Rafael Salomón
Comunicador católico

Ante el virus devastador, mi fortaleza está en Jesús


Compartir

Lo incierto es lo que tenemos asegurado, jamás nos hubiéramos imaginado que nuestra vida daría un cambio tan radical.



Este 2020 que está por terminar nos ha dado una gran oportunidad, la de saber cómo seríamos frente a una situación límite.

Fue la pandemia mundial que transformó casi todo lo que habíamos conocido, nuestras actividades, costumbres y hasta la manera de expresar nuestra fe.

Para muchas personas todo este tiempo de encierro ha sido una pesadilla, para otros más, el peor momento de la humanidad.

Dolor, lágrimas y preguntas que no pueden responderse con un sí o un no. Todos, de alguna manera hemos sido impactados por los acontecimientos, nuestras miradas se han empañado ante la realidad y el sufrimiento.

Niños, adultos, mayores, separados, impedidos por prevención, aislados por precaución, ya no hay abrazos, se limita la compañía y nos alejamos para no ser contagiados.

Cifras que nos hablan de que nada va bien, estadísticas que nos aterran y nos hacen pensar en un futuro incierto.

Esperanza en tiempos de pandemia

Sin embargo, nos queda una respuesta y es la esperanza, nunca nadie en medio de un desastre se da por vencido, adquieres fuerzas de donde no había, te levantas de tus propias cenizas, tener esperanza hace posible soportar siempre un poco más.

Mi esperanza se llama Dios, mi fortaleza está en Jesús y mi roca es Él. Porque lo incierto es lo que tenemos frente a nosotros, lo que debemos enfrentar día a día, pero en nuestro interior y hablo del mío, ahí está Dios, ahí está mi única y verdadera esperanza.

He clamado a Dios en mi desesperación y sé que me escuchará, mi esperanza no se debilitará, aunque la tormenta embista con fuerza y el vendaval parezca inacabable, aunque este virus devastador me recuerde que sigue y seguirá por más tiempo.

No podrá acabar con lo que espero en Dios, paz, amor, tranquilidad y seguridad. Lo incierto es lo que tengo en este momento, pero sé que no será por siempre.

Miedo tengo como todos, pero lo puedo afrontar poco a poco, esperando con paciencia y aceptando lo que esté por venir.

Es Navidad y es tiempo de entender lo que significa esperanza en estos tiempos de pandemia, es el Nacimiento de Nuestro Salvador, que espero nazca en mí, aquí, en un pesebre donde hay miedo, angustia y desilusión, en mi corazón.

Hoy más que nunca necesito recordar que lo hizo por mí. Hablar con Dios me permite encontrar esperanza, esa que a veces se pierde entre tanta oscuridad.

“Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco, y me siguen”. Juan 10, 27

Estoy seguro que toda la humanidad recordará esta etapa de confinamiento, por mucho tiempo, con diferentes emociones. Hoy detrás de un cubrebocas les deseo una Feliz Navidad.