció la cultura de la calle como pocos; como solo aprenden los de abajo. Escuchar “Hay un niño en la calle” duele. Pero duele mucho más comprobar su existencia. Y es que la calle enseña mucho. Enseña tanto que solo desde la calle se pueden escribir palabras tan bellas como este poema de Armando que inspiró la canción a Mercedes Sosa. Para describir  la geografía de los “niños de la calle”.  O si quieren, cambien esta melodía por el “Niño Yuntero” de nuestro Miguel Hernández, musicado por Joan Manuel Serrat.

Cuando uno anda en los pueblos del país

o va en trenes por su geografía de silencio,

la patria sale a mirar al hombre con los niños desnudos

y a preguntar qué fecha corresponde a su hambre

qué historia les concierne, qué lugar en el mapa,

porque uno Norte adentro y Sur adentro encuentra

la espalda escandalosa de las grandes ciudades

nutriéndose de trigo, vides, cañaverales

donde el azúcar sube como un junco en el aire,

uno encuentra la gente, los jornales escasos,

una sorda tarea de madres con horarios

y padres silenciosos molidos en la fábricas,

hay días que uno, andando de madrugada, encuentra

la intemperie dormida con un niño en los brazos.

Niños invisibles

Muchos los llaman los niños y las niñas de nadie. O los niños invisibles .En España hablamos de niños y jóvenes en riesgo de exclusión social. O MENA, porque es necesario cosificarlos para seguir descartándolos.  Esa es nuestra jerga para maquillar duras realidades. Y en este sentido -para nuestra vergüenza-, España es el segundo país de la Unión Europea con más niños en riesgo de pobreza.

Duele. Y lloro… Esta vez con San Juan de la Cruz.

“… Dios en el pesebre, allí lloraba y gemía,

que eran joyas que la esposa

al desposorio traía,

y la Madre estaba en pasmo de que tal trueque veía:

el llanto del hombre en Dios,

y en el hombre la alegría,

lo cual del uno y del otro

tan ajeno ser solía”

Y lloro… Para que Él tomando mis lágrimas las transforme en alegría…y capacidad para  seguir luchando.