Criterios para organizar el nuevo curso en un colegio


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– Formo parte del equipo directivo del colegio, que es concertado, y al finalizar el curso entregamos a cada profesor las asignaciones para el curso siguiente. ¿Estamos obligados a modificar la organización del trabajo (tutorías, materias, etc.) si lo piden dos o tres profesores?

– Legalmente no, pues según el artículo 9 del VI Convenio Colectivo de la Enseñanza Concertada, “la organización del trabajo es facultad específica del empresario y se ajustará a lo previsto en el Estatuto de los Trabajadores y demás disposiciones de ámbito laboral”. Ahora bien, se pueden tener en cuenta otras circunstancias.

Es importante entender que la organización del trabajo del profesorado no solo se debe centrar en aspectos meramente legales, pues son varias las circunstancias que hay que tener en cuenta. Por un lado, la necesidad del centro de cubrir tutorías, vacantes u horarios del personal en situaciones especiales, como reducción de jornada por cuidado de hijos o jubilaciones anticipadas, entre otras. Por otro lado, están el diálogo y los acuerdos con los representantes de los trabajadores a los que hace referencia el Convenio Colectivo en el Título III, donde se especifican las condiciones laborales de los trabajadores. Se ha de tener en cuenta también el artículo 25 del Convenio sobre la distribución del tiempo de trabajo del personal docente, así como el artículo 26 referente a su jornada.

Por tanto, teniendo en cuenta todo ello, el empresario –o en este caso, mejor, el titular y/o el equipo directivo– organizará el trabajo (en lo que se refiere a asignaciones de tutorías, materias y distribución horaria) condicionado por la situación laboral de cada persona, pero sin obviar que en un centro educativo se organiza el trabajo sabiendo que el protagonista es el alumnado y su proceso de aprendizaje.

Por otra parte, es importante el diálogo con cada persona para conocer sus expectativas profesionales y descubrir sus talentos, y así poder ponerlos al servicio de la mejora en el aprendizaje. Como empresarios “líderes” de una institución educativa, estamos obligados a pasar del individualismo a instaurar prácticas de diálogo y colaboración, que nos ayuden a visualizar un pensamiento común y una misma visión que nos permita organizar el trabajo de cada profesor allí donde pueda desempeñar mejor tanto su perfil académico como su “inteligencia emocional”.

Profesora en un colegio católico

 

La titulación, la experiencia y la capacidad intelectual determinan lo que sabe el personal del centro, pero su inteligencia emocional es lo que le puede permitir creer en lo que “se le está pidiendo que haga”. Esto es lo que se “pone en juego” cuando un profesor demanda cambios en la distribución de su trabajo, y por ello es importante dedicar tiempo a dialogar y escuchar con empatía para captar las verdaderas motivaciones (afán de mejora, compromiso, comodidad, etc.), y gestionar de manera óptima el talento, herramienta esencial para mantener una organización del trabajo que aumente la calidad de nuestros centros educativos.

Para los equipos directivos, cada nuevo curso escolar tendría que ser una oportunidad para pensar en organizar el trabajo teniendo en cuenta la posibilidad del desarrollo del talento, contribuyendo igualmente al desarrollo de un liderazgo efectivo. Debemos ser líderes de equipos y de personas que influyan y generen un clima de cohesión que facilite el logro de los objetivos educativos que definen la institución. También para el profesorado es momento de reflexionar crítica y constructivamente sobre sus potencialidades y capacidades intelectuales, relacionales y emocionales. Ambos deben prestar atención al desarrollo del talento y así facilitar el entusiasmo con la tarea encomendada, aumentar la responsabilidad de todo el personal en la función que realiza, potenciando un buen trabajo en equipo que genere conocimiento, innovación y creatividad.

Abramos nuestro espacio mental a la conversación, a la comunicación, que nos permita coordinar el trabajo, transformar la “obligación” en oportunidades y caminar hacia una política de organización del trabajo de calidad que tenga en cuenta la visión de la escuela y el potencial que cada persona puede aportar a la misma.

La cifra

40% es el porcentaje de empleados que consideran que lo más relevante es un ambiente laboral colaborativo y transparente.

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