José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Causa de santo


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VIERNES. Muerte de Alfonso Milián. Algo más que el emérito de Barbastro. Desde que pusiera un pie en el barrio maño del Arrabal en los 70, se hizo uno con Cáritas. Durante más de una década, llevó el báculo que acompañó detrás, delante y al lado, no solo a los miles de voluntarios, sino también a los más pobres.

Un catecismo encarnado en la Doctrina Social que durante no pocos años fue disociación para otros que recelaban de la plataforma social que más credibilidad da a lo católico en España por estar anclada en los márgenes. Tan en la orilla –ahora llámenlo ‘periferias’– que algunos sospechaban de sus reivindicaciones. Le dejaban hacer. Con que no hiciera mucho ruido, se conformaban. Pero ya se encargaban los excluidos de gritar solos, los FOESSA de darles voz y Milián de proporcionarles micrófono.



SÁBADO. Retiro de Adviento. Online. Con Rodríguez Olaizola. Somos unos cuantos. Menos mal que YouTube no entiende de aforo. Unos cuantos miles se habrían quedado fuera. Sin exagerar. Reflexiona sobre los límites. En una sociedad que vende eslóganes donde todo se puede conseguir, el jesuita llama a aceptar la finitud personal. No como resignación, sino como reconocimiento de lo que uno es para trascender. “Los límites no son malos, sino que funcionan como coordenadas vitales para nosotros”. Y como GPS de camino hacia Belén.

LUNES. “En este tiempo gris hay que sonreír mucho”. Consejo de Arturo Ros. Tan básico como necesario. Expresado en la presentación del nuevo itinerario para jóvenes de Acción Católica. La carcajada como gancho evangelizador. Téngase en cuenta.

MARTES. Por varias vías me han chivado en estos días que Pironio es el ‘culpable’ de que Jorge Mario Bergoglio sea Francisco. No participó en el cónclave de 2013, pero sí fue su elector años atrás. Se buscaba un obispo auxiliar para Buenos Aires. Le postuló. Casi en solitario. Y convenció. Contra todo pronóstico. Convenció. Ni se impuso ni venció. A buen seguro que no vio en el porteño a un pontífice.

Pero sí supo descubrir unos dones y capacidades que para otros permanecían ocultos. O ensombrecidos por contaminaciones varias. Ser capaz de ver más allá del vaho de las lentes. Tener el don de vislumbrar lo que otros son incapaces de atisbar. Creer en el otro es el ejercicio de fe más comprometido que hay. Apostar por el otro a fondo perdido es cosa de santos. O causa de santo.

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