Muere Alfonso Milián, el pastor que cuidó de Cáritas (cuando estaba algo más sola)

Alfonso Milián

Hasta hace cuatro días, entre los frailes y las monjas se estilaba el cambio de nombre. Un bautismo consagrado para subrayar su llamada a la misión, el sentir de su vocación, la radicalidad de su entrega. Don Alfonso Milián bien podría haber solicitado una modificación en el registro eclesial, al menos en el apellido. Alfonso Cáritas Milián. Porque el obispo emérito de Barbastro fue el pastor de Cáritas. De todas las Cáritas. Desde que pusiera un pie en el barrio maño del Arrabal en los setenta, se hizo uno con la ong de la Iglesia. Hasta que, durante una década fue llevó el báculo que acompañó detrás, delante y al lado, no solo a los miles de voluntarios, sino también a los más pobres.



Encarnaba esa comunión entre fe y vida, un catecismo encarnado en la Doctrina Social que durante no pocos años fue disociación para otros que recelaban de la plataforma social que más credibilidad da a lo católico en España por estar anclada en los márgenes. Tan en la orilla -ahora llámenlo periferias’- que algunos sospechaban de sus reivindicaciones en favor de un trabajo digno, de optar preferencialmente por los últimos.

No solo de pan…

Pero, ¿de qué desconfiar? No ha lugar. Palabra de Milián: “Yo les repetía a la gente de Cáritas Española la frase de Jesucristo en las tentaciones de que ‘no solo de pan vive el hombre’. No podemos dar solo pan. Esto lo hace cualquier ONG que no esté movida desde la fe. La Iglesia está, no solo para dar pan, sino para dar algo junto con el pan que es trascendental: Jesucristo y su Evangelio”,

Le dejaban hacer. Con que no hiciera mucho ruido, se conformaban. Pero ya se encargaban los excluidos de gritar solos, los Foessa de darles voz y Milián de proporcionarles micrófono. Contudente, pero sin aspavientos. La justicia social que predicaba, incomodaba cuando se estilaban otros parámetros medidores de catolicismo. Hasta que llegó Francisco, y lo que aquellos consideraban anexos vaticanos pasaron a ser titulares canonizados.

Vivir para el otro

Ayer, este turolense de La Cuba, que fue también obispo auxiliar de Zaragoza, partía a la Casa del Padre a los 81 años de edad. Desde el hospital Miguel Servet donde había ingresado el pasado domingo. Jubilado del día a día de la gestión episcopal, se mantenía como voz más que sabia de la remozada Comisión Episcopal de Pastoral Social y Promoción Humana de la Conferencia Episcopal.

Hasta hace nada, seguía haciéndose compañero de camino, reflexionando, aportando. Este verano, por ejemplo, se escapó a Málaga a acompañar unos ejercicios espirituales. “El pensamiento que yo les voy a decir, más según las circunstancias que ahora tenemos con una llamada especial a esta situación del coronavirus, pues es una llamada a vivir para el otro, por el otro, con el otro…”, comentaba antes del retiro. “Porque si yo no vivo para el otro, por el otro, con el otro, en el otro…, yo seré un pedazo de algo, pero no seré una persona creyente que refleja la fe”. Lo firma Alfonso Cáritas Milián.

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